La brisa fría de una larga noche le daba en la espalda de Jack, las luces del auto iluminaban sus cuerpos y parte del camino en aquel descampado, los gemidos de Gustavo eran incontrolables, sus manos se aferraban a los brazos de Jack, la constante penetración en su próstata le estaba haciendo tocar las estrellas que tenían sobre ellos. Jack se aferraba a su cadera y tomaba fuerza para embestirlo más fuerte y tocar su punto sensible. Los bufidos de Jack, su cabello despeinado, el sudor de su frente y la boca entreabierta, sintiendo como tanto su cuerpo como el de Gustavo se tensaban conforme se acercaban a la cumbre del orgasmo. Tocando el cielo, sus manos se entrelazaron, y justo antes de llegar al éxtasis completo. Una mirada que lo dijo todo, en la que no solo sintieron el placer del se