Haber tenido que sobrevivir a mi propio terror yo sola durante la noche resultó sumamente difícil, sobre todo cuando él no respondió mis llamadas cuando intenté, por enésima vez, buscar un consuelo en él.
Lo único que obtuve fue que saltara el buzón de voz y me envolviera una inesperada cólera que casi de inmediato se convirtió en desesperación.
Lo necesito. Sentirlo, escucharlo y verlo.
Su actitud de repulsa me parece una fantasía lejana, imposible. ¿Por qué se portaría de esa manera?
¿Qué es diferente ahora que cuando mi padre sufrió el accidente?
La respuesta que escupe mi escaso raciocinio taladra en mi cabeza: porque esta vez el problema lo involucra a él directamente.
Tiemblo, asqueada conmigo misma por haber descubierto el rumbo de mis pensamientos. No debo juzgarlo de ésa fo
