No te pertenezco o tal vez ¿Sí?

El inicio de un nuevo comienzo

Ashley empezó a despertar al sentir un peso sobre su pecho. Lentamente abrió los ojos y notó a un joven que desconocía dormir junto a ella abrazándola. Abrió sus ojos a más no poder y apartó los fuertes y pesados brazos del desconocido con mucho cuidado para no despertarlo.

Una vez fuera de la cama, llevó las manos a su boca, sin poder creer lo que había hecho. Se puso su ropa interior y recordó todo lo que había pasado la noche pasada.

Aquel joven había sido su primer hombre, sentía algo de vergüenza de tan solo pensarlo, su rostro ardía. Lo miró por última vez y le pareció que era bello, "al menos fue con él" se dijo. Tomó el resto de su ropa entre sus brazos y salió de la habitación en total silencio.

Bajó con mucho cuidado las escaleras, sin hacer ningún sólo ruido. Mientras lo hacía, observó el lujoso departamento, de noche no le prestó atención, pues todo su cuerpo le pertenecía a aquel desconocido.

El departamento era muy elegante, de colores neutros, muy bien amoblado, lujosos accesorios y tenía un bar privado. Estando en la sala se colocó el resto de su ropa muy rápido, no quería estar más en ese lugar.

Al querer irse, una mujer algo mayor la vio, se acercó a ella y le preguntó sorprendida.

-¿El señor ha despertado ya?

"¿Señor? ¿Qué señor? ¿A caso es aquel joven con él que había dormido?" Pensó, su mente era un lio, muchas preguntas y no habían respuestas.

-¿Despertó? – volvió a preguntar la mujer al notar que ella se había quedado muda.

-Continúa dormido – respondió Ashley con algo de vergüenza, sentía como su rostro empezaba a quemar aún más.

-Está bien querida, el señor tiene el sueño pesado ¿Te vas ya?

-Sí, tengo cosas que hacer – Ashley se puso roja al pensar que había sido descubierta. Estaba por salir, luego recordó que no sabía en qué lugar estaba y le preguntó a la mujer - Disculpe, pero ¿Dónde estoy?

La mujer se sorprendió ante tal pregunta. Su señor siempre estaba con otras mujeres, pero jamás las traía al departamento y pensó que ella era una excepción.

-¿Cómo es que no sabes dónde estás? - preguntó la mujer ingenua - El señor te trajo hasta acá, creí que eras su novia.

"¿Cómo podía ser su novia si apenas se conocieron en una noche?" Esa pregunta llegó a su mente como un huracán. La mujer notó la expresión de la muchacha y entendió que sólo era una aventura de su señor y se animó a responder.

-Te encuentras en New York

-¡¿New York?! – dijo sorprendida ¿Cómo carajos habían llegado hasta aquí? Si ella se ubicaba en Chicago.

-Así es – volvió a decir la mujer, preocupada por la actitud de la chica le preguntó - ¿Te encuentras bien?

-Sí, sí, tengo que irme, fue un gusto conocerla.

Abrió la puerta y se marchó. Una vez fuera, se dirigió a una farmacia, recordaba que él sí utilizó condón, pero tenía que estar segura de ello. Compró una pastilla, una botella de agua y se la tomó en ese instante, se sintió tranquila. Tomó el autobús con destino a Chicago y se fue de aquel lugar.

En todo el camino, lo único que hacía era pensar en lo sucedido de la noche anterior. Observaba por la ventana del bus aquellos paisajes, pero su mente se mantenía en aquel desconocido, recordando cada caricia, cada beso que recorrió su piel y recordando su rostro.

Cuando llegó a su departamento, lo miró de arriba abajo, pensaba en entrar o no. Su mirada se dirigió hasta un local donde se realizaban tatuajes, siempre había menospreciado aquel lugar, creía que los tatuajes eran para personas sin nada que hacer. Dejó ese pensamiento a un lado, apretó sus puños y entró. Observó muchos tatuajes y uno en particular la atrapó por completo.

-Quiero esté – le dijo al encargado.

-Buena elección – dijo él tomando sus herramientas para prepararse.

Ashley había elegido un animal mítico, mita león y mita águila sobre la parte superior izquierda de su pecho, lo quería, lo deseaba.

Se vio en el espejo y le encantó el resultado. Ese sería su nuevo comienzo y empezaría desde ahora. Tomó su chamarra y se la puso. Pagó por el tatuaje y se marchó del local.