Capítulo 1

1044 Words
Pasar por un dívorcio tan traumatico y todo lo que viví a veces es inevitable sentir que ya a estas alturas de la vida puedo llegar a reconstruir mi vida pero entonces viene a embargarme la tristeza, pues siempre he soñado con vívir una vida plena, llena de ilusiones pero me cuesta mucho creer en el amor después de tanto dolor vivido. Vivi por 30 años con un hombre que después de habernos casado se convirtió en un egoísta, maltratador, machista, que solo pensaba en su bienestar, era muy celoso me aisló de la familia y amigos, me manipulaba; era realmente un hombre malo, que hizo de mí una mujer insegura con muchos miedos y con depresión, nunca me demostró amor sino que al contrario siempre era el causante de mis lágrimas, por su humillaciones constantes y excusas para insultarme o golpearme por cualquier cosa, pero de todo eso tan doloroso hay algo bueno, y son mis hijos, son el regalo que Dios me dió, ellos son una bendición en mi vida. Tengo cuatro hijos hermosos; vivo con mis dos hijas menores. Ellos también sufrieron las consecuencias de esa vida tormentosa que llevaba pero ahora están felices de que terminara esa pesadilla en la que vivíamos. Esta mañana nos preparamos para salir de compras. —Mami ponte linda porque tú no sabes si encuentras el amor de tu vida allá afuera —Dijo mi hija Keli (la del medio) entre carcajadas. Lo dijo con una sonrisa y por supuesto yo me sonreí también, nos alistamos y salimos de compras. Yo era una mujer muy sumisa y dependía mucho de mi esposo para todo antes pero después del divorcio decidí ser independiente y tener mis propias cosas, me preparé como estilista y monte una peluquería junto con mis hijas, nos ha ido muy bien y tenemos muchos clientes es una de las peluquerías más solicitadas por lo que estoy económicamente estable. Keli mi hija que me acompañaba se encontró con una amiga y se quedaron conversando en una heladería. —Mami voy hablar un rato con María espérame en el paseo. —Ok cariño te espero pero no te tardes mucho, mira que se que cuando te encuentras con María no paran de contarse sus cosas. Camine hasta el paseo Orinoco, habia un sol muy fuerte y mucho calor, me recosté de el malecón a mirar el río mientras disfrutaba la brisa, se me vinieron muchos recuerdos y no pude evitar ponerme nostálgica. De repente me sobresalté cuando se me acercó un hombre del que no me había dado cuenta, cuando voltee a verlo este parecía extranjero, como de 1,80 de estatura, piel blanca, su rostro era de un rosado natural muy hermoso, cabello n***o y liso, bastante corpulento, me sorprendió lo atractivo que era e inmediatamente llamo mi atención, dejándome en blanco. —Buen día, disculpa ¿podría ayudarme? —Dijo con un acento inglés y con un español no tan claro— Perdón... ¿Te pasa algo? ¿Estás bien? Me dijo notando mi rostro afligido. A lo que yo contesté: —No, no tengo nada. Entonces el con mucho respeto me dijo — No esté triste, mire es un día muy lindo como usted es muy linda. —Gracias.—le dije sonriente — Quise retirarme del lugar pero el se acercó a mi para decirme. —Disculpe no soy de aquí estoy llegando de Boston y no conozco este lugar, salí a conocer un poco y me perdí, no encuentro el camino de vuelta a dónde está mi amigo, y dejé mis cosas en el coche... ¿Sabes cómo llego al hotel Denu? —Si, pero si quieres te puedo prestar una llamada, porque si te explico no vas a saber llegar y no puedo moverme de aquí porque estoy esperando a mi hija. —Bueno hay un detalle. — Dice él— Que no me se el número de teléfono— Lo dijo con cara de pena. Yo pensé y dije dentro de mi >. —Por favor, necesito que me ayude —Insistió. —Esta bien, pero esperemos aquí a mi hija que está por llegar. — Concluí y él asintió. Mientras esperábamos, noté inquietud en él cuando de pronto reaccionó. —Oh, olvidé presentarme, mi nombre es Alberth Thompson, vine aquí por un viaje de negocios. —Cierto. — Sonreí por su comentario — No nos hemos presentado, mi nombre es Fabiola— Respondí extendiendo mi mano un poco nerviosa pero disimulando. Él me miró con ternura —Encantado, que bonito nombre. —Dijo sosteniendo mi mano en un apretón. —Gracias. —Sonreí con timidez a lo que él sonrió también. —¿Me puedes indicar el camino para llegar al hotel Denú? — Cambió de tema. En eso me llamó mi hija y me disculpé con Alberth para poder atender la llamada. —Mami, si quieres vete a casa yo me voy a quedar acompañar a María hacer unas compras. —Esta bien cariño. —Finalicé. > Acordé con él en acompañarlo. En el camino hablamos y yo le pregunté cómo era su país, yo también le hablé algo de nuestro país; me gustó muchísimo su forma de hablar era tan educado, tenía un una fragancia de un perfume que me gustó demasiado. Era todo bello, un hombre esbelto, bien vestido; cargaba unos jeans y una franela blanca pegada al cuerpo que definía sus marcados músculos y encima traía una chaqueta de cuero marrón, andaba bastante casual pero atractivo. Cuando llegamos nos estábamos despidiendo, él me agradeció por la ayuda y estuvo a punto de decirme algo cuando mi hija me llamo. —Mami te llamé para saber dónde estabas, ya me desocupé. —Corroboro. Entonces me despedí y me fuí rápido para alcanzar a mi hija que me estaba esperando y no le dejé terminar de hablar. —Bueno señor Albert fue un placer conocerle, me tengo que ir porque mi hija me está esperando, que le vaya bien en su negocio, adios. —Conclui yéndome.
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