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1416 Words
En cuanto Liam leyó la frase de la tarjeta, David pudo ver cómo sus piernas vacilaron por un momento antes de que su cuerpo se tensara. Su guardaespaldas también pudo notarlo, porque de inmediato estuvo encima de él, verificando que todo estuviera bien. Liam le indicó con una señal que sí lo estaba, y el hombre de n***o se alejó unos pasos a regañadientes. Todo esto lo observó David atentamente desde su escondite a unos pocos metros del lugar donde se encontraban, estratégicamente oculto en complicidad con la chica de recepción a quien casi había coaccionado. Valiéndose del error cometido días antes por la mujer y de su amistad con los dueños del club, a la pobre mujer no le quedó más que aceptar, pero David preferiría pensar que simplemente se dejó seducir un poco por sus encantos. La mirada de David permanecía en cada gesto y acción de Liam. Su bello rostro estaba serio y su ceño fruncido, tal vez temeroso o incrédulo de lo que estaba sucediendo. Era obvio que no le gustaban para nada las sorpresas. Pudo ver cómo Liam puso la caja sobre el mostrador y se alejó un par de pasos, observándola fijamente. Joder, ¿acaso la iba a rechazar? ¿Volvería a su lugar de trabajo dejando la caja abandonada, sin siquiera destaparla? David sintió el ritmo de su corazón detenerse por un momento. Si eso sucedía, todo lo que había hecho sería en vano, la dedicación y esmero que había empleado para hacerlo con sus propias manos se habrían ido a la basura. Liam no lo sabía, pero cada cosa en este obsequio tenía un gran significado. Nada había sido pasado por alto, y esperaba que Liam fuera tan valiente como pensaba que era para descubrirlos poco a poco. David estaba muy nervioso, pero en el momento en que Liam volvió a cerrar su distancia con el incógnito objeto, soltó en un resoplido el aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo. Liam colocó una mano sobre la tapa de la caja y antes de abrirla, la acarició un poco sintiendo la rústica textura, observando los bordes no pulidos y algo peligrosos, cuidándose de no ser pinchado por las astillas sobresalientes. David sintió como si fuera a él a quien estuviera acariciando, ya que ese era el primer signo de este objeto. La caja lo simbolizaba a él, a David Olson, ese exterior natural, áspero, duro en los bordes y con muchas imperfecciones que podían lastimar, pero que solo hacía falta observar mejor y conocer todas las diferencias y maravillas que albergaba en su interior. ¿Estaría Liam dispuesto a descubrirlo? Su cuerpo estaba temblando solo de pensarlo. Liam al fin levantó la tapa superior del cubo de madera, y lo que encontró en el interior iluminó completamente sus ojos y su sonrisa se hizo tan amplia que David juraría que quería sacarle los ojos a todo el que la mirara. Era tan, pero tan hermoso, tan real. No era el Liam Maxwell que había almorzado con sus amigos aquel día, no era el modelo que podías ver en las revistas o en las fotos de sus r************* . Era él mismo, y David lo había causado. De pronto, todo el tiempo y la dedicación habían valido la pena, solo para ser testigo de aquello. Pero la felicidad duró poco cuando escuchó la voz emocionada de Liam cuestionando a la señorita Reynolds. _ ¿Quién la dejó? ¿Dónde está? _ Liam miraba afanado a su alrededor_ Quiero saberlo, pagaré lo que sea, guardaré el secreto_ hablaba sin dejar a la chica responder. A David se le escapó una sonrisa al ver lo lindo que se veía_ Vamos, dime, ¿es elegante?, ¿educado?, ¿un hombre maduro, quizás?, ¿es un m*****o del club?, debe tener una muy buena posición, ser alguien importante para conseguir el hermetismo del club_ la sonrisa de David se borró, y un sentimiento extraño se alojó en su pecho, una punzada incómoda e inexplicable al comprender que Liam estaba emocionado por un hombre que no era él, por el Amo misterioso del cuarto oscuro. ¿Estaba sintiendo celos de sí mismo? Sí, era ridículo, pero… no podía evitarlo. *-*-*-*-* Todo fue muy extraño para Liam. Esa ordinaria caja de madera parecía contener mucho más que un simple regalo. Dudaba de si valía la pena ver el interior o si podía juzgar el contenido por la fachada. Tenía que hacerlo. Su Amo de la oscuridad lo había encontrado, sabía quién era él, y Liam tenía y quería descubrir más. No podía quedarse solo con lo sucedido aquella noche. Ese día había huido, no sería cobarde esta vez. Cuando levantó la tapa, sintió enloquecer. Era completamente hermosa. Una solitaria rosa erguida, radiante y orgullosa en el interior de una cúpula de vidrio se ocultaba en el interior de aquella fortaleza de madera. El contraste era abismal, pero a la vez combinaba a la perfección. Pero no era cualquier rosa, era una rosa eterna, de aquellas que eran cuidadosamente preservadas para que duraran por mucho tiempo. Su proceso, podía parecer sencillo, pero la realidad era que requería mucha delicadeza y paciencia para conseguir los resultados deseados. Todo parecía estar en su lugar, debidamente colocado y estudiado, como el maravilloso y raro color lavanda de la rosa, del cual conocía muy bien su significado; una rosa lavanda simbolizaba el encanto, la maravilla, el esplendor y el misterio, así como el amor a primera vista. Si recibes flores lavanda, probablemente es porque robaste el corazón de alguien desde el primer momento, pero eso era cosa de gente romántica, el solo era un amante de las rosas, el arte, el diseño y el color, pero, aunque él no se consideraba de esa manera, no pudo evitar que la emoción lo embargara tanto que empezó a formular preguntas, las cuales ni siquiera recordaba. Su boca parecía tener vida propia, desempolvando una sonrisa que hacía mucho tiempo no usaba y soltando palabras y cuestionamientos sin sentido. Al no recibir respuestas adecuadas, tomó la cúpula de cristal en sus manos y se retiró de vuelta hacia su oficina en su boutique, buscando ya en su mente el lugar que le daría a tan preciado obsequio, el cual quería presumir a todo el mundo. Un momento. no tenía con quién hacerlo. A la final era tan parecido a aquella rosa, altiva, hermosa y orgullosa, que se veía rozagante y aunque su belleza fuera admirada por muchos y durara por mucho tiempo, la verdad era que estaba sola y muerta por dentro, tal como la Rosa de aquel cuento. Estos pensamientos nublaron un poco de la alegría del momento mientras colocaba la rosa en un lugar visible para él. Sintió que algo le faltaba. Entonces, un pensamiento intruso e inexplicable se atravesó por su mente, la imagen de un hombre alto y fuerte, de cabello y ojos del color chocolate, con brazos entintados con diversos diseños, pero el más llamativo era una majestuosa rosa roja tatuada hasta lo más alto de su cuello, sus toscas y grandes manos que sostenían aquella cerveza y a las que imaginaba debían sentirse como aquella caja de madera. Recordó la sensación de aquella textura entre sus cuidadas manos y lo hizo pensar en cómo debían sentirse las de ese hombre sobre su cuerpo… Se sacudió los pensamientos. ¿Por qué tenía a David en su mente en estos momentos? No sabía por qué, pero entonces descubrió lo que hacía falta. _ Jackson_ llamó a su guardaespaldas. _ Diga, señor_ se apresuró el hombre _ ¿Dónde está la caja? _ ¿Qué caja? _ La caja de madera, donde llegó la rosa. _ Ah, ¿esa cosa horrenda? _ se burló, para perder la risa cuando vio que su jefe no lo encontraba gracioso. _Se quedó olvidada en la recepción, seguramente ya esté camino a la basura. _ Ve por ella_ demandó Liam seriamente. _ ¿Perdón? _ Ya me escuchaste, ve por ella y no vuelvas hasta que la recuperes. _ Sí, señor. Pocos minutos después, el guardaespaldas regresó con la caja en sus manos. Liam la colocó en una media columna frente a su escritorio a modo de pedestal para la rosa eterna, y si bien no era el objeto más hermoso, le daba un toque imperfectamente perfecto. Liam sonrió nuevamente, volviendo a dibujar en su mente a aquel hombre que no entendía por qué seguía entrometiéndose e interfiriendo entre él y su anhelado Amo misterioso.
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