58. Sin consuelo Lily —Chicas, les quiero pedir de favor si podemos irnos. Me esperan en casa –siento que mis mejillas se acaloran de pensar en lo que va a pasar en un rato más. Me miran con picardía, pues creo que ellas saben porque me voy. —¿Tu sugar quiere domir temprano y necesita su almohada? –Caro siempre es muy sarcástica, por lo que la golpeo con mi bolso. —¡Que no es mi sugar! –le grito y en ese momento, el sonido se baja y mi grito puede escucharse fácilmente. Todos las personas que están cerca comienzan reír a carcajadas. No puedo evitarlo. Yo también me río. —No te preocupes por nosotras. Podemos regresar en taxi. –me sugiere Steff, pero niego. —Ni hablar. Hay mucho peligro en las calles y ustedes son hermosas. No. Yo las llevo. –mi amiga Caro me abraza y