Aurora, que acaba de llegar a trabajar después de una larga noche en el hospital junto a su padre, fue a su casa para cambiarse y volver al lugar de donde la noche anterior salió echa una furia. Adriana, que le pide que la acompañe a su oficina, pone algo nerviosa a la muchacha que sabe que su hermana, quiere terminar la conversación que iniciaron ayer. —Sé que me has llamado para saber si estoy o no enamorada de Ares... —Toma la iniciativa Aurora que, últimamente, se sentía más confiada al expresar sus opiniones propias sin que nadie le dijera que hacer. —¡Muy bien! —Rodea su escritorio. —Entonces espero tu respuesta. —No. no estoy enamorada de Ares. No creo estarlo. No después de todo lo que me hizo. —¿No crees? —A ti no puedo mentirte. Mi cuerpo reacciona a él, y mi corazón lat