Corro el cinto del cierre de la última maleta del equipaje. Por la mañana saldré en ese viaje playero que mis amigas arreglaron como un viaje de despedida “sólo de chicas”. Luego, será la despedida de soltera que Hillary se empeña en que sea una sorpresa para mí y los desnudistas que seguro ha contratado. Debo terminar los preparativos y encargar el vestido apenas regresemos de ése fin de semana. Poco a poco se irán cumpliendo los pasos que me conducen hacia la boda. Alan, pese a seguir molesto por mi desaparición de la reunión (ni Marcus se puso tan furioso y dicho sea de paso, se me olvidó el pastel que se supone iba a comprar), está decidido en llevarme al punto de encuentro. Alzo los ojos de mi maleta para mirarlo, ve la televisión con gesto abstraído. Quisiera saltar hacia su rega