Capítulo doce

1552 Words
Esta pregunta casi lo paralizó durante unos minutos, ya que realmente no tenía una respuesta para ella. ¿Lo sabía? Esa era una rareza. Y solo hacía que el extraño sentimiento en el fondo de su estómago creciera. Pensó un poco más. Aún quería darle algún tipo de respuesta. Incluso si no era demasiado útil para decirle lo que realmente quería saber. —Bueno, supongo que se basa en dos factores principales, el primero siendo la pureza de tu alma.— Vio su rostro confundido, —Sé que no es muy útil, pero realmente no hay otra forma de describirlo que tenga sentido. Pero si tuviera que intentarlo, supongo que podría ser tu amabilidad, naturaleza ingenua y umm…— trató de explicar. Pero no tenía manera de terminar la oración. Miró sus manos mientras extrañas emociones llenaban aún más su mente y corazón. Cuando la miró a los ojos, apenas podía soportarlo en ese momento. No quería su alma como una vez había deseado. Incluso sentía repulsión por la marca en su mano izquierda. —¿Y el segundo factor?— preguntó ella con una ceja levantada. Apoyada contra la silla. Su cabeza presionada contra el costado de la silla. Ignorando el tablero de ajedrez sobre la mesa entre ellos. Vaciló antes de hablar. No estaba del todo seguro de si ella debería escuchar el segundo factor. Solo le haría daño. Pero ella quería saber desesperadamente, podía verlo en la forma en que se inclinaba incluso un poco más hacia él. La cabeza apoyada en las manos. Sabía que no podía ocultárselo. Pero podría suavizarlo incluso solo un poco. —Eso puede relacionarse fácilmente con tu pasado. Ciertos eventos pueden hacer que un alma brille particularmente intensamente. No es diferente de un aura oscura que rodea al alma.— Pudo decir que ella estaba extremadamente interesada. Quizás más de lo que había estado antes. —Esto puede hacer que un alma parezca particularmente apetitosa ya que los demonios prosperan con un aura que consiste en miedo y enojo.— Explicó a regañadientes. Rascándose la nuca con sus uñas oscuras y relativamente cortas. Su guante quedó olvidado sobre la mesa junto con el ajedrez que ninguno había tocado durante al menos diez minutos. —Eso fue esclarecedor. Gracias.— Ella miró hacia abajo antes de mover una pieza en el tablero de ajedrez ya que era su turno. —Hay algunos días en los que desearía no ser un demonio.— Reflexionó. Haciendo su movimiento en el juego. —Jaque mate. Apenas notó que él la había vencido. Demasiado intrigada por sus palabras. —Entonces, ¿por qué eres un demonio?— preguntó. Inclinando la cabeza hacia un lado. —Aparentemente, es algo así como un castigo por mis años humanos y cómo aparentemente desperdicié mi potencial.— Dijo, usando comillas en el aire mientras decía las últimas tres palabras. Burlándose de una persona desconocida para Verónica. —Me perdí a mí mismo, mi corazón, mi alma y me hundí en una profunda desesperación durante mis años humanos. Cuando morí, me convertí en un demonio. Básicamente, estoy sentenciado a al menos varios millones de eternidades viviendo así.— Se fue en una especie de tangente. —Quiero decir, definitivamente es diferente a cómo los demonios suelen llegar a ser. Esa es probablemente la razón por la que el consejo demoníaco odia mi existencia.— Encogió los hombros. —¿Escuché correctamente cuando dijiste, ‘consejo demoníaco’? Y si es así, ¿qué es eso?— no pudo evitar preguntar. —Sí, lo hiciste.— Sonrió. —Es un grupo de varios de los demonios más antiguos y poderosos. Gobernado por el más antiguo y poderoso de todos. Por lo general, se alimentan cada cien años. Durante el tiempo que comen, consumen cientos de almas de personas moribundas. La mayoría de las veces, comen durante epidemias.— Hizo una mueca mientras pensaba en ellos. Sabía perfectamente que no debería haberle dicho una palabra de lo que había. Si había hecho algo hoy, había extendido su sentencia en el infierno. Había sido idiota. Pero no podía evitar contarle todo. No sabía si ella quería saber, pero lo era. El nudo en su estómago lo estaba haciendo hacer cosas estúpidas por ella. Pero no le importaba. Ella asintió mientras él terminaba su frase. Completamente inmersa en lo que él estaba diciendo. Después de terminar la conversación y el juego, Verónica sacó la caja de debajo de la mesa y comenzó a guardar el juego de ajedrez. Damien se apresuró a ayudarla, tratando de tomar la caja y hacerlo por ella. Era su trabajo. —No necesitas hacer esto. Es mi trabajo, ve y disfruta.— Trató de persuadirla solo para fracasar espectacularmente. Suspirando en derrota, cedió y guardó las cosas con su ayuda. —Gracias por soportarme tanto tiempo.— Ella miró al suelo, una vez que terminaron y la caja estaba guardada. Jugando con el ribete de sus mangas. La tela apretaba fuerte contra sus manos. Dejándole los dedos rojos y crudos. Él no pudo evitar encontrar esto adorable. De manera reconfortante, tomó su rostro entre sus manos. —No tengo que soportarte. Incluso si no tuviera un contrato contigo, seguiría estando aquí contigo. Este tiempo que he pasado contigo hasta ahora ha sido el mejor momento de mi vida.— Sus brazos alrededor de ella eran cálidos y ella no pudo evitar inclinarse más hacia su cálido toque. Sonrió en la curva de su cuello. Disfrutando del abrazo antes de separarse. Podía decir que lo estaba molestando mucho. O eso creía ella. Pero también sentía una sensación de mariposas en el estómago. Su corazón también estaba ligero. Estaba incómoda. Se movió en las puntas de sus pies. Y así, trató de encontrar una manera de dejarlo, segura de que disfrutaría eso más que si lo molestaran por un momento más. —Voy a hablar con los demás ya que no he hablado con ninguno de ellos en días. Él se rió. —Han pasado dos días.— Trató de razonar con ella. —Exactamente,— lo miró a los ojos mientras hablaba, —Días, en plural. Siento como si no hubiera pasado tiempo con ellos en siglos.— Ahora estaba apurándose para salir de la habitación. Una extraña sensación creciendo en su estómago, su corazón y su mente. —Realmente no ha pasado tanto tiempo. Pero adelante. Es completamente tu elección.— Sonrió antes de tomar un paño y ponerse a limpiar el polvo. Ella le sonrió nerviosamente antes de irse. Un profundo suspiro escapó de ella mientras cerraba la puerta detrás de ella. La parte trasera de su cabeza presionada contra la puerta mientras se abrazaba a sí misma. Se tomó un tiempo adecuado para componerse. Luego, se fue. Vagando por el interminable laberinto de pasillos. En su soledad y su disgusto por el silencio que nunca pudo explicar, comenzó a susurrar para sí misma. —Por supuesto, la única vez que quiero pasar tiempo con la gente es la única vez que no puedo encontrarlos.— Se dio la vuelta y pasó algunas puertas. Cuando pasó por una, escuchó a dos personas hablando. No pudo evitar detenerse para escuchar quiénes eran. Ella asomó la cabeza en la habitación y vio la cosa más adorable que había visto nunca. Elenore y Maybel juntas. Eran una pareja tan linda, admitió para sí misma mientras se abrazaban fuerte. Se miraron con puro horror cuando la puerta se abrió. Se separaron incómodamente. Por pura confusión, las miró durante unos segundos. Luego entendió por qué se habían separado. —Lo siento. No quise sorprenderlas tan mal como lo hice. Solo pensé que ustedes dos son una pareja tan linda. Nuevamente, lo siento.— Dijo, mirando al suelo. Especialmente avergonzada ya que eso no era una razón real de ningún tipo. Para su sorpresa, la pareja suspiró silenciosamente aliviada. —¿Estás segura de que estás bien con que nuestra relación continúe en esta mansión?— Maybel recibió un codazo agudo en las costillas por esa declaración. La expresión de Elenore hacia Maybel era más oscura que la tormenta que rugía incesantemente afuera. —Por supuesto. Además, quería decirles que tienen todo el día libre mañana así que vayan y disfruten.— Les sonrió a ambos antes de hablar de nuevo. —¿Saben dónde está Alice? También tengo que decirle a ella. —Puedo pasarle el mensaje, Verónica.— Dijo Elenore con una sonrisa. Luego hizo una pequeña reverencia antes de salir corriendo de la habitación y hacia el pasillo. Quería encontrar a Alice y decirle para que pudiera regresar con Maybel rápidamente. —Gracias, es muy amable de tu parte.— Luego salió de la habitación, dándoles privacidad una vez más. No mucho después, dejó una suma de dinero y una nota en la habitación de Maybel para que lo usaran al día siguiente. Luego hizo lo mismo para Alice. Durante las horas restantes del día, ella yacía, hundida en su cama. Las mantas estaban amontonadas a su alrededor de manera descuidada. Se sacó el pelo y estaba despeinado alrededor de su cabeza. Estaba esperando a que pasara la lluvia con el bloc de dibujo en la mano. La melodía en sus labios estaba en sintonía con la lluvia golpeando en el alféizar de la ventana.
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