Fernando No estaba seguro de que fuera una buena idea, pero traté de confiar en el intelecto superior de mi mejor amigo. Mientras Benjamin Morelli ingresaba por primera vez a la oficina de Orlando y se sentaba en el escritorio vacío por su ausencia, yo me puse a pensar en que tan sencillo era reemplazar a una persona. Sin importar los años que pasaran en aquel lugar. –Necesitamos un nuevo asesor de primer ministro en quién podamos confiar. –soltó de repente Angelo, para sorpresa de todos– Orlando ya no podrá volver al puesto y ocuparlo uno de nosotros sería muy evidente, además, ninguno de nosotros estudió leyes. A Angelo los números le iban demasiado bien en la escuela, por ello se inclinó por la economía y finanzas. Alonzo era un poco más tímido, por lo que decidió seguirlo a la mi