Me levanto sintiendo mi cuerpo terriblemente entumido, me estiro intentando aliviar el estrés, pero, aunque fracaso, igual me concentro en recoger todo el desastre de gasas que hay, ya después me encargaré de la sangre.
Adiós a mi alfombra y a mi sofá, esas manchas definitivamente no saldrán ni en mil años.
- Vamos, te acostarás en mi cama – le digo cuando veo que se está intentado acomodar en el sofá.
- La ensuciaré – hago una mueca.
- No si no te abres las heridas, con cuidado, de pie – tomo su brazo con delicadeza y lo paso sobre mis hombros, ayudando a sostener parte de su peso. Al menos ahora que está consciente es mucho más fácil.
- ¿Cómo me encontraste? No puedo recordar lo que pasó – arrugo la nariz. Él debió haber pasado por un momento realmente difícil, sus heridas no son algo tan simple como las de una víctima de asalto o algo así.
Él fue amarrado, tiene marcas en sus brazos que lo comprueban, fue torturado, o al menos eso imagino al ver todos esos cortes superficiales y otros no tanto, y finalmente, su propósito era acabar con él.
Es sorprendente como me habla como si no hubiese pasado nada, o al menos sigue siendo tan frio como la noche que lo conocí.
- Estaba llegando a casa y mi vecino vino corriendo a mí porque cuando iba a botar la basura, se dio cuenta que había un cuerpo tirado en el contenedor – el pobre chico no deja de pasar dificultades y sigue viviendo cosas que no debería.
Pero yo no puedo hacer más por él si cuando le ofrecí ayuda a su madre para alejarlos de ese hombre, lo excusó diciendo que solo tuvo una mala noche y que por favor no me metiera en sus asuntos maritales.
Al menos fue amable y trata bien a su hijo, siempre se interpone y es por eso que siempre está tan herida, solo por eso no la odio. Pero, en fin, todos tenemos problemas y yo no me meteré en los de los demás.
- ¿Y por qué vino hacia ti? – con cuidado, hago que se siente en mi cama, lo dejo ahí mientras acomodo la almohada a sus espaldas y traigo varias cobijas. Aquí hace mucho frio por las noches.
- Porque todos en la zona saben que soy doctora y que si tienen una herida pueden acudir a mí – es muy común que en mis días libres se riegue la voz y aparezcan varios vecinos con gripes o cortadas, algunas impresionantes y otras que pudieron haber tratado en sus casas con una simple tirita.
Pero no digo nada al respecto porque me parece lindo verlos aliviados y confiando de esa manera en mí.
- Ya veo, eres muy querida por aquí – me encojo de hombros.
- No es una zona de grandes recursos, pocos, por no decir que ninguno, tiene la posibilidad de una buena atención en clínicas, hasta en los hospitales es un poco complicado a veces – hago que se acueste, y cuando estoy satisfecha al verlo cómodo, me enfoco en mí – A mí me gusta ayudar y ellos solo confían en mí.
>> Iré a tomar un baño, y será muy largo, así que, si necesitas algo, dilo ya – suspiro haciendo tronar mi espalda. Arrugo la nariz. Arrastrar a este tipo hasta mi casa no fue sencillo ni de chiste.
Ya varias veces he tenido que cargar con uno que otro paciente, pero Dmitry es el hombre más grande y robusto que he conocido en mi vida, y considerando lo concurrido que es el Memorial, es decir bastante.
- No tienes que preocuparte, muchas gracias – asiento y sin más, me dirijo a tomar mis cosas para también vestirme en el baño.
Él ya me ha visto desnuda y demás, pero siento que este no es un buen momento para simplemente pasearme sin ropa como si nada. Él pasó por algo muy malo, no pienso preguntarle, pero no hace falta, lo evidente salta a la vista, y aunque ha actuado normal conmigo, siento que puede sentirse algo aturdido.
De todos modos, no es como si yo supiera como es su comportamiento “normal” así que dejaré de quemarme la cabeza y por fin me tomaré ese baño con el que venía fantaseando desde que llegue al hospital y tuve que tomar esa ducha rápida.
Odio las duchas rápidas, siento que quedo sucia.
Omnisciente
Gabrielle se sentó en su pequeña bañera rebosante de agua caliente y sus sales de baño. Puede que no viva llena de lujos, pero su neceser está lleno de cremas, jabones, perfumes y sales de baño, incluso de esas velas aromáticas y esencias.
Sí, su parte favorita del día era ese, cuando reposaba en su bañera y todo a su alrededor olía a sus esencias preferidas, la relajaba, ayudaba a olvidar sus preocupaciones. Solo que esta vez, no fue así.
La morena no sabe si es porque se le acabó su esencia de lavanda y olvidó reponerla, o su frustración en realidad es debido al hombre herido que está acostado en su cama.
Ha visto cosas peores, tiene un par de años ejerciendo como doctora sin mencionar sus años de prácticas, desde entonces ha sido testigo de accidentes que ha dejado afectados en estados deplorables, víctimas de monstruos en pieles humanas, incluso recuerda a un adolescente después de haber sido atacado por un gran perro con rabia.
Emergencias no es el mejor lugar si no se tiene una alta tolerancia, y ella ha pasado la mayor parte de su profesión trabajando en esa sección. Así que lo que la tiene tan inquieta, aun en su sagrada bañera, no son las heridas del hombre, tampoco que haya sobrevivido.
Ya tiene un paciente cuyo corazón se ha detenido y ella lo ha salvado, tres veces.
Pero, le preocupa un poco que él no haya aceptado ser llevado a un lugar en donde tendría mejor atención, también el hecho que ha sido desechado en la basura, seguro su victimario lo tomó por muerto; además, la manera en la que se ensañaron tanto por maltratarlo y no simplemente matarlo.
Elle no es estúpida, algo peligroso está detrás de todo esto y está segura que no quiere ser parte de eso, pero tampoco es capaz de simplemente pedirle que se vaya de su casa, está herido, y por sobre todas las cosas, ella prometió cuidar de los enfermos y los que necesitaran su ayuda.
Cuando se recupere, lo sacará de su casa, sí, eso es lo mejor, solo debe seguir cuidándolo hasta que esté en perfectas condiciones y se desligará por completo de lo que sea que persigue a ese hombre de aspecto aterrador y que logró lo que ninguno hizo antes.
Hacerle llegar más de una vez en un solo encuentro.
Ah ¿Cómo podría olvidar esa noche? Fue asombroso.
- Mierda – masculla entre dientes saliendo de sus pensamientos y regañándose a sí misma por pensar de esa manera de alguien que se encuentra convaleciente ¿ahora qué es? ¿una perra caliente? ¿Jessica? No, tiene que controlarse.
>> Mañana no puedo olvidar la lavanda, el jabón de flores se está acabando… - empieza a murmurar con la mirada fija al techo. Desde que vive sola, más exactos, desde sus diecisiete, aprendió que para no pensar en lo sola que se sentía, lo mejor era hablar sola o tener música sonando.
Puede que sea triste, seguro que al inicio ella lo pasó muy mal, pero después no tuvo siquiera la oportunidad de pensar en ello, no cuando estaba tan ocupada, primero con los estudios, y ahora en su trabajo.
- También tengo que comprar lechuga, tomate… - la morena sigue metida en su mundo, tarareando su lista de mercado mientras sale de su relajante ducha y empieza a aplicar sus cremas y perfumes sobre su piel.
Sí, puede que sea muy indiferente con cualquier cosa, pero en lo que respecta a su hora del baño, es bastante seria.
Es posible que eso se debe a que mientras estaba entrando a una leve depresión luego de la muerte de su padre, ese fue el único lugar en el que pudo tranquilizarse un poco y permitirse pensar en positivo. Su amado padre murió, ya no estaría con ella, pero él finalmente dejaría de sufrir por su enfermedad y todo lo que hacía por recuperarse, aun cuando no parecía haber mejora.
En un inició, ella pensó en especializarse en oncología, por su papá, por hacerle honor y ayudar a la batalla contra lo que se lo llevó, pero fue débil, no dejaba de pensar en todo el tiempo que estuvo enfermo y decidió enfocarse en otras cosas.
La morena sacude su cabeza alejándose de sus pensamientos, previendo que van a un mal lugar, y cuando ya está vestida, lista para dormir, sale a su habitación, pegando un pequeño salto al ver a ese enorme hombre en su cama.
Por un momento se le olvidó que estaba ahí.
Entre suspiros, ella se acerca a tomar una de sus almohadas y la cobija sobrante que siempre deja cerca, pero antes de salir, el gran hombre abre sus ojos.
- ¿A dónde vas? – podría haberse asustado, pero no, la reacción de Gabrielle fue distinta, parecía como si un escalofrío la hubiese recorrido ¿Qué habrá pasado por la cabeza de la preciosa morena que le salvó la vida cuando lo escuchó?
Ese pensamiento lo hace sonreír un poco, algo impresionante después de lo que descubrió y las heridas que sufrió luego de eso, normalmente, él estaría enfrascado en sus asuntos, pero ella no pasa desapercibida, mucho menos ante Dmitry, que la encontró encantadora desde la primera vez que la vio.
Hermosa, con un pantalón de cuero que le hacía ver unas piernas de infarto, un escote que lo llamaba a investigar que había más profundamente, y una boquita que ponía a su imaginación a volar.
Si Nikolai se entera que fue herido de tal manera por haberse distraído con esa encantadora morena en aquel bar, en lugar de seguir con su trabajo de espionaje como era el plan, seguro se encargaría de matarlo él mismo.
Su hermanito necesita calmarse un poco, pero Dmitry ya ha intentado muchas veces corregir a sus hermanos, intentar hacerles ver que la vida era un poco más que su trabajo, pero los tres son unos cabezotas.
- A la sala, dormiré en el sillón – la hermosa morena voltea levantando la ceja, eso casi lo hace querer sonreír aún más.
Desde que la vio supo que sería un cuerpo delicioso que probar, era garantizado que pasaría una buena noche aun si ella no se movía, él siempre fue del tipo que no le importa ser quien toma las riendas al momento del sexo.
Pero al hablarle y notar que no era cualquier niña tonta y bonita, lo prendió, especialmente cuando fue descarada al aceptar que le gustaba lo que veía mientras lo recorría de pies a cabeza.
Sí, Dmitry olvidó completamente el motivo por el que estaba ahí esa noche y no pensó dos veces antes de llevarse a la hermosa morena. Pero ¿alguien podía culparlo?
Sí, sus hermanos, Ekaterina seguro hasta diría que es un cerdo, pero no importa, es normal que su hermana se asquee cada que alguno de sus hermanos menciona la palabra “sexo.” Sorprendentemente, ella es bastante recatada con ese tema.
- No, ven a dormir aquí, llene de sangre tu sofá y espero que no te refieras como sillón a esa silla de madera con esa almohada fea verde – la morena frunce los labios y lo observa con dureza.
- Sí, dormiré ahí – Dmitry no necesita siquiera sentarse en esa silla para saber lo incomodo que puede resultar dormir ahí, pero Gabrielle detiene todos sus pensamientos de tirón – He dormido en lugares peores, despreocúpate y mejor duerme de una vez, eso ayudará a tus heridas.
Después de interminables horas de turnos y estudios, ella ha experimentado lo incomodas que son las camillas e incluso más de una vez la encontraron dormitando en el piso con su chaqueta como almohada. Su silla de madera no será problema.
- Dije que no, ven a dormir aquí – la morena chasquea la lengua con molestia, pero no tiene la oportunidad de seguir discutiendo porque el gran hombre se sienta tranquilamente y le habla con seriedad.
>> Me siento mal por hacerte pasar por esto, no tienes nada que ver e igual me trajiste a tu casa y curaste mis heridas – muchos pueden describir a Dmitry como un tipo frio, sanguinario y que solo ve por los suyos, pero se olvidan que es un hombre justo.
Él no le hará daño a nadie que no se lo merezca y se encarga de retribuir a quien lo ayudó, aun cuando no sabe que podría hacer por esa hermosa morena que salvó su vida, puede comenzar por no robar su cama.
Gabrielle duda, pero algo en el gesto enojado de Dmitry le dice que podrán durar toda la noche discutiendo sobre quien dormirá en la cama. Y ella está agotada además que al día siguiente tendrá un día igual de agotador, eso si no se presenta otro accidente que deje múltiples heridos y sea peor. Sí, ella no va a perder valiosas horas de sueño por una tonta pelea.
- Pero tú te quedas en tu lado y yo en el mío, no te atrevas a tocarme – lo regaña devolviendo la almohada a su sitio anterior y recostándose suavemente, mientras que el permanece sentado otro poco más.
- ¿Segura? La última vez que te puse la mano encima parecías disfrutarlo – ni siquiera tiene que recordárselo, desde que estaba en la bañera, no ha dejado de pensar en sus habilidades en la cama.
- Cállate y duerme, los dos lo necesitamos – se acuesta dándole la espalda, pero eso no le impide escuchar su ronca y floja risa.
- Buenas noches, encanto – muchos pensamientos pasaron por la cabeza de Gabrielle al escucharlo hablarle de ese modo, marcando más profundamente su acento y su voz sonando más ronca.
Uno de esos pensamientos se encuentra una gran duda ¿cómo es posible que se haya sentado tranquilamente como si su abdomen no estuviese lleno de heridas?