Rusell comenzaba a oler algo apestoso, miró qué demonios apestaba su patrulla cuando vio la bolsa de pescado de Gustavo. Genial, se le había olvidado. Llegó a comisaría y bajo la bolsa, ya le llamaría para que pasara por ella más tarde. — ¿Traes la cena o qué? – dijo Petrov. — Callate, se le olvido a alguien le llamaré para que venga por esto. — Vaya, al fin conoceré a la afortunada que te trae loco – sonrió divertido. — ¿De qué mierda hablas? — Por favor, se nota que estás viendo a alguien, te veo de mejor humor que cuando llegamos – le sonrió – Admitelo Jack, estás enamorado. — Enamorado ni pollas, ahora sal de mi despacho debo hacer una llamada. — Estaré esperando a la hermosura de chica – salió de su despacho riendo. — Anormal – tomo su teléfono y busco el teléfono de Gustavo,