Capítulo 19: Nina

2216 Words
Capítulo 19: Nina ∗ ⋅Jessica⋅ ∗ Para ser un secuestro este baño esta mas limpio que el mio. La enorme mujer esta al otro lado recargada en una puerta que se abre hacía adentro. Su tamaño no es proporcional a su inteligencia, aun que debe ser genial no necesitar pedir ayuda cuando no puedes abrir el bote de mermelada. Y debe ser la envidia en los gimnasios. Lo de necesitar hacer pipí no era mentira. Lo de no intentar escapar si. Aún es excitante la idea de Franco rescatándome como una doncella en un castillo, se debe ver guapo montando un caballo blanco, aún que se debe ver mejor si yo lo montar… la realidad es que no voy a ser la carnada de Aron si eso implica que van a lastimar a mi hombre. —Cariño tengo un pequeño problema.— le susurro a la enorme mujer al otro lado de la puerta. No recibo respuesta. —Cariño, de mujer a mujer tengo un problema femenino que empieza con “p” y termina con “eriodo”— insisto. —¿Estas menstruando?— me pregunta ella con una voz monótona que deja notar cierto tono de incomodidad. —Dado el desastre qué hay aquí adentro diría que estoy mostruando— bromeo. Ella no se ríe. Aburrida. —Realmente necesito ayuda aquí cariño— suplico intentando sonar miserable.—¿No tendrás algún repuesto en tu bolso o algo así? Hay un silencio largo, bastante largo, antes de que finalmente pueda escuchar su voz. —Creo que si. Aleluya. Realmente no estoy en mi periodo pero si lo estuviera estaría muy agradecida. —Saca la mano debajo de la puerta— me ordena. ¿Tiene la toalla con ella? Lo hago y ella tira de mi con fuerza, entonces siento una esposa de metal cubrir mi muñeca y después escucho otro click. ¡Ató el otro extremo de la esposa a la pata de la puerta! —Te traeré algo, no hagas nada estúpido— me dice y cuento sus pasos hasta que sale del baño. Esta es… una posición incomoda. Básicamente estoy arrodillada en un baño publico esposada a la puerta. Tal vez subestimé su astucia. Pero ella también subestimó la mía. Me quito el pasador atorado en mi cabello y con la dificultad de trabajar con una mano logro darle la forma correcta de una ganzúa. Son esposas de policía, puedo verlo por el logo oficial grabado en la muñeca. Debieron haberla robado, afortunadamente he trabajado con ellas antes y se exactamente como abrirlas. ¡Bingo! No me tomo la molestia de quitar la esposa en mi muñeca así que quedan colgado de mi mano mientras abro el baño. Debe haber enviado a alguien más para vigilarme pero ese alguien no ha entrado en el baño. Al ser un baño público los lavabos están separados de los inodoros. En él área de los lavabos lamentablemente no hay ventanas pero si hay una ventilación. Bueno, en las películas eso suele funcionar. Me subo al lavabo como apoyo para intentar alcanzar la puerta de la ventilación. Logro quitarla y una rata corre en dirección hacía mi y tengo que reunir toda la fuerza de mi dignidad para no gritar como una loca. La rata huye ignorando mi presencia. Es un lugar abandonado así que la ventilación no sirve y debe haber más ratas que humanos presentes. ¿Qué tanto quiero salir de aquí? Ag. Realmente no quiero arrastrarme en un ducto lleno de ratas pero Franco lo vale. Trepó a la ventilación y un segundo antes de que vuelva a poner la puerta oxidada de metal en su lugar Luisa entra. Me siento mal por ella pero es mi vida o la suya. Empiezo a arrastrarme por la ventilación antes de que tenga tiempo de descubrir que huí. Escucho un golpe y un grito a lo lejos pero aún que se asomara por la ventilación ya no me vería. Jessica uno, Aron cero. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ∗ ⋅Alexander⋅ ∗ —¿Qué te pasó en el brazo? —Nina, deja a tu hermano tranquilo.— la reprende su padre, por supuesto que ella no lo escucha. —¿Te duele? La única respuesta que ella recibe de Luis es un gruñido pero eso no parece desanimarla. Nina intenta tocar la quemadura en su brazo pero él se aparta con suficiente brusquedad como para golpearla por accidente. Me pongo alerta esperando que llore y eso nos meta en problemas pero ella se para del sillón con el rostro deprimido y se va por el pasillo que da a su cuarto. —Es solo una niña no tienes que ser tan rudo.— intento defenderla. En respuesta Franco que se levanta ignorándome también y se va a la habitación que compartimos. Es curioso lo mal que se llevan y lo parecidos que son. En especial por la forma en que me ignoran. La señora Ortega esta en la cocina y el señor Ortega salió a patio lo que evita que esto se convierta en un problema mayor. Después de meditarlo un segundo voy tras Nina. Si voy tras Luis probablemente solo me golpearía. Escucho un sollozo apagado y la encuentro abrazando su almohada. —¿Por qué Luis no me quiere?— me pregunta con la cara enterrada en la almohada. —No es que no te quiera enana, solo que él es así, es de pocas palabras. No debes molestarlo, ¿si? Ella sigue con la cara enterrada en la almohada y no me responde. Es curioso como pasó de tenernos miedo a pegársenos como un pequeño y adorable parasito y entre los dos es Luis quien menos paciencia le tiene pero también parece con quien ella más tiempo quiere estar. Es una niña masoquista o con deseos suicidas. No es que me sorprenda considerando los padres que tiene. Cuando fuimos traídos aquí jamás esperé que fuese para esto. Desde ese día Luis simplemente se cerró en si mismo, si antes era una roca sin emociones ahora su armadura solo se ha fortalecido. No es que lo culpe. Me sorprendí a mi mismo deseando un día volver al orfanato. Ese día cuando nos llevaron a ese supuesto “campamento” fue cuando comenzó todo el infierno. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Luis da un paso atrás y yo también al ver que tenemos compañía. Cuatro hombres rapados a raya se bajan de una camioneta completamente negra. —¿Son estos?— pregunta uno de ellos, es difícil diferenciarlos por lo parecidos que son entre si. —Son ellos— responde la mujer orgullosa. —Son muy jovenes— dice el hombre examinándonos.— ¿Qué edad tienes?— le pregunta a Luis, este, que esta tan shokeado como yo no responde. Contengo un grito de sorpresa cuando el enorme hombre le da un golpe que lo envía al suelo. —Responde cuando se te hable. —Tienen doce los dos— responde el señor Ortega. Eso es mentira, apenas cumplí diez en agosto pero no son tan estúpido como para ponerme a discutir dadas las circunstancias. Luis que sigue en el suelo se limpia el borde de la boca por dónde baja un hilo de sangre. Le rompió el labio. Los bullyes del orfanato no son nada en comparación con estos hombres. —Súbanlos a la camioneta— ordena y los dos hombres que lo acompañan se abalanzan sobre nosotros, yo intento luchan y Franco también lo hace pero somos juguetes de tela en sus manos, simplemente no tenemos oportunidad. Somos lanzados dentro del auto sin cuidado mientras nuestros padres adoptivos se limitan a mirar. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ∗ ⋅Mason⋅ ∗ —No. —Luis… —¡Te dije que no me llamaras así! —Nina esta viva. —Nina esta muerta Franco lanza la silla en la que se estaba apoyando y esta se destroza contra el suelo. —¡Ella no puede estar viva! ¡Ella no puede ser… Lo veo cubrirse la cara con las manos, esta completamente fuera de si y mi esposa embarazada esta en este mismo lugar, más le vale controlarse si no quiere que arremeta contra él. —Ellos la secuestraron, ¡la mataron! —¡Se supone que también me mataron a mi!— respondo esperando que termine su ataque de pánico. La fuerza de su ataque de pánico se va reduciendo mientras se apoya con ambas manos en el respaldo del sillón. Me acerco con cuidado. —Gianna me envió… me envió una parte de su cuerpo, la analizaron, era de ella. ¡Ella la mató, la mató bajo las ordenes de Aron! —No era de ella.— ahora entiendo. —¿Qué dices? —Nina se escapó de casa a los dieciséis años. Se congela, puedo ver a su mente yendo a mil por hora. —Mientes. Esto esta empezando a ser exasperante. —La mujer que secuestraron y asesinaron no era Nina, era otra huérfana más que esos enfermos adoptaron para vender a la mafia y no fue ni la primera ni la última. Nina era la única hija legitima de los Ortega, sus padres se aseguraron de mantenerla al margen de su doble vida. Siempre me pregunté si la madre superiora del convento del que nos sacaron sabía la verdad de lo que le ocurría a los niños que adoptaba, si era parte de ello o solo otra víctima ingenua. —¿Por qué Nina se escaparía de casa? —¿Por qué no se lo preguntas cuando la rescates?— responde mi esposa que esta de pie bajo el umbral de la puerta. Nunca ha sido de sueño pesado y dudo que este escándalo hubiese pasado desapercibido para ella. —Deberías volver a la cama— digo pero ya se que es una batalla perdida. —¿Cuánto tiempo lo supiste?— me pregunta y me doy cuenta que está molesta. Conmigo. —¿Cuánto tiempo supiste la verdadera identidad de Jessica? ¿Cuánto tiempo me lo ocultaste? No “¿Por qué?” si no “¿Cuándo?” —Poco después de que muriera tu padre.— respondo. Ella asiente con un gesto seco y una expresión de decepción en sus ojos y es peor que si me escupiera y me dijera que me fuera al demonio. Escucho un golpe seco y me doy cuenta que Franco a dejado el departamento. Mi esposa se vuelve al interior de la habitación como si no quisiera verme. De nuevo estoy a la mitad, miro en dirección a la puerta principal por donde Franco ha salido probablemente en busca de Jessica con serios deseos homicidas, después miro hacía la puerta del cuarto dónde mi esposa furiosa se ha ocultado. Finalmente voy tras ella listo para rogar su perdón por ocultarle información tan delicada. Franco estará bien. Siempre y cuando Aron no descubra la verdadera identidad de Jessica. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ∗ ⋅Jessica⋅ ∗ No ha aparecido una nueva rata, eso es realmente reconfortante considerando la situación. Finalmente llega un punto en que la ventilación se termina y hay una salida que da hacía un estacionamiento sin autos pero no hay nada que amortigüe mi caída si decido bajar por aquí. Es una caída recta de noventa grados. Podría lastimarme de gravedad pero mis opciones es dejar que Aron Walk me rompa un hueso o rompérmelo yo. Bueno, esta decidido. Rogando que la caída no sea muy larga me lanzo por la bajada del conducto y… Mis piernas y brazos se engarrotan cuando lo único que me recibe desde abajo es el frío y duro cemento terroso. Eso dolió. Tardo unos segundos en recuperar el aliento y en asegurarme que mis piernas siguen funcionando correctamente. Me gustaría decir que es la última vez que estoy en una situación así pero realmente lo dudo. Solo espero que la suerte siga de mi lado como las anteriores veces y pueda salir caminando de esto. Dónde estoy es un estacionamiento subterráneo completamente abandonado. Hay restos de autos y llantas viejas aquí y allá pero ningún auto real, esto quiere decir que el lugar al que me trajo Aron es un lugar abandonado, en medio de la nada. Maravilloso. La gran ventaja de los lugares abandonados es que están cayéndose a pedazos lo que significa que no hay cerraduras ni puertas cerradas, al menos no lo suficientemente fuertes si el oxido tiene algo que decir al respecto. Cómo dije la puerta del estacionamiento al exterior esta rota por la mitad, lo suficiente para que yo pase. Libertad dulce… —¿Sabes cuál el la diferencia entre yo y los que me antecedieron?— me dice Aron junto a la enorme mujer y dos hombres más. Se ve relajado y confiado como siempre, como si hubiese estado esperando simplemente a que yo llegara.— que yo no subestimo a las mujeres, en especial las que son tan problemáticas como tú. Carajo. Doy un paso atrás cuando su arma me apunta. Si lo que vi antes me enseñó algo es que Aron me matará sin sudar si realmente quiere hacerlo. —Solo necesito que Franco llegue aquí, no importa si te encuentra viva o muerta.
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