Alex.
Estoy aquí.
Viendo el lugar donde ella se casará dentro de unos minutos... Unas horas... No lo sé.
No sé si quiero entrar allí. No sé si quiero arruinar esta boda. En verdad si lo quiero, lo deseo con cada parte de mí, pero no quiero lastimarla de nuevo.
Estos años fueron una tortura, no tengo idea como hice para vivir sin ella. En realidad, no viví sin ella. Hace tantos años no respiro, no siento, nada.
Quise convencerme a mí mismo que no la necesitaba. Que en verdad no la amaba. Que no era feliz junto a ella, pero solo fue un maldito intento por seguir adelante o, mejor dicho, dejarla a ella seguir adelante.
Estoy arrepintiéndome de estar aquí. Ahora debería estar en un bar. Emborrachándome por lo que perdí, por lo que pudo haber sido, por toda mi vida de mierda, por mi destino.
Con qué puta cara vengo después de seis años. Ella probablemente me vea y me saque a patadas o peor, me verá, sonreirá y dirá que me perdona. Después se casará con ese hombre y seré un simple recuerdo.
Cada paso que doy extrañamente me hace sentir mejor, saber que probablemente esté a pocos metros de ella hace que mi corazón lata a mil por hora.
Cuando entro a la recepción del lugar, una mujer se aproxima a mi bastante tímida. Llega a molestarme.
—¿Disculpe... ¿Es invitado de la boda de la señorita Helena y el señor Kyle? —Pregunta poniendo un mechón que tenía en su cara, detrás de su oreja
Le di una de mis mejores sonrisas "baja bragas" y ella se sonrojo.
—Si, de hecho, yo...
Antes de que pudiera seguir con mi mentira, la mujer miró hacia abajo y seguido a eso, yo también. Un niño tocaba su falda y cuando esta lo miró a la cara, él sonrió.
Sentí un gran nudo en mi garganta y ¿qué me pasa? Se parecía mucho a mi cuando era niño.
—Disculpe. Neceeesito la cartera de la novia —Dice el niño en una voz muy tierna y aguda.
La chica le asiente al pequeño y se va atrás del mostrador.
Yo me agacho para que ambos quedemos frente a frente. Él me mira con recelo y frunce el ceño. Dos segundos después notó que yo estoy haciendo lo mismo. Es tan pequeño que siento ganas de abrazarlo lo que es muy extraño para mí, porque nunca quise abrazar a un niño y menos a uno que no conozco. Me estoy volviendo loco.
—¿Quién es usted? —Pregunta dudando. Como si ya me conociera.
—Alex —Me limito a decir.
—¿Es amigo de mi mama?
—No sé quién es tu madre.
—Oh, entonces de Kyle.
—Tampoco lo conozco, niño.
—¿Y qué hace aquí?
—Vine a ver a la novia.
El niño me siguió mirando con recelo, para después sonreírme y agarrarme de mi saco, ese gesto me mortifico demasiado ¿que tiene este niño? ¿Lo vi alguna vez?
Él agarra el bolso que la chica tenía en la mano y me llevó por un pasillo lleno de luces y puertas.
Paro en una y entro sin dudar.
La vi. Estaba allí. Es la misma... Solo que, con el pelo rubio, que le queda precioso.
Tenía un vestido blanco y parecía un ángel. Mi corazón se detuvo y el tiempo también, todo iba en cámara lenta. Me siento nervioso y mareado. No sabía que verla iba a ocasionarme tantos sentimientos contradictorios al mismo tiempo. Quiero correr, golpear cosas, huir. Y al mismo tiempo quiero abrazarla, decirle que lo siento, tocarla.
La extrañaba tanto. Es todo por lo que quiero luchar y vivir. Es lo que ocasiona que tenga ganas de seguir respirando. Es lo único que me hizo feliz y jamás voy a poder dejarla ir.
Ella se arrodilla y sigue mirándome directamente, está en shock. Veo sus ojos vidriosos y si veo una sola lágrima correr por su mejilla, voy a derrumbarme también.
—¡Mamá! —Grito el niño y corrió hacia ella preocupado
¿Mamá? ¿Como que Mamá? Allí mi mundo se derrumbó.
¿Ese niño es de Helena?
Helena cayó rendida. Me aproximé a ella para tomarla y levantarla, pero una mano toco mi pecho, la quitó y me arrodillo al lado de Helena. Toco su mejilla y una ola de calor sube por mi cuerpo, devolviéndome la vida.
—Alex, tienes que irte ahora. Si la mamá de Helena te ve, se armará una grande —Dice Kelsey
—No puedo dejarla aquí tirada... —Digo entre dientes
—La mamá de Helena se irá esta tarde a un crucero con su marido. Tu estarás libre de perseguirla por dos semanas, no le dirá a su prometido quién eres tampoco.
—¿Es mío? —Miro hacia el niño que está tocando la cara de su madre, está asustado y llorando.
Kelsey asiente y miro el techo. «Mierda, ¿que hice?»
—Hey, campeón tu mamá se pondrá bien, no te asustes —Asiente muchas veces con la cabeza y yo tampoco puedo evitar llorar como él.
Este niño es hermoso y de nosotros. Es de Helena y mío. No puedo creer que clase de mierda soy. Me levanto y miro una última vez a Kelsey.
—Gracias por encontrarme
Ella me guiña un ojo y sonríe
—De todos modos, te odio por lo que le hiciste. Ella puede perdonarte, pero yo, olvídalo.