Desde aquella indagatoria Bruno parecía más sumido en sus pensamientos que nunca. El pobre lobo estaba agobiado por la situación, sentía que había fallado a su compañera a niveles imperdonables y no podía comprender por qué Cló seguía a su lado como si nada pasara. —Debemos hacer algo espectacular para ellas — sugirió el lobo. —Bueno, ¿qué tienes pensado? — preguntó con calma. —Ir a pasear al bosque. Queremos hacerlo en nuestra forma animal — propuso con orgullo. —Bien, lo arreglaré — afirmó con una suave sonrisa. A veces su lobo parecía más un niño que un ser completamente aterrador. No le resultó una mala idea y, realmente, llevaba mucho tiempo sin ver a la leona en todo su esplendor. Tal vez podrían ir hasta la lagunita que estaba a sólo unos cuantos kilómetros de la ciudad, bien