Sábado por la mañana
Evan piensa que el aire que se cuela por la ventanilla es refrescante... yo, por otro lado, estoy considerando seriamente preguntarle si en el fondo, no es un pingüino.
Casi puedo escuchar su réplica burlona y autosuficiente, así que me aboco a mirar el paisaje de la ciudad un sábado por la mañana.
Cuando desperté hacía unas cuantas horas, me removí en las sábanas durante los preciosos segundos en los cuales todos los recuerdos se acumularon de vuelta en mi cabeza, sacándome de mi apacible somnolencia para devolverme a la realidad.
Lo primero que vi fue a Evan (mientras luchaba por lucir un poco menos antiestética), medio acostado sobre la cabecera, distrayendo su atención en el celular. Lucía tan arrebatador como siempre, con el cabello rebelde y albor
