Capítulo 11: Mentiras

2640 Words
Capítulo 11: Mentiras No se cuanto tiempo pasa hasta que decido bajarme del auto. En mi mente solo se repite la misma pregunta. ¿Qué caraj…? Escuchó el ladrido de Kanan pero es lejano, distante, algo amortiguado. ¿Dijo que era propiedad de los italianos? Se que Franco me “compró” pero no pensé que ese asunto fuera tan literal. Se que él lo hizo para ayudarme, probablemente lo que harías por gato hambriento o una paloma con el ala lastimada. ¿Verdad? Pero estas personas parecen conocerme, conocerme de verdad, al grado de temer hacerme daño. ¿La mafia tiene una especie de noticiero privado dónde ser corre la voz o Franco directamente dió estas ordenes? No puedo ignorar la acides en mi estomago y estoy segura que no fue por acabar con el refrigerador de Ada. Poco a poco me doy cuenta de porque es. No quiero. No quiero ser propiedad de los italianos, ni de los chinos, ni los hindúes, ni de un carajo nadie, no pasé por toda la mierda por la que ya he pasado para que me digan que mi vida ahora le pertenece a alguien más. Tal vez… tal vez estoy mal entendiendo, pero ellos… ellos parecían tan convencidos. Necesito una aspirina, una rebanada de pizza y una calibre 48. Finalmente vuelvo a presente, Kanan ya no esta ladrando tras la ventana si no a mi, como si me rogara, o me ordenara, que reaccione. Acaricio sus orejas y él se calma poco a poco. Lo levanto en mi regazo sin dejar de acariciarlo. —Lo siento, tu también debiste asustarte.— lo levanto a la altura de mis ojos.— ¿los cachorros pueden comer pizza? Él me ladra en respuesta. —Bueno, supongo que lo averiguaremos. Me bajo del auto con Kanan en brazos. El portero me saluda, o más bien saluda a mis pechos. No estoy de humor así que solo lo ignoro y voy hacía la escaleras. Necesito ejercicio para no pensar. Cuando llego al segundo piso me encuentro con lo último que necesito en este momento. —Hola— me dice Tony con su clásica y falsa voz tímida y conciliadora.— vi que no llegabas y me preocupé. ¡¿Por qué tenía que mudarse junto a mi de todos los malditos lugares de esta maldita ciudad?! —Vete a la mierda— le respondo yendo hacía mi puerta. Se atraviesa antes de que pueda alcanzar la perilla. —¿Por qué actúas así?— me pregunta y parece… jodidamente parece herido, como si yo fuera la malvada mujer que le esta rompiendo el corazón. No tengo la energía para esto. Con un movimiento ágil alcanzo mi bota y saco mi pica hielo con un solo movimiento. Al segundo siguiente esta apuntando hacía él. —Estoy de mal humor y estoy buscando con quien desquitarme y si no te vas en este instante voy a dejarte irreconocible. Él da un paso atrás y luego otro. Esta vez parece creer realmente en mis amenazas. —Lo siento, solo quiero que sepas que no me he rendido contigo. Estoy realmente tentada a aventarle el atizador pero él entra en su departamento antes de que tenga tiempo de atacar. Cobarde. Me vuelvo hacía Kanan que no ha dejado de ladrar desde el momento en que vió a Tony. —Vamos, necesitamos pizza y descanso. Cuando dije que quería una vida interesante no me refería a esto. Estúpidos deseos de cumpleaños. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Aparco mi auto afuera del departamento de Franco quien ya esta afuera. Si, la puntualidad no es lo mio. Y no haber podido dormir por sobre pensar sin parar tampoco ayuda a levantarme temprano. Franco se sube al asiento del copiloto sin reclamarme nada sobre las dos horas tarde que estoy llegando. Yo me mandaría al carajo. —Dijiste que quería decirme algo.— le digo arrancando el auto. —Aron esta viendo a sus padres— y me freno de golpe. Yo y la sutileza no nos llevamos muy bien. —¿En verdad?— preguntó haciendo acopio de mis mejores habilidades actorales. Él mira al frente mientras dice: —La familia Walk se retiró del bajo mundo en cuanto murió Derek Walk, pero parece que Aron quiere retomar el puesto de líder de su abuelo y su padres se están involucrando. Quizá los Walk no están tan fuera del juego como pensamos. Rayos. Esto es mi culpa. Si Franco empieza a investigar a Ada estoy acabada. —Tal vez quiere mantener un aire de normalidad fingiendo que es un buen hijo— bromeo con ello aún qué hay un buen grado de verdad. Franco no me responde nada. Ojalá esté pensándoselo de verdad. —Vamos al hospital central. No, no se lo esta pensando. Porque el hospital central es el hospital dónde Ada trabaja. Si Ada me reconoce soy mujer muerta. Franco sabrá que de alguna forma estoy involucrada con Aron Walk y nunca jamas volverá a confiar en mi. Soy demasiado sexy para morir. Ademas tengo un hijo que alimentar. —¿Al hospital central? ¿Para qué?— preguntó sudando frío. Franco me mira por primera vez desde que entró en el auto, su boca se abre para decir algo pero se corta a mitad de la oración. —¿Qué te pasó?— me doy cuenta que esta mirando la cicatriz en mi codo. O lo que será pronto una cicatriz. —Oh ¿eso?— pregunto con falsa indiferencia.— me caí… bailando. Si, tengo que empezar a pensar mis mentiras antes de decirlas. Me mira con incredulidad. —Empecé clases de salsa pero soy terrible, así que me caí, dolió pero la vida sigue… entonces ¿el hospital central? Él entrecierra ligeramente los ojos observando mi rostro. No me creyó un carajo, bueno yo tampoco me creería. Afortunadamente no dice nada más y avanzamos hasta el hospital central. Estoy en problemas. —Te espero aquí— le digo quitando los seguros del auto. —Necesito que entres a las computadoras— me responde bajándose sin mirarme y comenzando a caminar. Mandón. Me bajo de mala gana y sacó mi teléfono e intento escribirle un mensaje a Ada pidiéndole que haga como que no me conoce si se llega a encontrar conmigo. Envió el mensaje, ahora solo puedo rogar porque ella lo haya leído. —¿Ocurre algo?— me pregunta Franco que se ha detenido para esperarme. Mi bipolar favorito. —No, nada.— carajo, contestar “nada” es lo más sospechoso qué puedes contestar. Y Franco no es ningún idiota. Pero si es un hombre de pocas palabras porque vuelve a caminar dejándome atrás. Reviso mi teléfono pero aparece como que Ada aún no ha visto mi mensaje. ¿Por qué no puede ser una persona normal de esas que usan su teléfono en el trabajo en lugar de trabajar? Entramos al hospital y yo estoy a punto de vomitar mi corazón. —La madre de Aron trabaja aquí. Si revisas el sistema podremos conseguir algo. Hazlo mientras hablo con algunas personas— me dice y antes de que tenga tiempo de quejarme se pierde entre el mar de gente. Tengo que encontrar a Ada. —¿Disculpe, sabe dónde esta Ada Walk?— le pregunto a la recepcionista que parece hasta el tope de trabajo. Lo siento chica pero esto es de vida o muerte. Ella termina la llamada que estaba atendiendo en ese momento y se vuelve hacía mi. —¿Ada Walk? —La jefa del departamento de neurología— añado al borde de la desesperación. La recepcionista parece pensarlo por unos segundos y son los segundos más largos de mi vida. —No tiene cirugía hasta las once así que debe estar en su oficina en el último piso. —¡Gracias!— grito y corro hacía el elevador. Y me detengo de golpe cuando Franco se encuentra frente a mi. —¿No ibas a revisar las computadoras?— me pregunta y esta justo en mi camino al elevador. —Eso haré. Me dijeron que Ada Walk trabaja en neurocirugía así que iré a las computadoras de allá.— me las arreglo para decir. —Bien pensado, vamos allá. Demonios. Soy un cerdo al matadero mientras entramos juntos al elevador. ¿Cómo me meto en estas cosas? Llegamos al piso de Ada y recuerdo como respirar cuando el elevador se abre y no hay nadie conocido frente a mi. —Disculpe, Ada Walk— le pregunto a la recepcionista de ese piso. —Acaba de entrar a una cirugía de último momento. No estará disponible lo siento. ¡Gracias! ¡Dios, Buda, Zeus y quien me escuché! —Entiendo, gracias— le digo a la recepcionista ocultando mi sonrisa. —Haz que se aleje del mostrador y hackearé la computadora— le digo a Franco alejándonos. Él asiente como única respuesta. Solo tengo que hackear la computadora y podremos irnos de aquí. Entonces mi mirada se encuentra con la de otra persona al otro lado de la sala. ¡Dios mátame! Es Mason. Él me sonríe y… Y comienza a caminar hacía mi. Oh estoy muy muerta. Entonces se detiene. Lo veo sacar su celular y contestar. Su mirada cambia como si algo lo preocupara, entonces me mira de reojo a mi y a Franco que ha tenido su atención en la recepcionista hasta ahora. ¿Qué tanto le mira, por cierto? Entonces por algún milagro del cielo Mason me da una última mirada antes de volver sobre sus pasos e ignorarme. No se que acaba de pasar pero estoy infinitamente agradecida. Vuelvo entonces mi atención a Franco que… ¿Ha estado ligándose a la recepcionista con la mirada? Lo descuido dos segundos y… —Tienes cinco minutos— me dice. Le hace un último gesto a la descarada rompe hogares y se da la vuelta perdiéndose en el pasillo. La mujer lo sigue poco después. ¿Sabrá ella que esta acabando con una familia? ¡Tenemos un hijo! Me trago la bilis y el impulso de ir tras ellos y voy hacía el mostrador mordiéndome la lengua. Esta no es mi semana. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Suelto un suspiro involuntario cuando llego al departamento de Franco. Como dije, siempre me salva la campana pero debería dejar de tentar a mi suerte o tarde o temprano esta va a cansarse de mi. Es mi turno de dejar a Franco en su cásalo que significa volver a mi propio departamento lo que también significa enfrentar a la basura de mi ex novio del que aún no he pensando como deshacerme. Pero lo haré. Ese hijo de… No, su madre no tiene la culpa. Ese imbecil va a pagar, que no crea que se lo dejaré tan fácil. Me encantaría encontrar una excusa para quedarme más tiempo con Franco que desprende una extraña sensación de seguridad sobre mi, pero tengo un hijo que alimentar y realmente necesito una siesta de ocho horas. Espero a que se baje pero para mi sorpresa se queda quieto en su asiento. —¿Qué ocurre?— me pregunta. De nuevo. —¿Sobre qué?— él se gira hacía mi y me mira exasperado. —No te caíste bailando salsa y claramente no quieres volver a tu departamento. ¿Por qué? Wow, acabo de descubrir que este hombre de pocas palabras habla mucho cuando esta enojado. —¿Por qué, que?— fijo demencia mordiéndome la uña. Para mi sorpresa él no pierde los estribos como intento que lo haga y solo responde con voz pausada: —¿Por qué estas mintiéndome? Me mira fijamente ahora. Sus ojos me consumen como una fogata ardiente que esta por iniciar un incendio forestal. Yo… no respondo. Olvido como hablar. —Sabes Jessica. No soy un hombre al que le guste que lo engañen, estoy rodeado de esa mierda y puedo saber perfectamente cuando alguien esta ocultando algo. Y hay un solo destino para ese tipo de personas. Tragó saliva. Ahogó un grito cuando él tira de mi brazo bueno y me jala hacía él hasta que su nariz casi rosa la mía. —Soy la mano derecha del jefe de la mafia por una razón.— su mano se aprieta sobre mi brazo y empieza a punzar por la falta de circulación. Realmente acabo de sacarlo de sus casillas. Mi lengua esta atorada con mis dientes.— mi trabajo es ensuciarme las manos para que él no tenga que hacerlo. Se exactamente cuando una persona me esta mintiendo y se como hacer para que me diga toda la verdad. ¿Estoy temblando? Si, estoy temblando. —Los castigos son mi especialidad. Okey, eso no tenía que sonar tan caliente como lo hizo. No se si estoy excitada o aterrada y no se si la humedad entre mis piernas es porque estoy caliente como el infierno o porque me hice pipí encima. Tal vez ambas. Sus ojos apresan los míos un momento más antes de abrir el auto y bajarse sin darme una segunda mirada. …Rayos. Franco sabe dar miedo cuando quiere. Esta tan calmado siempre que nunca lo imaginé así, el fuego brillaba en sus ojos y estoy segura de que se estaba conteniendo. ¿Qué es lo que hará cuando sepa que estoy trabajando para Aron? Esto no va a terminar bien. Arrancó mi auto y mis piernas aún tiemblan. Afortunadamente el vidrio de mi ventana fue “misteriosamente” remplazado en medio de la noche por lo que dudo que Franco notara ese cambio. No le he dado motivos para sospechar… ¿O si? Esto realmente, realmente no va a acabar bien. Tengo que pensar en una forma de zafárme de esta bola de nieve antes de que sea tarde. Aparco afuera de mi edificio y me armo de paciencia en caso de que Tony intente hablar de nuevo conmigo. Afortunadamente cuando llego a mi departamento él no esta ahí. ¡Aleluya! Entro a mi casa antes de que él me encuentre. —¡Kanan! ¡Volví! Espero que mi perrhijo aparezca para darle de comer. Pero no lo hace. —¿Kanan? Voy a mi habitación pero no esta escondido entre mis cobijas como le gusta hacer, tampoco esta en el baño. No tengo más cuartos. El corazón me empieza a golpear el pecho mientras el pánico me invade. Cerré puertas y ventanas, no pudo salirse. Entonces recuerdo… ¡Qué no le quite mis llaves! El día en que Tony entró a mi casa sin permiso estaba tan concentrada en sacarlo de mi casa que olvida exigirle que dejara mis llaves. Si él aún las tiene… Salgo de mi departamento y voy al suyo sin dudarlo. Pateó la puerta en lugar de tocar. Él abre poco después sabe perfectamente quien esta tras la puerta. —Hola, Jess. ¿Qué te trae a mi humilde hogar?— pregunta con esa sonrisa burlona en su rostro que me hace querer golpearlo. Esta en pijamada y parece que acaba de salir de bañarse a los dos de la tarde. No puedo evitar compararlo con Franco que esta perfectamente listo a las cuatro de la mañana. Ese hombre es una maquina de la eficiencia. —¿Dónde esta?— pregunto directamente. —¿Quién? ¡El imbecil se atreve a fingir demencia! —Sabes quién, ¿dónde esta mi cachorro? —¡Oh, eso! Te lo dire si me dejas hablar contigo por cinco minutos. —¡No voy a hablar contigo una mierda! ¿¡Dónde esta mi perro, Tony!?— pierdo el control. —Así qué hay un “Tony”. Me congelo. Tony se congela. Creo que el océano Atlantico también se congeló. Porque Franco esta justo detrás de mi.
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