Capítulo 5: Adormecida

2935 Words
Capítulo 5: Adormecida Ella se ha ido. La busco por toda mi casa pero cualquier rastro de ella se ha ido a excepción de una nota en una servilleta. Su letra es bonita. “Tuya: Jessica” Son sus últimas palabras después de decirme que desaparecerá para siempre de mi vida. Demonios. Esto debería ser más simple, sin importarme, sin ningún tipo de incomodo dolor en el estomago, pero una parte de mi que suelo tener perfectamente controlado empieza a burbujear con rabia, una parte de mi quiere ir tras ella y regresarla aquí, recordarle que yo la compre, que ahora es de mi propiedad. Pero no haré nada de eso. Jessica es el alma más libre que he conocido en mi vida, atarla parece una tarea imposible, por más que desee hacerlo dudo que pueda lograrlo y me sorprende incluso que quiera hacerlo. Ella fue una extraña y estimulante aventura que acaba de terminar. No debería doler tanto como lo hace. Mientras la servilleta se arruga dentro de mi puño me doy cuenta de algo: Jessica no desapareció como una persona normal lo haría. Dejando rastros. Todo esta en perfecto estado, limpio, intacto, ni siquiera un cabello de su cabeza parece hacer caído al suelo, se llevo mi camisa y se llevó su propia ropa, la cama del cuarto esta perfectamente tendida. Es como si ella nunca hubiese estado aquí, como si hubiese sido solo un producto de mi imaginación. Solo me queda su nota. Una persona normal no desaparece de esa manera. Me doy cuenta que Jessica es mucho más de lo que me dejó ver. Pero eso ya no importa. Me paro frente a la chimenea listo para tirar la nota en el fuego destruyendo el último rastro de ella que me queda. Pero no lo hago. Al final meto la nota en el bolsillo de mis pantalones de vestir y apago la chimenea. Guardaré la nota solo para recordarme que ella realmente existió. Un último recuerdo. Hasta nunca Jessica. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── 1 mes después. —¿Pudiste hablar con él? Ella asiente con la cabeza pero hay una enorme tristeza en ese simple gesto. —¿No terminó bien?— preguntó de nuevo. Ada vuelve a negar con la cabeza. —Cariño, háblame, ¿que ocurrió? Ella cierra los ojos como si los recuerdos vinieran a ella. —Deje que Mason hablara con él— me dice y es suficiente para que yo entienda que intenta decir. —Lo siento, cariño. Pero al menos ahora sabes que él esta bien. La veo tomar un par de respiraciones antes de recuperar su rostro tranquilo y su perfecta postura. —Lo golpeó.— me dice mirándome. —¿Mason golpeó a su hijo?— pregunto sorprendida. Su enorme esposo puede realmente dar miedo pero no pensé que pudiera perder tan fácilmente el control. —No— me corrige— Aron golpeó a su padre. Espera… ¿qué? —Mason lo dejó hacerlo. Se que podría haberlo deteniendo pero lo dejó golpearlo— su mirada vuelve a bajar con vergüenza— creo que se siente culpable. Dejó que lo golpeara como una forma de auto castigarse.— bebe su taza de café con un shot de tequila y la cerámica golpea contra la mesa de vidrio entre nosotras cuando la deja. Alguno de los dos se rompió, no tengo pruebas pero tampoco dudas. —¡Lo odia, Jessica! Aron culpa a su padre de haber terminado involucrado en ese mundo. Me levanto y me siento a su lado en el bonito sillón blanco de su sala. Tiró de ella y la abrazo por los hombros. Ella esta llorando. Carajo. Los adolescentes normalmente son difíciles pero no suelen unirse a la mafia. ¿O si? No se, no se mucho sobre niños. Mi chica sin duda la tiene difícil. Encontré a su hijo pero desearía no haberlo hecho. Ella nunca llora, nunca. Esta destrozada. Abro la boca para disculparme cuando ella me interrumpe. —Lo sien… —Gracias. —¿Qué? —Lo encontraste, cumpliste. No quiero ni imaginarme por lo que pasaste o que arriesgaste para hacerlo pero lo encontraste. Gracias Jessica. Hay agradecimiento sincero en sus ojos azules ahora enrojecidos por el llanto. —Me agradeces pese a lo miserable que te sientes ahora. Ella suspira y yo la abrazo más fuerte. —Él esta bien, esta sano y es fuerte. Parece que sabe lo que hace. No lo convenceré de que deje este camino pero al menos ahora puedo ser parte de su vida. Eso me sorprende. —¿Serás parte de su vida? Ada finalmente sonríe. Carajo que alivio. Mi capacidad para consolar a una persona termina en la parte de abrazos, después paso a ser torpe y decir tonterías. —No se como sentirme al respecto, pero parece que Aron odia a su padre… no a mi. Uf. —Vaya. Eso es ¿bueno?— pregunto. La sonrisa de Ada titubea como yo. —Me siento culpable por sentirme feliz por ello. Mason llegó cubierto de moretones pero mi hijo quiero mantener el contacto conmigo, Aron podría matar a golpes a su padre pero no se atrevería a levantarme a mi la voz. ¿Cómo se supone que debo sentirme con eso? —Orgullosa cariño.— no soy yo la que responde. Mason, su esposo entra con una curación en la ceja derecha. Parece que la parte de ser golpeado no era exageración. —Hola Jessica.— me saluda y la sonrisa que muestra acentúa la cortada en su boca. Rayos. Le dieron una paliza. —Entonces, ¿qué dice la familia?— pregunto y Ada me da un codazo. Esa chica es más fuerte de lo que parece. —Creo que me hundiste las costillas.— me quejo sin aliento. —Ya lo sabes ¿no es así?— me responde él sin parecer molesto. —Lo siento, realmente esperaba que Aron volviera a ustedes. Él se sienta en el banco incomodo en el que estaba yo hace poco. —Gracias por encontrar a mi hijo— se dirige a mi. —Amigo, no me puedes decir eso con el labio roto y la ceja abierta que tu hijo provocó. Evado el golpe que Ada iba por darme y Mason se ríe. —Aron decidió mantener el contacto con Ada. Es es más que suficiente para mi, esta bien si me odia. Al menos podré saber que mi hijo esta bien y podré verlo al menos a la distancia. Eso es suficiente para estar infinita mente agradecido contigo, Jessica. —Okey basta, si siguen agradeciéndome voy a salir corriendo. —¿Y cómo?— me pregunta Mason. —Solo le agrego dos de azúcar y un poco de vodka y… —¿Cómo lograste encontrarlo?— me interrumpe Ada— ¿No te pusiste en riesgo de muerte de nuevo verdad? Tragó saliva y compongo una sonrisa de comercial de pasta de dientes. —Te dije que no lo haría.— respondo. —¿Entonces cómo?— vuelve a preguntar Mason— ¿Cómo lo encontraste? Carajo, no me había sentido así desde que mi madre encontró su botella de vino más fina completamente vacía junto a mi vomito y mi cuerpo inconsciente. —Bueno… ¡oh mira la hora! Tengo que irme— consulto la hora en mi muñeca y me levanto del sillón lentamente. —Jessica no tienes reloj— me recrimina Ada. —Tengo reloj interno. Cómo sea, me alegra que la familia esta reunida. Cuida tus heridas Mason. ¡Adiós!— corro hacía la puerta antes de que puedan alcanzarme. Uf, eso estuvo cerca. Necesito una distracción urgente… Es casi de noche cuando aparco mi auto en un lindo bar a unas cuadras de mi casa. Entro y le pido al bartender una bebida. —Algo para el corazón roto, Tony. Él me mira de arriba a abajo como si yo fuera una loca. —No me llamo Tony— me dice molesto— ¿te rompió el corazón alguien llamado Tony? Me rio. Es tierno. —Tal vez. ¿Si te respondo me darás mi bebida? Él sonríe y ya no parece molesto. —Puedo ayudarte con algo mejor que una bebida.— me dice inclinándose sobre la barra. ¿Se me esta insinuando? Supongo que al mal tiempo… Me inclino sobre la barra también para quedar más cerca de él. —¿Y qué es lo que tú puedes hacer por mi?— pregunto usando mi “voz seductora”, suena muy parecida a mi “voz de ebria” pero él parece complacido si sus ojos de borrego a medio morir me dicen algo. Su cabello afro esponjoso definitivamente hace la imagen completa de borrego. Se inclina para besarme y lo dejo. —¡Hay clientes esperando aquí!— le grita alguien. Un hombre de mediana edad con una chica que podría ser su nieta exige una bebida. Sin duda ese es un sugar Daddy. Necesito un sugar Daddy. ¿No le importará a esa chica compartir? —Vamos hombre, tu ya tienes a tu chica, déjame conseguir a la mía.— se pelea mi bartender y el hombre parece aceptarlo bien porque se para molesto de la barra arrastrando a su joven novia consigo. —¿En qué estábamos?— pregunta mi chico borrego volviendo hacía mi. Prácticamente se sube a la barra para volver a besarme. Pero hay un problema. —Lo siento— le digo alejándome. No siento nada. Jodidamente nada. Es el beso más desabrido que he recibido en mi vida. Su cara de decepción es realmente adorable. —¿Besó tan mal? —No es tu culpa, cariño. Solo… creo que aún no lo supero. Lo siento— me encojo de hombros. —¿Tony realmente rompió tu corazón tan terriblemente?— me pregunta intentando llegar a mis labios de nuevo. Le doy un pico antes de alejarme. —Lamentablemente es alguien más complicado que un Tony. —¿En verdad? ¿Quién es? ¿Un Marcos, un Diego, un Louis? Sonrío. —No cariño, es peor que eso. Su nombre es tan difícil como él. —¿Entonces no tengo oportunidad?— me pregunta haciendo un puchero. —No, cariño. Pero estuviste muy cerca. Paso mi mano por su cabello sin poder contener la tentación, antes de levantarme y salir del bar. Realmente no me siento mejor. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── —Vete de mi casa. —¿Qué… —Vete, sal de mi cama y vete. Soy un idiota. Ella se levanta de la cama a mi lado cubriéndose con la sabana. —¿Realmente me estas echando después de tener sexo? ¿Qué soy para ti una prostituta? —Ódiame Eva, lo merezco, ahora por favor vete de mi casa, no quiero que esto siga pasando. Se acabo. —¿¡Estas terminando conmigo después de tener sexo y me hechas a la calle!? Veo venir el golpe antes de que lo lance pero no la detengo. Lo merezco. La mandíbula me duele después de que me golpeara en la cara con el puño cerrado. Por la forma en que se sostiene la muñeca se hizo daño en el proceso. —Hay vendas y pomada en el baño— le digo agarrándome la mandíbula. —Vete a la mierda, Franco— me escupe antes de recoger su ropa y salir de la habitación, unos segundos después oigo la puerta principal abrirse y cerrarse de golpe. La usé, si. Me lo merezco, si. Fue el peor sexo que he tenido en mi vida y no es la primera vez que Eva y yo estamos juntos y suele ser perfectamente deseable para mi, su sangre sureña y sus curvas marcadas siempre me parecieron realmente deseables. Ella siempre supo como tratarme y siempre nos entendimos perfectamente. Ahora me siento como si me hubiese dado un baño en analgésico. Mi piel, todo en mi se siente adormilado, las caricias, sus besos se sientes como si me hubiesen puesto una anestesia. Es decir nada. No siento nada. Esa maldita mujer loca acaba de arruinarme. Siento tanta rabia que quisiera poder arruinarla a cambio. ─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Una ventaja de ser tu propia jefa es que puedes levantarte a las dos de la tarde o incluso más tarde. Excepto ahora. —¿Quién es tan despiadado como para levantarme a la una de la tarde?— grito aventando las cobijas con mis piernas y luchando por tantear hasta la puerta mientras mis ojos se adaptan a la luz. Abro la puerta para encontrarme con la última persona que esperaba encontrar frente a mi. —¿Aron? ¿El hijo de Ada? El chico parece sacado de una novela adolescente. Con esa chaqueta oscura de piel enorme, los lindos rasgos heredados de su madre y el cuerpo grande heredado de su padre lo hacen tener una imagen casi irreal. Si no estuviera tan loco se lo presentaría a mi sobrina. —Puedo pasar— me pregunta con un tono malhumorado. Le hago un gesto al interior de la casa con mi mano y él entra con cautela. —¿Qué te trae por aquí? Él esta inspeccionando mi casa en silencio cuando me responde. —Bueno, vengo a cobrar mi deuda. —¿Cuál deuda?— pregunto recordando dónde dejé mi atizador de chimenea solo por si decide mostrar su lado psicópata y apuñalarme hasta la muerte. —Bueno, estaba perfectamente bien hasta que alguien decidió investigarme y darle mi ubicación a mi madre. Oh esta molesto. Tengo ese efecto en los hombres. ¿Lo había dicho ya? —Lo siento, Aron, pero no lo siento. Tú madre ha sufrido mucho cuidando de ti, ha sacrificado tanto, no me parece que simplemente desaparecieras y mandaras todo a la mierda haciéndole daño. Me siento en el borde de mi mesa mientras él se sienta correctamente en el banco alto que me robe de un bar un día. —Me fui justo para no hacerle daño— me dice y su voz suena sorprendentemente sincera. —¿Qué haces aquí, Aron?— pregunto armándome de paciencia. No sirvo para tener hijos. DEFINITIVAMENTE. Pelearía con ellos y alguno terminaría muerto. Yo probablemente. —Necesito tu ayuda.— suena casi infantil cuando me dice eso con un tono de vulnerabilidad. —Habla— le digo con desconfianza abrazándome a mi misma. Carajo, este niño da miedo en verdad. —Mi madre me dijo que te envió a buscarme para poder protegerme. Necesito que me protejas ahora. Me rió. De verdad. Una linda y poco femenina carcajada sale de mi garganta. —¿Que te proteja? ¿Yo? Yo necesito que me protejan de ti cariño, eres aterrador, ahora mismo tengo mi mejor cuchillo de cocina apretado en mi espalda. Su rostro permanece impasible mientras me dice: —Solo necesito que encuentres información sobre esta persona, algún punto débil, algo para protegerme en caso de que las cosas se salgan de control. —No— respondo de inmediato con mi cuchillo de cocina en la mano derecha mientras me levanto de la mesa. ¡Mi pica hielo! ¿Dónde esta mi pica hielo? Creo que se esta escondiendo de mi desde que lo use para abrir unas nueces. No quería degradarlo así pero tenía hambre. —¿Por qué no?— me pregunta levantándose también y siguiéndome mientras voy a la cocina por mi pica hielo. —Porque no voy a involucrarme en tu mundo de drogas y armas. He tenido suficiente de eso niño, tu no deberías estar ahí y definitivamente yo no debería estar ahí. —Te pagaré— me dice interponiéndose en mi camino a la cocina. ¿Es normal que un adolescente sea tan alto? Tal vez Ada tomo alguna droga del crecimiento mientras estaba embarazada. ¿Le quedará un poco? —No necesito tu dinero manchado de sangre, Aron. Vete de mi casa. —Eres la mejor detective privada que conozco ¿Qué quieres para ayudarme? ¿Soy la mejor detective privada que conoce? Rayos ¿Cómo supo que soy débil a los halagos? —No quiero tu dinero, Aron, pero si harás algo por mi. Él se cruza de brazos pero no se niega. —Tendrás que tener una relación decente con tu padre y con decente me refiero a que no puedes golpearlo.— no puedo creer que tenga que aclarar algo así. —¿Eso es todo?— me pregunta con aburrimiento. ¿Ah? ¿Está retándome? —Y llevaras a tu madre a cenar todos los viernes sin falta por el resto de tu vida. Tendrás que ser lindo, caballeroso y un hijo modelo. Se que no lo eres pero puedes actuar, eres un maestro de la mentira así que será fácil para ti. Eso lo congela por un momento. Creo que se va a negar pero para mi sorpresa asiente. —Lo haré. ¿Me ayudarás? Asiento y él me extiende un papel grueso mal doblado que llevaba bajo el brazo. —Solo necesito encontrar una debilidad— me dice mientras desenrollo el papel. El cuchillo se cae de mi mano y hace un ruido metálico al rebotar en el suelo. SI mi vida fuera un show de televisión, sería una de esos shows de comedia que dan mas tristeza que risa. La fotografía de mi hombre misterioso mejor conocido como Franco esta frente a mi. —Solo necesito que encuentres una debilidad. Algo con lo que hacerle daño.— me dice. Demonios.
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