"La mayoría de las madres son filósofas instintivas"
Harriet Beecher Stowe
Amaneció y aún Ariadna duerme, en esos dos días que lleva en New York aún no se acostumbra a las horas de diferencia entre ambos continentes. Akran por el contrario despertó antes de que sonara la alarma del reloj. Se duchó y regresó a su lado, la besó con ternura, ella abrió los ojos y sonrió.
—Buen día, dormilona. —ella estiró los brazos y rodeó su cuello.
—¡Buenos días! —besó sus labios.
—¿Te quedas y pasó por ti a mediodía? Mi madre nos invitó a almorzar.
—¡Vale! Aún debo recuperar energía.
—Entonces me alisto y salgo. —el dejó caer la toalla, ella lo contempló. Él era físicamente perfecto, sexualmente increíble y emocionalmente tierno.
Él volteó a sentir su mirada, sonrió y se apuró a colocarse el
