Fernando ¿Era posible añorar tan fervientemente otra piel? Mi respuesta basada en la experiencia era que sí. Lo corroboré por mi mismo cuando recorrí con mis labios el camino que me llevó por las tersas piernas, suaves caderas y cintura de mi aún esposa, de regreso hasta su boca. Confiaba en que pudiera sentir con cada toque lo que no era capaz de expresarle en palabras. Me repetía una y otra vez que nuestro contacto siempre había sido lo suficientemente poderoso como para demostrarle cuánto la amaba sin pronunciarlo. –Fer… Fernando. Jadeó con la respiración descontrolada mientras me deshice de sus últimas prendas íntimas y me ocupé de quedar tan expuesto como ella. Sus manos recorrieron mi abdomen hasta la parte baja, pude sentir la calentura de sus palmas bajo mi propia piel