11. Recuerdos buenos y malos
Franco
Manejo un poco más despacio rumbo a la casa de mi madre. No sé qué me sucede con esta niña que altera mis sentidos. Lo lógico sería que esto me pasara al lado de su madre, pero no, Amelia no me provoca ansiedad, sino por el contrario. Con ella encuentro paz y sosiego.
Al llegar, tardo un poco en bajar del auto. Recargo mi cabeza en el respaldo y respiro profundo. Necesito irme. No puedo estar en paz en estos momentos. Sí, eso haré. Puedo dejar en manos de Rubén, mi ayudante, el caso del hombre del desfalco, que es el más importante y puedo ausentarme sin preocupación. Mis nuevos asociados son muy buenos, y confío en ellos. Además, tendré el teléfono a la mano para cualquier eventualidad.
Con ese pensamiento, tomo impulso y bajo el a
