Con la frente en alto, ignoro a las personas que rápidamente me rodean cuando intento caminar hacia mi edificio. Gracias a los lentes oscuros los flashes no son tan molestos, pero sus gritos me están causando dolor de cabeza. Agradezco, por enésima vez en mi vida, haber contratado a Gallagher porque nada más llegar y ver lo que nos esperaba no tardó en llamar a Rodrigo pidiendo refuerzos y en pasarme los lentes. - Ya resolveremos esto – me dijo junto con un ligero apretón en la pierna, dándome fuerzas para sobrellevar esta situación. - Más me vale hacerlo – y fue lo último que escuchó antes de salir, pasando entre toda esa gente como si no fuesen más que niños pequeños estorbando su camino, abrió mi puerta y luego de ayudarme a bajar se puso en frente, haciéndome camino. Estoy enojada,