Cena incómoda

2104 Words

Cuando el Mustang de Alan se detiene, la cobardía vuelve a invadirme. Si no fuera por él, me habría quedado dentro. Camino lentamente a su lado, arrastrada más bien por su mano que jala de mi muñeca con firmeza, por el jardín que su madre cuida con tanto ahínco. Cruzamos por el camino de piedras hasta el porche, abre con su llave y entramos. Adentro está más fresco que la noche bochornosa que se cierne sobre la ciudad, además, huele a canela y vainilla, una mezcla que va muy bien con las orquídeas blancas que adornan la mesa ratona. Siento el corazón golpearse con fuerza contra mis costillas, desarmarme cada intento por respirar rítmicamente, mientras recorremos el camino alfombrado hasta el salón de estar. Oigo una risa pomposa de mujer que sobresale desde el salón, al instante, los p

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