Capítulo 29. La recogí y la llevé a donde me indicaron señor.
Cuando el doctor milagro escuchó lo que estaba pasando se alejó con los bebés, supo que su hija hizo bien. Ahora lo que necesitaba averiguar era el ¿por qué? el rostro de ese tal sir Artur le parecía conocido.
-- Así es. Mi único interés es proteger a mis hijos y mantenerlos a salvo de cualquier peligro – le dice sin mirarlo a los ojos, Sir Artur sintió un nudo en el estómago. Recordaba claramente la noche que pasó con Adaia, él estaba convencido de que ese bebé o esos bebés que ella acaba de mencionar era suyos, su intuición se lo decían, pero no podía obligarla a confesar, no en ese momento.
Sir Artur
Esta mujer es todo un enigma para mí, el poder y el dinero que tengo detrás de mí lo pondría a sus pies si consigo que diga
