Nate sonreía demasiado feliz mientras caminaba entre los invitados. Él sabía que molestaba a varios con su presencia y eso lo ponía de un humor inmejorable. Divisó a lo lejos a Cló, acompañada por su perro guardián y tres personas más que en su puta vida había visto.
—La ejecutora volvió de la mismísima muerte — dijo sonriente mientras se aproximaba al grupo.
Por supuesto que Nate escuchó el bufido de fastidio de su ex guardiana, la tensión en los hombros de su compañero y, aunque fuese un simple humano lo entendió, la mirada de ese otro sujeto, el de cabellos de color peculiar, no era normal. ¿Qué había hecho? Por su parte no recordaba haber visto nunca antes a ese hombre que le clavaba su mirada con una potencia extraña.
—No jodas, Marcel — masculló con fastidio Bruno.
El mencionado
