5. Entrevistas

2000 Words
[Alessandra] Siento algo pesado sobre mi cuerpo que no me deja mover, así que con dificultad abro un poco los ojos y veo a Lana atravesada de lado a lado en mi cama y su pierna la tiene sobre la parte baja de mi abdomen, lo que me tiene con ganas de salir corriendo al baño.   —Lana— la llamo con voz dormida —acuéstate bien, al menos— digo un poco malgeniada con el solo hecho de haberme despertado tan temprano después de acostarnos tan tarde. —Uhmmm— es el sonido que emite mi dormida amiga. Cojo su pierna y la empujo un poco, haciéndole entender que la quite.   Ella hace un movimiento brusco con el que se acomoda y vuelve a quedar profundamente dormida. Me levanto con mucho sueño, pero afán de llegar al baño porque mi vejiga está que no aguanta más.   Camino con los ojos entrecerrados y evito prender la luz, como intentando que el sueño no se me vaya. No sé qué hora sea, pero ya un pequeño destello de luz esté entrando a través de la ventana y es una idea que no me agrada mucho que digamos.   Me apresuro para volver a la cama y acostarme de nuevo y poder descansar un poco más. Apenas me acomodo en mi cama, Lana da la vuelta y me manda su brazo por encima de mi torso, dejándome atrapada ante su abrazo acaparador… esa es su otra maña y de la cual ya estoy acostumbrada hace muchos años.   Logro volverme a quedar dormida, pero la duración de ese sueño es todo un misterios para mí, ya que el reloj despertador suena fuerte, demostrando que no tiene ganas de darle tregua al sueño que tenemos, lo apago y aunque quiero quedarme en la cama, sé que el día va a estar interesante, todo desde que la convocatoria que realizamos sea un éxito.   Veo a Lana que sigue durmiendo plácidamente y me muero de envidia, ya que ella ni se inmutó con el sonido del reloj y como no es justo que ella duerma y yo trabaje, decido despertarla de la mejor manera posible… lanzándome encima de su cuerpo y riéndome cuando se levanta exaltada.   —¡Aaaah, Alessa!— se queja con voz dormida —¿Por qué siempre lo mismo?— habla como niña pequeña. —¡Touché!— le digo burlándome de ella y me río cuando frunce el ceño graciosamente.   Nos alistamos con calma, pedimos el desayuno al apartamento y faltando quince minutos para las nueve de la mañana, bajamos a la oficina del casino para disponernos a recibir a los candidatos para los puestos de trabajo vacantes.   Al poco tiempo de estar en la oficina alistando todo donde anotaré los resultados y mis opiniones sobre los entrevistados, empezamos a escuchar revuelo fuera de la oficina, lo que nos hizo saber que ya estaban llegando los interesados.   —Bueno, ya estás lista, entonces te dejo— dice Lana y se dirige a la puerta. —Nooo— rebato rápidamente y me quedo callada por un momento. Se me hace un hueco en el estómago y cualquiera que lo supiera podría decir que no estoy capacitada para hacer esto, pero la verdad es que siento tanta presión sobre mí, que siento angustia de no hacer las cosas de forma apropiada. —¿Falta algo?— pregunta mi amiga y mira alrededor para saber qué se pudo haber olvidado. —Quiero que estés conmigo y me ayudes a tomar las decisiones correctas— palmeo la silla que tengo a mi lado, en señal de que venga y se siente a mi lado. —¿Estás segura?— me pregunta con una tímida sonrisa  en su cara y yo solamente asiento.   Empezamos las entrevistas y al tercero ya estoy con ganas de salir corriendo de la oficina y no hacer nada más. ¿Cómo es posible que alguien se presente a trabajar a un casino para el puesto de dealer (persona que reparte las cartas) cuando no saben ningún juego de cartas?   Le pido a Jannet, mi recepcionista que hagamos una pausa de al menos quince minutos en los que me quiero distensionar… me levanto de la silla para estirar mis piernas, al tiempo que juego de manera ansiosa con mis manos.   Veo que Lana también se levanta de su silla y camina directo a la pequeña repisa que tengo llena de conchas de mar y se pone a mirarlas detalladamente o al menos eso es lo que parece. Ella intenta disimular el estrés que también tiene por las entrevistas y en especial porque me la imagino mordiéndose la lengua para no burlarse de los entrevistados con su característica palabra, “Touché”.   Cuando me estreso o pongo ansiosa, me dan muchas ganas de comer chocolate y este día no es la excepción, por lo que abro el primer cajón de mi escritorio y saco una gran barra de chocolatina, le ofrezco un trozo a Lana y antes de que ella se acerque a cogerlo, yo tomo uno y me lo como como si fuera el manjar más espectacular del planeta.   —Me encanta esta manía tuya— dice mi amiga y coge el trozo que le ofrecí. Estamos degustando el chocolate, cuando golpean en la puerta y sé que es mi asistente recordando que es hora de continuar con las entrevistas.   Con Lana, volvemos a sentarnos en el escritorio, respiramos profundo y nos preparamos para unas dos horas más de entrevistas, de acuerdo a la cantidad de postulantes que Jannet me dijo, había afuera.   El primer día de entrevistas logramos conseguir cinco personas que se amoldan al perfil de trabajador que estamos buscando, pero por otro lado estamos exhaustas y honestamente no pensamos que fuera a ser tan complicado conseguir personas con los conocimientos básicos necesarios para trabajar en un lugar como este.   Es notorio que tanto Lana como yo, nos alegramos cuando el periodo puesto en el anuncio se acaba y podemos volver a nuestras labores de trabajo de todos los días.   Por mi parte, siempre busco el momento para poder caminar por el interior del casino y así ver cómo está el ambiente, cosa que me ha servido para ver el comportamiento de los turistas y los apostadores, para ofrecer experiencias de su agrado y que sigan prefiriendo el Hotel – Casino Orion, por sobre todos los demás.   Llega la noche y yo sigo encantada viendo las caras alegres de la gente que asiste a mi gran negocio. Hay hasta algunos jugadores o turistas que llaman mi atención de alguna manera. Me quedo mirándolos por largo rato y hasta me imagino las historias detrás de ellos y las conversaciones que tienen con alguien más.   De repente, Lana llega por detrás con la intensión de asustarme, lo cual logra completamente. Sé que ya debería estar acostumbrada, pero no puedo evitar pegar un salto casa vez que esto sucede. —Aaaagh, ¡Lana!— le grito fuerte, pero todos los sonidos del lugar camuflan perfectamente mi grito. —¡Touché!— responde al igual que siempre lo hace y aunque me causa gracias, volteo los ojos y empiezo a caminar con ella a mi lado.   Pasamos cerca a una de las dos “capillas” que tenemos en el casino y preciso en este momento una pareja de lo que parecen recién casados, están saliendo y riendo a carcajadas… notablemente ebrios. Detrás salen dos amigos más de los cuales solo puedo pensar que de milagro no son ellos los del matrimonio, porque por el contrario se ven mucho más borrachos que los novios.   Se dibuja una leve sonrisa en mi cara y volteo a ver a Lana que está igual que yo, contemplando la escena de “amor” y felicidad. —Te amo… uhm— escuchamos a la sonriente novia decírselo a su ahora esposo, pero es evidente que ni el nombre de él se sabe, así que volteo a ver a Lana. —Tengan lista la asesoría legal para el divorcio de este par— le digo a Lana. Ella se ríe, asiente y me muestra la anotación que acababa de hacer en su libreta —¡Touché! Ya lo sabía— contesta orgullosa y leo su anotación “asesoría para divorcio. Boda en capilla 2”. —Averigua si son huéspedes del hotel y si es así, organiza para que mañana reciban el desayuno en la habitación como regalo de bodas y sabes que les adjuntas dos tarjetas del abogado.   Esos sucesos en el casino son lo más normal del mundo, por lo que ya estamos acostumbrados y así mismo decidimos ofrecer la asesoría que los clientes necesiten para resolver su situación marital.   Algunas personas piensas que eso de las capillas en las que te puede casar “Elvis Presley” son simplemente un invento para atraer gente, pero cuando llegan a mi casino y se dan cuenta que sí es posible, se emocionan aún más de estar acá.   Yo ya perdí la cuenta de la cantidad de matrimonios fallidos que he conocido y por eso es por lo que no creo mucho en eso del amor a primera vista e incondicional. El único matrimonio duradero y donde realmente se nota que se aman, es el de mis padres, pero más que destino yo lo veo como algo de suerte. Por eso es por lo que mi matrimonio con Alejandro es lo más sensato que puedo hacer.     Otra noche se pasa de forma fugaz y lo siguiente que recuerdo al haberme acostado bajo mis cobijas es estar apagando el ruidoso reloj despertador. Me levanto de la cama, me alisto y salgo rumbo a mi oficina para alistar todo y seguir con los entrevistados.   Cuando llega Lana a trabajar, le pido que nuevamente me acompañe en este día de entrevistas y espero que, si todo sale bien, sea el último. Realmente no me gusta andar en estas porque siento que estoy dejando de hacer cosas importantes… no me siento cómoda delegando mis tareas a otros.   Después de por lo menos unas veinticinco entrevistas, hemos logrado cubrir ocho de los diez puestos habilitados. Tocan la puerta y pedimos que pase la persona al otro lado.   Tengo mi mirada fija sobre los curriculum que me han entregado. Estoy haciendo algunas anotaciones sobre estas, cuando una voz llama mi atención, haciendo que deba levantar mi cabeza.   —Mucho gusto, mi nombre es Nicolas Jones y vengo para cualquiera de las vacantes que quedan— dice con excelente actitud un hombre muy guapo y joven.   No sé qué sucede, pero me siento demasiado extraña al ver los ojos del señor Jones… ese verde claro, alegre y seductor, se roba mi atención completamente por unos segundos.  No pronuncio palabra alguna y solamente me limito a mirarlo de forma seria y atino solamente a señalarle la silla que hay frente al escritorio, para que tome asiento.     Lana me mira un poco extrañada, pero ella es quien decide saludar. —Mucho gusto… ¿Trajo su currículo?— pregunta ella y recibe la carpeta que le entrega el hombre, para después pasármela.   Ella se encarga de hacer las preguntas de la entrevista y yo reviso sus documentos… al inicio esperaba que este joven no estuviera capacitado para trabajar con nosotros y se fuera de acá con un simple “cualquier cosa, nos estaremos comunicando con usted”, porque no me gusta sentirme de esta forma, pero para mi desgracia, Nicolas Jones está perfectamente capacitado para trabajar con nosotros, no solamente en el casino, sino también en el hotel… tiene experiencia y conoce el negocio casi tan bien como lo hago yo.   —¿Estaría de acuerdo en que no tendría un puesto fijo, sino que colaboraría en diferentes actividades, de acuerdo a las necesidades que se presenten?— le pregunto seria al final de la entrevista y él asiente con una sonrisa que me hace sentir inquieta. 
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