—Largo— le ordeno sin dejarme intimidar por su mierda.
Si cree que puede asustarme es porque no conoce la mujer que soy ahora.
La mujer en la que he logrado convertirme.
—¿Así que tienes novio?— me pregunta mofándose.
—¿Así que sigues siendo un idiota?— pregunto con el mismo tono.
Él se acerca a mi con zancadas furiosas y yo no retrocedo ni un centímetro.
—¿Qué paso con la tímida chica que quería casarse conmigo? ¿Te convertiste en una puta cuando te rompí el corazón?
Me rio sin humor.
—No te des tanto crédito Tony. No me rompiste el corazón y no soy una puta— me acerco y lo encaró— yo cobro más caro. Nunca podrías costear a una mujer como yo.
Uf, esta rojo de rabia.
Bien.
Veo que levanta una mano en mi dirección pero es detenido a la mitad del camino.
Ambos nos sorprendemos al ver a Kanan atrapar su mano y colgar de ella con una mordida.
¡Ese es mi chico!
Kanan se suelta y yo lo agarro en el aire. Al segundo siguiente Tony tiene mi pica hielo apretado contra su cuello.
Siempre duermo con el bajo mi almohada.
Si Tony cree que él es lo más aterrador que he enfrentado esta muy equivocado.
—¿Qu.. qué haces?
—Te amenazo con un pica hielo, ¿no esta claro?— pregunto con inocencia fingida apretando el metal contra la piel de su cuello, no lo suficiente para cortar pero si lo suficiente para doler.— eres un hombre extraño que entró en mi casa sin mi permiso, atacaste a mi cachorro y a mi. Si la policía encuentra tu cuerpo no van a arrestarme.
Traga saliva haciendo que el pica hielo se mueva ligeramente.
—No soy la niña asustada de quince años.— me acerco más a él sin mover el pica hielo.— LARGO. DE. MI. CASA— Acentúo cada palabra.
Su sonrisa de “conquistador” se va de su cara de golpe y la mía se acentúa.
—Jessica, no entré a tu departamento para lastimarte, solo quiero hablar contigo. Me has evitado sin parar.
Cuando vuelvo a empujar el pica hielo el da otro paso atrás para evitar que le atraviese la garganta.
—¿Que entres a mi departamento como un ladrón no te da alguna pista de porque te evito? No es lo que un hombre cuerdo haría según la revista de enfermos mentales y psicopatías.
Me observa en silencio y me siento como un insecto bajo un microscopio. No puedo creer que en el pasado esa mirada me pareciera tan sexi.
—Has cambiado tanto y al mismo tiempo eres la misma.
—Mi paciencia se esta terminando. ¡Lárgate de mi casa o convertiré mi cuarto en una escena del crimen!
Finalmente parece tomarme en serio porque levanta las manos en gesto de paz y empieza a retroceder fuera del cuarto sin despegar la mirada de mi o mi pica hielo.
—Me voy. Lo siento. No quise molestarte, solo quiero hablar contigo.— parece inocente pero ese acto yo ya no me lo trago.
—¿Tendré que repetirlo de nuevo?
El da un paso en reversa y luego otro.
Lo sigo mientras el retrocede hasta la puerta principal con el pica hielo apuntándolo en todo momento.
Como amo mi pica hielo, me casaría con él si fuera legal.
Él tantea la perilla de la puerta y la abre aún mirándome. Entonces abre la boca. Debí cortarle la lengua con el pica hielo cuando tuve la oportunidad.
—Aún te amo— sale y cierra la puerta tras de si antes de que yo tenga oportunidad de responder algo.
Hijo de…
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
—Te vez cansada.
—Estoy bien.— le respondo a Ada mientras asalto su refrigerador.
—¿Estas comiendo como lo haces cuando estas preocupada por algo?
—¡Eso no es vedad!— le gritó con un bocado de pizza fría en la boca. Ella se ríe de mi mientras le da un sorbo a su te con tanta elegancia que me siento como una niña de siete años viendo a su madre después de llenarse los cachetes de dulces.
Esta mujer me genera complejos.
Pero eso no me detiene de volver a abrir su refri.
—¿Estas durmiendo bien?
—Estoy bien, lo juro— miento— ademas ahora soy una madre con un padre que esta ausente la mayor parte del día, ¿que esperabas?.
Como si lo llamara con el pensamiento, Kanan sale de entre las piernas de Ada. Ella lo levanta y lo pone en su regazo.
—Hola bonito. Tu madre te culpa a ti de no poder dormir, pero eres tan pequeño que dudo que des problemas.
Kanan ladra en mi dirección como si me estuviera reclamando por mentirosa.
Le lanzo una mirada de disculpa al cachorro que me gruñe antes de echarse en el regazo de mi mejor amiga como si lo hubiese hecho toda su vida.
—¿Entonces tiene un padre?— me pregunta y yo sonrió entusiasmada pero con la boca llena de comida estoy segura que luzco como una ardilla glotona.
—¡Claro! Pero es un padre desobligado. Se tardó demasiado en ponerle un nombre al pobre.
Ada acaricia la cabeza de Kanan pensativa antes de mirarme de nuevo.
—No es el hombre del otro día, ¿o si?
Me atraganto.
Intento abrir desesperadamente el refresco hasta que alguien me lo quita de las manos y lo abre por mi. El esposo de Ada no parece sorprendido por mi desastre mientras me entrega el refresco abierto.
Realmente me siento juzgada cuando estoy con estos dos.
—¿Eso es un si?— vuelve a preguntarme ella sin dejar ir la conversación.
—¿Qué es un si?— le pregunta Mason en voz baja sentándose junto a ella en su amplio sillón.
La encimera de la cocina a un par de metros de ellos no esta lo suficientemente lejos como para no escucharlos. Toda esta casa es tan blanca y elegante que me hace querer limpiar mi departamento de vez en cuando.
—Creo que ella esta viendo a alguien.— señala a mi cachorro— alguien que le dió esto.
—¡Sigo aquí saben!— agito las manos para recordarles mi presencia.
—¿Y ese alguien no te da confianza?— le pregunta Mason ignorándome.
Me rindo y vuelvo a la comida.
—Ella lo conoció en mi club.
—Oh…— eso parece suficiente explicación para Mason.
El club de Ada, el lugar dónde conocí a Franco, es conocido por ser un lugar dónde la gente de poder ser reúne para hacer negocios importantes.
Negocios clandestinos.
Se que no es el mejor lugar para conocer al futuro padre de mis hijos, pero con semejante hombre ¿quien puede culparme?
—No puedes dejar de meterte en problemas, ¿verdad?— me reclama Mason mientras Kanan se pasa del regazo de Ada al de él.
—Perdón mamá y papá, les prometo que pensaré en lo que hice.— me quejo llevando los brazos llenos de chatarra y poniendo todo en la encimera de la cocina antes de subirme y sentirme en esta.—¿Y… cómo te ha ido con tu hijo?— pregunto cambiando de tema.
Ahora ellos parecen incomodos.
Karma.
Ada deja suavemente su te sobre la mesa con tal delicadeza que… oh Dios mío. Nadie humano puede ser tan perfectamente cuidadoso.
—Hemos cenado todos los viernes sin falta, no habla mucho de si mismo pero es agradable. Me alegra que me permita ser parte de su vida. Aún es…— ella deja de hablar y mira de reojo a su esposo antes de terminar— algo distante con Mason, pero al menos han dejado de pelar.
Me alegra que Aron este cumpliendo su parte del trato mientras me hace destrozar la confianza del mejor hombre que he conocido en mi vida.
Algún día me las pagará caro.
Mason a diferencia de su esposa no parece tan incomodo. Se inclina y besa el cabello de Ada con adoración. No parece importarle si su hijo lo odia mientras él y su madre estén bien.
Realmente es doloroso verlos así cuando pudieron ser una familia tan hermosa.
—Gracias— Mason me dice de pronto.
—¿Qué?
—Se que tuviste algo que ver en que Aron se haya acercado a Ada. No se que hiciste para lograrlo pero te lo agradezco. Solo espero que él no te este dando muchos problemas.
Rayos.
Debo conseguirme amigos menos perceptivos.
Forzó una sonrisa en mi rostro.
—No… para nada.
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
He estado dando vueltas por la ciudad y acabándome mi gasolina con la esperanza de no encontrarme a Tony.
Mi pica hielo esta en mi bota de escalar en caso de que al idiota se le ocurra tomarme desprevenida de nuevo.
Cuando vuelvo a mi edificio es casi de noche. No he sabido nada de Franco desde ayer. No tengo su teléfono y mi única forma de encontrarlo es ir directamente a mi departamento.
Pero intento algo nuevo que se llama: hacerse la difícil.
Aparco mi auto cuando ya es de noche. Llevo a Kanan en el bolsillo de mi chamarra.
Es adorable como cabe perfectamente en un espacio tan pequeño.
Mi edificio no tiene estacionamiento así que tengo que dejar mi auto unas cuantas cuadras atrás.
Notó a los hombres que rodean mi troca unos segundos antes de que uno de ellos golpe mi vidrio con los nudillos de su mano tatuada.
Esos tatuajes…
Son dolorosamente familiares.
—Dame las llaves, zorra.
—Tienes que llevarme a cenar antes de llamarme así, zorra— le devuelvo el insulto y él parece confundido por un momento.
Kanan se revuelve en mi bolsillo.
Apenas logró lanzarme al asiento del copiloto antes de que el hombre rompa mi vidrio con su codo.
—¡Bájate ahora!— me grita apuntándome con un arma. Wow, esa es una buena pistola.
¿Sería muy extraño preguntarle dónde la consiguió?
Tragó saliva antes de abrir la puerta de mi lado y bajarme.
¿Realmente es la ley de atracción funcionando, o es verdad que soy una imán de este tipo de problemas?
Por poner toda mi atención sobre ese hombre no noto al otro que llega tras de mi y me cubre con su brazo desde atrás rodeando mi garganta hasta casi cortar el aire.
Golpeó su brazo para que me deje respirar pero no lo hace.
—¡Dame las llaves!— me grita el de los tatuajes y me doy cuenta que por inercia quite las llaves y ahora las tengo apretadas en la mano.
Kanan afortunadamente no se ha salido de mi bolsillo.
Se las aviento al suelo y él se apresura a rodear el auto y agarrarlas.
Entonces llega un tercero. Es mayor que estos dos y esta rapado a raya igual que ellos.
Sus tatuajes también me son familiares.
El me mira un momento y su rostro se transforma de la indiferencia al terror.
—¿Eres idiota?— grita y me toma un momento darme cuenta que no es a mi.
Golpea al idiota numero 1 con un puñetazo tan fuerte que lo lanza al suelo, parece que es el que manda porque el otro no hace ningún gesto de defenderse pese a que parece molesto y la sangre baja por su barbilla.
—¿Qué haces?— reclama el que me aún me sostiene por el cuello cortando parcialmente mi entrada de aire.
Creo que empiezo a ver puntitos.
—Ella es propiedad de los italianos. ¿Qué no la reconoces? Si la tocas él va a matarnos.
El idiota me suelta y me gira para mirarme sosteniéndome por los hombros.
Tarda unos segundos mirándome y yo puedo notar que todos tienen tatuajes similares que suben por su cuello. Parece un código de letras que no entiendo, pero lo más importante es el dragón de cabeza cuya cola termina en su cuello. Recuerdo entonces dónde es que los he visto antes.
Franco tiene exactamente los mismos tatuajes.
Como si de pronto yo fuera radioactiva él me avienta y yo apenas logro meter las manos para no golpearme la cabeza.
¡Ay mis codos!
Ponerle alcohol a eso va a doler.
De pronto recuerdo a Kanan y veo que con la caída se ha salido de mi bolsillo y ahora esta a mi lado sacudiéndose.
Parece estar bien.
—¡Qué haces, levántala!— le grita el mayor.
Empieza a agradarme.
Es él mismo quien se acerca y me pone de pie. Siento la sangre bajar por mis codos hasta mis muñecas.
—¡Mira lo que hiciste! ¡Nos va a desollar!
Él es un poco más bajo que los demás y los años se ven en sus ojos. Ha visto lo suficiente para perder cualquier brillo de juventud en su mirada.
Saca un pañuelo n***o de entre su saco y para mi sorpresa lo pone sobre la herida de mi codo.
—Lo siento, señorita. Fue nuestro error.— noto que tiene un ligero acento en su voz que intenta disimular.
Igual que Franco.
Se inclina para levantar a Kanan y me lo entrega.
—Pagaremos la reparaciones, ahora por favor vuelva a su casa, no debería andas por las calles a esta hora.
Con un gesto brusco me empuja de vuela a mi auto, me hace subir y luego cierra la puerta por mi.
Están tan conmocionada que solo muevo los pies y hago lo que me dice.
—¡Dame sus llaves!— le grita al hombre que aún intenta detener el sangrado de su boca con su manga que ahora esta empapada de rojo.
A través del vidrio del auto ahora roto me avienta las llaves. Me lanza una última mirada de disculpa mientras Kanan les ladra antes de darse media vuelta e irse.
Ellos continuan discutiendo en mientras se van y tardo dos segundos en volver a reaccionar.
¿Qué diablos acaba de pasar?Capítulo 11: