Capítulo 6 — Miedo

1526 Words
Por primera vez en la vida, Patrick tomaba un vuelo comercial en asiento turista y se sintió extraño, su familia tenía aviones privados, helicópteros y en casos excepcionales, o alquilaban un avión o viajaban en primera clase. Pero a pesar de lo peculiar del asunto, Patrick se sentía entusiasmado. Lo que estaba haciendo parecía una locura, pero él lo veía más como una aventura y una oportunidad para hacer algo bueno, así mantendría ocupada su mente. Además, la compañía de Nicole resultaba agradable. Ella conversaba con él, le comentaba algunos datos de su familia, de las empresas que manejaban y de su esposo, pero datos vagos, Nicole no mencionaba casi nada de su vida personal, lo que despertaba todavía más la curiosidad de Patrick. En realidad, ¿qué la había llevado a hacer esto?, ¿a contratar un gigoló para que finja ser su novio?, él lo quería saber todo, pero no se le daba bien preguntarle y hacer el papel de chismoso. Eso no era de caballero y además, él sabía que, en algún momento, la misma Nicole se lo contaría. Llegaron a la ciudad y de inmediato ella acompañó a Patrick a lo que sería el hotel en el que él se alojaría, no era nada lujoso y la habitación estaba bastante sencilla, no era a lo que estaba acostumbrado, pero estaría bien. — Es muy tarde… — Musitó Nicole en la puerta, cuando ya se iba, ella había tenido la amabilidad de ayudar a Patrick a desempacar e instalarse. — Mañana en la mañana, iré a ver a mi esposo y vendrás para acompañarme… — Está bien. — Asintió Patrick, acercándose a ella. De inmediato, Nicole se sonrojó, ¿qué le pasaba a esa mujer que a cada momento se ponía colorada? — Eh… Yo pasaré por ti… Temprano… Iremos a la empresa. — Balbuceó Nicole aturdida. Patrick se había puesto lo que Nicole suponía, era una pijama, una fina camiseta blanca que transparentaba marcando cada uno de sus impresionantes músculos. Completando con un mono que caía desde su cintura y resaltaba sus perfectos y redondeados glúteos. «¡Por Dios!», Nicole pasó saliva como si la provocarán con un postre. «¿Es que no se da cuenta de lo que hace?», se preguntó, sintiendo como las mejillas se le encendían cuando Patrick se acercó. — Claro, te estaré esperando. — Patrick le sonrió amablemente. — Bue… Buenas noches. — Nicole se alejó apresuradamente. Era hora de volver a casa, aquella casa en la que su esposo la había dejado prácticamente abandonada, durmiendo sola casi todas las noches y que seguramente, al firmar el divorcio, le quitaría. Pero eso no la iba a deprimir, eso no la iba a derrumbar, se inspiraba Nicole, cuando sin darse cuenta, ya estaba llorando en la oscuridad de su recámara. Si Walter la echaba de esa casa, la única opción que quedaba era irse a vivir con sus padres de nuevo y Nicole no se quería ni imaginar, como se pondría Henry cuando la viera llegar con las maletas, de regreso en su casa. Todo lo que tendría que soportar Nicole después de eso, ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo de solo imaginárselo. ¿Qué iba a hacer?, ¿qué sería de ella?, Nicole tenía tanto miedo y se sentía tan frágil y desesperada, ella no era una mujer empoderada, Brenda estaba equivocada, ella no podía, no podía con todos estos problemas y todo este dolor, sola… Los pensamientos negativos comenzaron a envolverla y en medio de tantos escenarios catastróficos, con lágrimas en los ojos, Nicole se quedó profundamente dormida en la madrugada. * Patrick se había levantado muy temprano como Nicole le había indicado, pero ella no llegaba, ¿podría ser que se hubiera arrepentido?, ¿y si lo dejó allí botado? «No, ella no es esa clase de chicas», se dijo Patrick a sí mismo, recostado en la cama y recordando a Nicole en aquella noche en el bar: la sinceridad en sus palabras, la transparencia en su mirada, la ternura en sus sonrojos. «No, ella no puede ser esa clase de persona» volvió a repetirse Patrick, acomodándose en la cama y cerrando los ojos, quizás ella tardaría y tendría sus razones para hacerlo, pero él estaba seguro de que llegaría. Un momento después, sonó un suave golpeteo en la puerta, tenía que ser ella, pero Patrick no contestó, un momento después, Nicole ya estaba usando su llave de respaldo para entrar en la habitación, ella vio a Patrick dormido, estaba arreglado, eso quería decir que la había estado esperando. Nicole lo observó por un rato, nunca antes había visto a un hombre tan atractivo y perfecto en su vida y posiblemente, nunca más lo volvería a ver, así que por ese ratito, ella solo quiso deleitarse al por lo menos observarlo. Luego, caminando con mucho cuidado de no hacer ningún ruido, Nicole dejó sobre la mesa de noche algo, un paquete junto a un papel, para después marcharse en silencio. La puerta sonó cuando se cerró y Patrick de inmediato abrió los ojos, ¿qué había dejado ella? Sobre la mesa, estaba la llave de respaldo de la habitación que Nicole tenía, un paquete que Patrick abrió y contenía dinero, seguramente era el pago por sus servicios, pero, ¿cuáles?, si todavía no había hecho nada. Así que revisó rápidamente el papel que contenía un escrito. “Lo siento, te traje hasta aquí y finalmente, no usaré tus servicios, pensé que podía hacerlo, pero si te soy sincera, me da miedo. Lamento haberte hecho hacer este viaje, te dejaré tu pago, no es tu culpa que no hayas cumplido con el trabajo. Gracias por todo, Patrick, fuiste… Eres muy amable” Patrick gruñó una mald!ción y salió disparado tras ella. * Nicole respiró profundamente, estaba nerviosa, sentía que todo le temblaba, había llegado a la empresa en dónde su esposo la esperaba listo para firmar el divorcio. Se suponía que ella llegaría con Patrick, que se lo restregaría en su cara, pero… Pero al final, se dio cuenta de que no podía hacerlo. Quizás Walter la había juzgado mal y la había tratado de manipuladora, también la había despreciado por gorda, pero nunca, pero nunca le restregó a otra mujer, siempre la respetó, aunque se tratara de un matrimonio arreglado. Ella era una heredera, ella representaba a su familia, no podía hacer eso. Tenía miedo, pánico de lo que todos dirían, sobre todo el mismo Walter. Seguramente, Brenda la mataría cuando se enterara de la decisión que había tomado, pero de cualquier manera, ya se le pasaría el mal genio y después, Nicole encontraría la forma de devolverle el dinero que le había dado para el gigoló. La secretaria de Walter la saludó viéndola con algo de pena y sintiendo el estómago revuelto, Nicole entró en la oficina. Walter levantó la mirada, provocando un sobresalto en ella. Él tenía esa mirada, aquella mirada llena de rabia y desprecio, ceñuda, fría, la que siempre le demostró desde el día en que se casaron. — Llegas tarde, esta no es la hora de nuestra cita. — Gruñó Walter desde su escritorio. — Sí, lo sé, lo siento. — Contestó Nicole deteniéndose en medio de la oficina. Él la miró de arriba para abajo ceñudo, ¿por qué siempre hacía eso?, la hacía sentirse desnuda e insegura, seguramente la estaba juzgando por su cuerpo y aspecto. — Cómo sea… — Walter elevó una ceja. — Salgamos de esto rápido… — Sacó una carpeta que extendió sobre la mesa. — Tengo otros compromisos. Nicole se acercó lentamente, sintiendo el corazón acelerado, los ojos le ardían, las manos le temblaban, ¿así terminaba todo esto?, ¿ese matrimonio con el que ella siempre soñó y que pensó que algún día cambiaría? Se había prometido a sí misma que no rogaría más, ya lo había hecho durante mucho tiempo, firmaría el divorcio y eso sería todo, pero había algo que Walter no se esperaba. — Las empresas de nuestras familias seguirán fusionadas, en los papeles están todos los detalles, la parte de la familia Matthew seguirá siendo enviada a tu padre, así que no te faltará nada, tu padre te proveerá de todo… — Iba explicando Walter mientras que Nicole abría la carpeta. — Como acto de buena fe, te dejaré los papeles de la casa, los encontrarás adentro de la carpeta, firmados… No debería hacerlo considerando lo que hiciste con mi vida, pero… Me siento bondadoso. Nicole apretó los labios y respiró profundo, intentando mantenerse fuerte, no quería derramar una lágrima más frente a él, «¿se siente bondadoso?, que humillante», sopesó con el nudo en la garganta. Aunque por lo menos, eso significaba que no tendría que volver a la casa de su padre. No podía hablar, si lo hacía, se le escaparía el gemido que estaba aguantando y se vendría en llanto, así que Nicole solo asintió, tomando el bolígrafo para firmar el acta de divorcio que tenía al frente. Justo cuando la puerta de la oficina se abrió abruptamente y resonó una voz, llamando la atención de ambos. — ¡Cariño, ya llegué!
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