Lo primero que pasa por mi mente al despertar es tomar una ducha fría y cuando lo hago, dejo que las gotas caigan como agujas contra mi piel, erizándola con su temperatura. Permanezco debajo de la regadera bastante rato, apagando mi mente un instante hasta que el vibrado del móvil contra el grifo del lavamanos me distrae. Es Marion y una enésima disculpa, aspiro hondo y le devuelvo el texto; su intención había sido la mejor, lo entiendo, y tampoco es su culpa que mi estado anímico actual quiera echarlo todo a perder. Es mejor si me dejo llevar por la corriente. Con ese pensamiento en la cabeza, termino de prepararme y salgo para la universidad. El calor está especialmente inclemente, los rayos de sol calientan el oxígeno haciéndolo difícil al respirar. Deseo meterme en una piscina y en