Helena. Bien. Cinco días. Pasaron cinco días desde que no se nada de él. —Hel, veo que tienes sed —Grita una divertida, Angel sobre la música. Esta debe ser la quinta cerveza que bebo esta noche. Estoy sentada en el taburete del bar en este club penoso, bebiendo una cerveza y viendo fijamente como la aguja del reloj de pared se mueve cada segundo. Si me concentro lo suficiente puedo oír el «Tic, tac» sobre toda esta música de mierda. —Para que te quedes aquí sentada toda la noche, claramente no te invite. ¡Vamos! ¡Bailemos! —Chilla Angel y me da un codazo. Yo aparto la mirada del reloj y la miro a ella. —Yo no quería venir. Lo sabes. —Dije entre dientes, mordiendo mi lengua para no decir mucho más. Desde aquella conversación en mi antiguo empleo, apenas puedo mirarla sin quere