Esa mañana Ares, de muy mala gana, se prepara para irse al trabajo. Vanesa, que sigue enojada con él, ni siquiera se despide, y omite verlo mostrándole indiferencia, pero no es algo que a Ares le preocupe demasiado. Va saliendo de la habitación, cuando ve el rosario de Aurora en la caneca de la basura. Asume que Vanesa lo tiró anoche, así que instintivamente lo recoge y lo guarda para sí, recordando lo que pasó y lo miserable que fue Oliver. Apenas sale de la habitación lo aborda Eva. —Ares, sé que quizás no tengas mucho tiempo, pero ¿podemos hablar un momento? —Si es sobre tu hermano, te advierto que no hay nada que hablar. No quiero ni siquiera tener que escuchar su nombre nuevamente, en lo que me resta de vida. —Sé que lo que hizo es inaceptable, pero no puedes juzgarlo sin escucharl