La segunda planta

2959 Words
Conforme subieron a la segunda planta, un gran letrero que decía “Boys” señalaba una puerta que estaba abierta. Gustavo se detuvo un poco para que Rusell pudiera mirar con detenimiento la primera puerta. Sus ojos analizaron el lugar, luces neón, un bar, junto con un escenario donde bailarines hombres se presentaban, pudo incluso divisar en una mesa a Ivanov casi babeando por un pelirrojo con uniforme de policía que bailaba en su mesa. — Sígame, no quiero que se pierda – susurro Gustavo a su oído, sacándolo de su mente. No dijo nada, solo carraspeó y continuó siguiendo al rubio, poco más adelante había una puerta más esta tenía el letrero de “Girls” era básicamente lo mismo, solo que en vez de hombres bailando eran mujeres. Nuevamente pudo divisar a lo lejos una de sus oficiales, Kylie si bien recuerda, que tenía una rubia sentada sobre ella besándola apasionadamente. Bendito acuerdo de confidencialidad. Siguieron caminando por el pasillo hasta llegar a más puertas, algunas estaban cerradas, algunas abiertas o semiabiertas, pasaron por una que estaba abierta, Horacio estaba en ella, tenía a un chico esposado a una X en la pared mientras lo torturaba un poco. Gustavo estaba tan acostumbrado a ver a Horacio así, jamás cerraba la puerta, le gustaba ser un explícito total. Pero pudo ver como Rusell recorría con la mirada la habitación, entreabrió los labios y pasó su lengua por ellos. No pudo evitar sonreír. Tomó la mano de Rusell, sorprendiéndolo. La sonrisa del rubio se hizo evidente tanto como su perversa mirada. Puede que Rusell sea el enemigo, pero en verdad quiere adentrarse al infierno con él. Rusell no es el único curioso está noche… — Como buen anfitrión te dará un pase VIP – le sonrió y lo guió hasta la habitación contigua a la de Horacio. Entraron en ella, era casi la misma habitación. Gustavo soltó su mano y cerró la puerta. — ¿Qué demonios haces? – dijo Rusell con la voz ronca, no podía ocultarlo, estaba excitado. Su cuerpo hablaba por él. — Demostrarle lo que la segunda planta hace y qué mejor que hacerlo yo mismo, quien creó este lugar. Cerró la puerta tras él, puso el seguro y fue cuando Rusell se le quedó mirando, intrigado por saber que pasaría. La curiosidad por entrar a ese infierno comenzaba a quemarles las manos. Bajo la luz roja neón, la sexy música de fondo, Gustavo se quitó su camisa, le sonrió y poniendo una mano en su pecho lo empujó hasta tirarlo en la cama. Rusell desvió un poco su mirada, solo para confirmar si de verdad en el techo había un espejo. — Mejor vista – susurro a su oído, comenzó a besar el cuello de Rusell, movió un poco sus caderas tratando de friccionar sus miembros. Rusell se estaba dejando llevar, estaba tan drogado de todo ese lugar, del dueño de ese lugar y no entendía bien el porqué, seducido por los besos del rubio, pero en cuanto cayó en cuenta retiró a Gustavo de un rápido y ágil movimiento, lo dejó sobre la cama. Gustavo soltó una risita. — Daddy quiere tomar el control ¿eh? Rusell no sabía cómo responder a eso. No sabía cómo llegó a la habitación. ¿Cómo es que se dejó llevar tan fácilmente? La curiosidad. Ver a Gustavo desnudo de su cintura para arriba, ver sus tatuajes, como movía sus caderas, provocándolo, como movía su cuerpo y jadeaba. La curiosidad de recorrer el cuerpo de ese rubio era más grande que su propio deber… Se quitó las gafas oscuras, junto con su saco y camisa, se acercó a uno de los cajones, lo primero que encontró fue lubricante, condones y algunos “dulces” saco el lubricante y un condón. El siguiente cajón tenía algunos consoladores, vibradores, anillos de diferentes tamaños y más juguetes. El cajón de abajo tenía esposas, vendas y cuerdas. Miro al rubio, este se estaba mordiendo el labio, impaciente por ver lo que haría, lo que sacaría, lo que usarían. Rusell volvió su mirada a los cajones. Pasó sus dedos por las cuerdas, gruesas y duras. Su boca se resecó, sentía el fuerte latir de su corazón y pequeñas gotas de sudor por su frente… La curiosidad pudo más con él. Saco las cuerdas, tomó un látigo del mueble contiguo a ese y lo dejó caer sobre la cama. Tomó a Gustavo de la nuca y comenzó a besarlo hasta quitarle el aliento, mientras el rubio recuperaba el aliento, tomó sus manos, las puso sobre su cabeza y tomando la cuerda las amarró junto a la cabecera de la cama. A Gustavo le sorprendió lo bien que hacía los nudos ¿Dónde habrá aprendido a hacerlos? Cuando sus manos estuvieron inmovilizadas, Ruell pasó sus manos sobre el pantalón de Gustavo, no perdió más el tiempo y lo sacó junto con sus calzoncillos. No pudo evitar soltar un gemido, le encantaba la fuerza con la que le estaba tratando. — Tan rápido te has calentado nena – sonrió Rusell al ver la erección de Gustavo. — Usted es muy caliente Rusell. — Para ti seré señor, nada de Rusell, no somos amigos. — Está bien, señor – sonrió Gustavo. Rusell tomó el látigo y comenzó a deslizarlo por el cuerpo desnudo de Gustavo, sentir el frío de la soga de cuero, involuntariamente jalaba sus manos. Le gustaba, le gustaba ver como el rubio perdía el control con solo un tacto suyo. Dio el primer latigazo, no fue muy rudo pero sí lo bastante fuerte para hacer que gimiera fuerte. No conforme con ver al rubio asi, siguió dando latigazos hasta que se canso, la piel roja de Gustavo donde habia estado dando los latigazos le encanto a Rusell. Gustavo por su parte estaba tan excitado que si recibía otro latigazo más, estaba seguro de que se correría, por suerte no recibió otro latigazo más. Lo que agradeció internamente. Rusell tomo el lubricante, lubrico tres de sus dedos y sin que el rubio estuviera listo, lo penetro haciendo que Gustavo arqueara la espalda y soltara un grito. — ¿Te gusta nena? — Sí Señor – gimió Gustavo al sentir como volvía a ser penetrado por los dedos de Rusell. No era su primer sexo anal, pero si que era su primera vez con alguien tan rudo. — Esto es solo el principio… Gustavo trago seco, no sabe lo que le espera pero está más que ansioso por descubrir lo que le espera. Rusell sintió que ya estaba preparado, o al menos ya estaba algo dilatado. Bajo la atenta mirada de Gustavo, se quitó el resto de su ropa quedando desnudo, se acercó hasta quedar frente al rostro del rubio, acerco su pene a la boca del rubio y delineo sus labios con la punta de su m*****o erecto. Gustavo, sin dejar de mirar a Rusell a los ojos, abrió la boca y con su lengua lamió la punta del pene de Rusell. Un gruñido se escuchó por parte de Rusell, con una sonrisa maliciosa se acercó lo más que pudo hasta poder chupar el m*****o de Rusell, admirando cómo echaba la cabeza para atrás y gemía, disfrutando de la mamada de Gustavo. Si tan solo tuviera movilidad en sus manos, la magia que no haría con ellas y de lo profundo que podía llegar a ser su garganta. Cada vez lo sentía más duro, sentía el palpitar del m*****o de Rusell en su boca, quería seguir y sentir como el semen recorría su boca y su garganta, pero su deseo no fue concedido ya que Rusell sacó su m*****o antes. Con un hilo de saliva y jadeando, Gustavo lo miró, ansioso y queriendo descubrir qué más tenía en la mente Rusell. — ¿Creí que querías jugar? – sonrió de lado. — Quiero ver como tus ojos se ponen en blanco, como tu voz se hace cada vez más ronca debido a los gritos que me darás, quiero sentir como tus piernas flaquean cuando estés en la cumbre del orgasmo, quiero ver como te corres por y para mi. Gustavo estaba por responderle algo, cuando sintió como el m*****o de Rusell entraba en su cavidad anal. No vio ni cuando se puso el condón. No pudo pensar más, por más que Rusell lo haya dilatado, no fue lo suficiente para recibir semejante tamaño dentro de él. Sus manos jalaban las cuerdas, eso complació a Rusell, no dejo que pasara un minuto para que Gustavo se acostumbrara a su tamaño cuando comenzó a embestirlo, lento pero cada vez llegando más profundo. Gustavo sentía como si lo partieran a la mitad, literalmente. Rusell se sujetó de las caderas del rubio para poder moverse mejor y llegar mas profundo, ver como el rubio gemía, echaba la cabeza para atrás, jalaba sus manos, y movía sus caderas para satisfacción suya, le encantaba verlo bajo los efecto del éxtasis y lujuria que él mismo le estaba provocando. La curiosidad de ver como se corría era muy grande, así como sus ganas de follarlo hasta verlo llorar. Una de sus manos viajó hasta el cuello de Gustavo, apretándolo con cada embestida, cada vez un poco más fuerte, mirando como su piel se tornaba roja, sus lágrimas por falta de oxígeno corrían por sus mejillas, era algo excitante para él. Aumentando la presión en su cuello, aumentó sus embestidas, sintiendo como el rubio lo estaba apretando, dedujo que estaba por correrse así que con su otra mano lo comenzó a masturbar al ritmo de sus embestidas. Gustavo estaba en la cumbre del placer, no trato de contener su orgasmo solo se dejó llevar, corriéndose por completo. Rusell satisfecho de ver como el rubio puso los ojos en blanco, y sus piernas flaquearon al correrse, él se corrió dentro de Gustavo liberando por completo todo lo que tenía. Pasaron unos segundos cuando Rusell soltó su cuello y salió de él, tomó el condón lo amarró y lo tiró. Gustavo comenzó a toser, tratando de recuperar el aliento, jadeando muy fuerte y mirando como Rusell sacaba un cigarrillo de su pantalón. — Eres intenso – dijo Gustavo aun jadeando. — Y tú muy bueno – dijo Rusell con la voz ronca, se acercó a él y lo desató – Verte en la cumbre del placer será inigualable. — Y sentirte dentro es algo inexplicable – le sonrió, masajeando sus muñecas marcadas por las cuerdas. — ¿Podrás caminar? – sonrió divertido. — Eso espero – soltó una risita Gustavo levantándose de la cama para recoger su ropa – Agradezco tener buenos analgésicos porque sino, estaría en silla de ruedas – le sonrió y terminó de vestirse. — ¿No quieres segunda ronda? — Tal vez otra noche Rusell – suspiro – Tengo que ver que mi club no sea destruido – soltó una risita – No por ser exclusivo signifique que haya imbéciles que se pasen de listos – lo miró – Quédate todo lo que quieras, te traeré algo en unos minutos – se acercó y le dio un corto beso en los labios disfrutando los labios de Rusell – Eres fascinante, Señor. — Lo mismo puedo decir nena – sonrió Rusell mirando como se iba Gustavo dejándolo solo en esa habitación – La curiosidad mató al gato – susurro para sí sonriendo divertido. Gustavo tomó dos analgésicos de los fuertes con un poco de vodka, se acercó a sus chicas, para ver que tal estaba su noche. — Todo bien señor – los dos se sonrieron. — Perfecto chicas – sonrió Gustavo – Melissa ven un minuto – la castaña lo siguió quedando un poco lejos del resto de sus compañeras. — ¿Qué pasa Gustavo? ¿Quieres un trabajito? — Está noche no cariño – le sonrió acariciando su mejilla – La habitación 6 de lado derecho, tiene un semental que necesita ser empotrado – la chica sonrió coqueta – Es especial por eso le mandó a la mejor. — Que halagador. — Trátalo bien cariño – le sonrió. — Lo haré Gustavo – le dio un corto beso en los labios antes de irse a la segunda planta. Rusell terminaba su cigarrillo, al ver que no llegaba Gustavo comenzó a recoger su ropa pero el sonido de la puerta abrirse lo detuvo. Esperando que fuera Gustavo, encontró una chica alta, buen cuerpo, castaña, con un atuendo de enfermera que mostraba todo. — El señor Gustavo manda algo especial para usted, lo mejor de la casa. — ¿Qué? – preguntó curioso, intrigado por saber que era. — A mí – sonrió coqueta. Rusell estaba por negarse, pero una noche de descontrol nada le quitará. Así que no dudó más y tomó a la castaña en su poder. {…} El día en comisaría había estado algo ajetreado, sin duda, todos adoraban el acuerdo de confidencialidad. Era como si ninguno hubiese ido a ese club. Rusell estaba incluso de mejor humor, sin duda el sexo hace maravillas. Estaba de camino al hospital ya que habían herido a dos de sus oficiales y quería saber su estado cuando vio a Gustavo con unas rosas en la mano, quería acercarse pero según el acuerdo de confidencialidad no puede hacerlo a menos que la persona implicada quiera hacerlo. Gustavo había tenido una mañana bastante relajada, le dolía horriblemente la cadera pero la cogida había valido la pena. Había estado perfeccionando la tercera planta para todos sus invitados. Pero, no lo haría sin su prometida. Salió de casa, tomó su Audi R8 y condujo hasta una florería donde compró un ramo de rosas rojas y después condujo hasta el hospital para darle una sorpresa a su chica. Al llegar al hospital vio todo el alboroto que había, si bien había escuchado, hubo un robo al banco central así que podía entender el alboroto. Inconscientemente buscaba con la mirada al Jefe pero no pudo verlo. Así que se concentró en buscar a su chica, quien estaba bajando las escaleras lista para irse y evitar aquel caos. — ¡Nat! – grito Gustavo a lo que su chica se giró y vio a su prometido, los dos se acercaron casi corriendo, se abrazaron y después se besaron como si no se hubiesen visto en semanas - ¿Cómo está el amor de mi vida? — Cansada y estresada – suspiro – Pero ahora estoy mejor – le sonrió. — Perfecto, por cierto, estaba por el camino y vi esto – le entrego el ramo de rosas – Lo mejor para la mejor. — Eres un romántico cuando te lo propones – le dio un corto beso – Pero por eso te amo. — También te amo – la abrazo por la cintura y comenzaron a caminar a la salida, cuando la mirada de Gustavo se encontró con la de Rusell, detuvo un poco sus pasos para verlo mejor. — ¿Qué pasa amor? — Nada – sonrió Gustavo sin mirarla – Creí ver a Horacio, eso solo eso – le dio un guiño a Rusell y siguió su camino junto a su chica. Rusell quedó descolocado al ver toda esa escena y encima ver como Gustavo le dio un guiño con su novia al lado. ¿Acaso estaba loco? ¿Cómo es que tiene novia y ayer estaba disfrutando ser follado por él? ¿Qué rayos pasaba con Gustavo? Gustavo era la incógnita más grande para Rusell. {…} — ¿Hablas en serio? – sonrió divertida. — Muy en serio – sonrió Gustavo terminando de cocinar. — Joder, debo decir que es un gran hijo de puta, siempre con mal genio y tratando a todo el mundo como si fuera un estupido. Pero sin duda querido tienes efecto en esa clase de personas – le sonrió. — Claro que sí – se acercó a su chica y la beso – Te tuve a ti ¿no? — Bobo – le sonrió - ¿Y supiste que tal le fue a Mel cuando la mandaste con él? — Salió casi igual que yo – los dos rieron – Deberías probarlo cuando lo veas en el club. — No quiero que me dejen inválida, suficiente tengo contigo – volvieron a reír – Por cierto, hablando de dejar inválidos a todos, escuche rumores sobre los Miller. — ¿Qué escuchaste? — Que irán al club – lo miró – La tercera planta para ser específica – le sonrió – Tal vez podamos ir esta noche. — No tengo problema con ello – le sonrió – Sirve que vemos cuantos más se unen al rodeo. — En verdad serás el mejor esposo que podre tener – Nat lo beso tiernamente. — Y tú serás la mejor esposa que alguien podrá tener – le sonrió Gustavo – Y hablando de eso, tengo el contacto de una buena organizadora de bodas. — Perfecto, llamémosla mañana y hagamos una cita. Nuestra boda tiene que ser perfecta. — Al igual que la luna de miel – le dio un guiño. {…} Rusell volvía al club esa noche, con la esperanza de encontrar a Gustavo y tal vez hablar con él. — No está esta noche aquí – dijo Melissa. — ¿Qué? — Buscas a Gustavo lo se – le sonrío – Él está en la tercera planta – le dio una cerveza. — ¿Hay alguna planta más? ¿Y qué hay ahí? — ¿Eres soltero o tienes pareja? — ¿A qué viene eso? – dijo Rusell confundido. — Bueno porque si eres soltero ni de coña entras ahí, pero si tienes pareja entras con facilidad – le dio un guiño – Diviértete esta noche, Señor – dijo antes de irse y dejarlo descolocado. ¿Qué demonios hay en la tercera planta?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD