—Siempre te amaré en la condición que estés, así como ahora que no me recuerdas. Vi en sus ojos tal sinceridad que con su respuesta me hizo sentir tranquila, en especial por todo lo que hacía para ayudarme, demostrándome con ello que el amor que profesa por mí es cierto. Seguido de esa confirmación llegamos a otra clínica, allí veríamos a una neuróloga y a una psicóloga. Profesionales del género femenino que habían sido seleccionadas para que me sintiera más cómoda. Estando en la recepción de dicho lugar a la espera de la doctora Hannigan, quien sería la primera que nos atendería, ocurría un hecho que me incomodaba, ya que mientras estábamos allí notaba que varias empleadas contemplaban a mi esposo de una manera lujuriosa, lo cual hizo que me sintiera un poco celosa a pesar de q