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David salió por aquella puerta aflojándose la corbata y desabrochando los primeros botones de su camisa. Si normalmente odiaba los trajes, en este momento en que estaba demasiado acalorado por la excitación, tanto s****l como emocional, aún más. No corría, pero caminaba a zancadas amplias, con sus largas piernas dirigiéndose al ascensor para marcharse. Todo el club estaba desierto a excepción de algunos empleados que se movían por aquí o por allá, todos parecían estar concentrados en el súper evento que acababa de abandonar. Por esa razón encontró el ascensor completamente disponible. Entró e inmediatamente marco el botón con el número uno. Las puertas ya estaban casi cerradas cuando una mano atravesó la estrecha abertura, haciendo que el sensor volviera abrirlas. David se sobresalto por la acción sorpresiva, pero todo fue peor cuando se dio cuenta de quién era. —Hola, Dav— le sonrió el hombre frente a él, mientras David lanzaba maldiciones mentalmente— ¿porque te marchas tan pronto? El evento aún no termina. Después del desfile siempre hay una fiesta coctel en la piscina— la cabeza de David seguía trabajando por respuestas que no encontraba— sabes, pensé que volverías a Seal Beach esta mañana, y en cambio te encuentro aquí, vistiendo un traje en un evento de modas ¿desde cuándo te interesan las tendencias de verano? — continuó Taylor, con una sonrisa burlona El ascensor llego al primer piso y ambos hombres salieron —A que se debe este cuestionario Tay? Taylor se encogió de hombros —a dónde vas con tanta prisa? ¿Quieres tomarte un trago? David miro a su amigo más bajo sintiéndose descubierto. Taylor era un hombre demasiado inteligente y perceptivo, no iba a engañarlo fácilmente— lo siento no puedo, estoy conduciendo —Por favor David, solo una cerveza. David resopló —¿vas a seguir haciendo preguntas? —No tendría necesidad de preguntar si me contaras. ¿El bar o mi oficina? —Tu oficina— respondió David con seguridad, no quería correr el riesgo de encontrarse con Liam en este momento —Sí, eso pensé. Sígueme por aquí— lo guió Taylor destapó un par de cerveza mientras David se deshacía de su saco y su corbata. Le entregó una y ambos tomaron asiento en la pequeña sala de estar en el interior de su oficina y bebieron un sorbo en un silencio algo incomodo —Para que me invitaste aquí si no vas a decir nada? — reclamo David cansado de las miradas inquisitivas de su amigo. —Tu no quieres que pregunte, así que estoy esperando a que me cuentes. —¿a qué te refieres? — pregunto David tratando de parecer inocente. Perfecto, esto era precisamente lo que quería evitar, sabía que no lograría ocultarlo mucho tiempo, sabía que Taylor era una persona de fiar a ojos cerrados, pero no tenía ganas de exponerse tan pronto —Por ejemplo… mmm—Taylor fingió pensar— ¿Por qué le dejaste un regalo anónimo a Liam en la recepción? —Solo fue una broma para fastidiarlo, nada del otro mundo— respondió David tratando de restarle importancia —¿Nada del otro mundo? ¿Así como compraste un traje y viniste a su desfile? —No lo compre, lo alquile —Ese no es el punto —Entonces cual es el punto, Taylor?, solo tenía curiosidad, y ya sabes como soy cuando estoy curioso de algo tengo que sacarlo. Por eso vine, vi como era, no me interesó, y ya me voy, así de sencillo. —Entonces admites que te interesa Liam, aunque sea por curiosidad? —cuestionó Taylor, mirándolo fijamente. David no sabía que decir, así que soltó lo primero que se le ocurrió. —Es un chico Tay, no me gustan los chicos. —¡Ay por favor, Dav, que razón más estúpida! Además, si alguien puede voltear un hetero, ese es Liam— comentó Taylor, con una sonrisa pícara. Las palabras de Taylor molestaron a David más de lo que esperaba. Recordó a todas esas personas viendo el cuerpo de su chico, ese que él ya había poseído, que ya se había rendido ante él, aunque fuera en la oscuridad. Imagino a todos los hombres que lo habían tocado, que lo habían besado… Tomo un último sorbo de su cerveza y coloco la botella en la mesa central con más fuerza de la necesaria, provocando un fuerte ruido. —Lo siento, Taylor, ya tengo que irme_ dijo de manera tajante, poniéndose de pie La sonrisa en la boca de Taylor se disipó. Sabía que se había excedido. Era obvio que a su amigo le interesaba Liam o, por lo menos, estaba en ese dilema, y el no debió decir una cosa como esa, aunque no fuera con mala intención. Taylor recordó lo posesivo que era con su pequeño y como se sentiría si alguien se expresara de esa manera sobre él. —Lo siento, Dav, no debí decir eso, solo… lo decía en el buen sentido. —No importa— dijo David tratando de calmar las aguas, él no quería estar molesto con Taylor, sabia perfectamente a lo que su amigo se refería y tenía toda la razón, pero ¡joder! en este momento tenía la cabeza, el cuerpo y el corazón revuelto con demasiadas cosas— todo está bien —¿Estás seguro? Sabes que puedes hablarme de lo que sea— dijo Taylor intentando arreglar las cosas. —Lo sé, lo hare en su momento, ¿está bien? — respondió David tomando su saco y su corbata y dándole un fuerte abrazo a su amigo— debo irme. Dale un beso a Zack de mi parte —Lo hare. Conduce con cuidado— David asintió— ¿estarás de vuelta para mi cumpleaños? Jaison está con la locura de organizar una fiesta estilo b**m— pregunto Taylor cambiando el tema —Eso suena bien. Envíame un mensaje y aquí estaré David abandono la oficina de su amigo cuando era un poco más de la media noche. Subió a su motocicleta y arrancó a toda velocidad, con la esperanza que el fuerte viento refrescara el calor de su cuerpo y la confusión que sentía por dentro. Anhelaba que el rugir del motor disipara la voz que le gritaba en su cabeza, que Liam Maxwell era suyo y de nadie más, que se estaba enamorando de él con apenas conocerlo. No, David sabía que estaba enamorado de Liam desde hace quince años, desde el momento en que lo vio por primera vez. También lo supo desde hace tres meses, cuando se rindió ante él en aquel cuarto oscuro. Y en ese preciso instante, cuando le sonrió y le guiño un ojo, lo atormentaba no saber a quien lo dirigía, ¿en quien estaba pensando cuando lo hizo?, ¿en su amante del cuarto oscuro? ¿O a otro hombre? Seguramente a cualquiera que no fuera él. Al llegar a su antigua casa antes de lo habitual, David entró en silencio para no despertar a sus padres que ya dormían. Antes de acostarse, decidió tomar una ducha larga con la esperanza de que el agua lavara lo que el viento no pudo. Sin embargo, nada de eso funciono, por más que el agua caía sobre su cuerpo, no lograba deshacerse de los pensamientos sobre Liam Maxwell. Los recuerdos de sus hermosos ojos azules, su cabello rubio naturalmente desordenado, sus labios carnosos y su sexy cuerpo, seguían grabados en su mente como si fueran los tatuajes en su piel. Incluso el olor a rosas que siempre asociaba con Liam parecía impregnar el aire a su alrededor, recordándole su presencia constante en su vida. David pensó en el primer tatuaje que se hizo, una rosa roja. En aquel entonces, lo hizo pensando en la que creía era una chica de la que se había enamorado. Ahora que sabía que era Liam, lo lucia orgulloso en ese lugar expuesto, vital y vulnerable como lo era su cuello, justo allí donde se sentía el pulso acelerado de su corazón. Tal como estaba en ese preciso momento.
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