Sofía El pequeño cuerpo de Ángel reposaba sobre la camilla de la enfermería. Los ojos ahogados en lágrimas de Emiliana, su madre, no paraban de vigilar cómo dormía plácidamente. Mientras Ángelo peleaba en la dirección, ella no tenía cabeza para pensar en algo más que no fuese la gran posibilidad de no volver a ver a su primogénito. Nada le había pasado, pero supuse que ese era el dolor de una madre. El solo pensar que su pequeño podía ser solo un recuerdo, le había destrozado la calma e integridad diaria. Una mamá era así. Resguardaba la vida de un hijo y sentía esa conexión poderosa con el ser que nació de sus entrañas. Cosa que desde luego, yo nunca tendría oportunidad de sentir. –No puedo creer que mi pequeño haya tenido que pasar por esto. –chilló en voz alta al percibir mi pres