Evan se inclina ligeramente al frente descruzando los brazos y pasándolos a los costados de mi cadera, reposando las palmas sobre el escritorio del pupitre. Me encojo en mi sitio, notando la abundante barba que cubre su fuerte mentón y contemplando el rosado pálido de sus labios... Siempre me ha fascinado la forma de éstos, tan sensuales y perfectos y que el inferior sea un poco más voluminoso que el superior… Reconozco que mi respiración comienza a hacerse errática y que la camiseta está apretándome, siento la hinchazón en mis senos que están atraídos hacia su pecho. —Tenías para mí una propuesta —dice con tono irónico, pero enfadado al mismo tiempo. Su aliento golpea mis labios y al instante el cosquilleo impúdico se convierte en excitación, en humedad entre mis piernas. Sin querer,