Fernando –Vas a decirme ahora mismo por qué demonios Sofía preparó un cheque para los Greco. El salto de susto que pegó Patrizia Pascuale, asistente personal de mi todavía esposa, fue tan estrepitoso como mi repentina aparición. No la saludé, tampoco pedí permiso para acercarme a su escritorio fuera de la oficina de Sofía en la constructora de los Fioretti. Supuse que no le cayó nada bien verme a la defensiva, por lo general siempre era amable y bufón con ella. Esta vez no iba a ser el tipo habitual. Necesitaba serias explicaciones. –Fernando. –suspiró llamándome por mi nombre de pila con cierto nerviosismo– No creo que sea lo adecuado ¿Por qué mejor no se lo preguntas directamente a Sofía?... –No me gusta joder a la gente con este tipo de amenazas, mucho menos a ti, pero si no me