Mi reflejo me devuelve la mirada con frustración. Mi aspecto es terrible y el único motivo por el cual me atrevo a ser vanidosa en éste instante, es porque mamá me ha respondido el teléfono al cuarto timbre; su voz plagosa se oyó mucho más relajada conforme me contaba que papá salió de operación de manera exitosa y que, aunque todavía se encuentra en cuidados intensivos, el pronóstico del cirujano es alentador. Probablemente le den una habitación propia para recuperación antes del fin de semana y eso, definitivamente, me permite soltar el aire retenido hasta este momento. Mi corazón deja de latir desesperanzado para mantener un ritmo normal, dando la posibilidad para pensar que todo estará bien. Un Ferguson no puede morir de una caída... aunque fuera de las escaleras. No obstan