Capítulo 6: Hasta pronto
Se supone que los detectives privados somos buenos pasando inadvertidos.
Bueno yo soy buena NO pasando inadvertida.
Así que tengo que hacer un esfuerzo verdadero por disimular mi apariencia. Me pongo una peluca café claro ligeramente rizada y la enredo un poco para que no se vea tan perfecta.
Nada de maquillaje y unas ojeras falsas. Uso la clásica de las películas y me pongo unos gruesos lentes de pasta negra, un jumper café y una blusa de manga larga blanca de algodón.
En realidad me veo bien. Como una estudiante universitaria soft adicta al café.
Rayos.
Es lo mejor que puedo lograr.
Besó a mi troca negra antes de entrar en ella. Es muy sencillo localizar a alguien cuando sabes exactamente dónde vive. Estaciono a mi bebe y camino el resto del camino.
Son las cuatro de la mañana, eso quiere decir que no dormí nada en absoluto porque de otra forma no me habría levantado ni aun que hubiese iniciado el apocalipsis zombie. Apoyando mi imagen de universitaria desvelada saco un pesado libro con la portada borrada por los años y finjo que leo mientras me formo en la larga fila al restaurante al otro lado de la calle.
Tal como esperaba mi chico es un hombre madrugador porque sale de su casa quince minutos después.
Carajo. ¿Por qué se ve tan bien por la mañana? Es tan atractivo que duele.
Realmente no quiero hacer esto, no quiero investigar al hombre que me salvó la vida. He hecho cosas en mi vida de las que no me siento orgullosa, invitar strippers a la despedida de soltera de mi mejor amiga sin avisarle es una de ellas, pero apuñalar por la espalda a quien gastó 100mil dólares para salvarme la vida es caer demasiado bajo.
En que momento me convertí en la villana de la historia.
Él entra a su auto y es mi momento de tomar el mio.
Tengo que correr pero logro entrar al auto y alcanzarlo en la autopista. No estoy lo suficientemente cerca para notarme pero tampoco tan lejos como para perderlo.
Él de un par de giros bruscos y de pronto.
¿Lo perdí? ¿Qué carajo…
Él sabía que lo estaba siguiendo. Maldición. Es realmente inteligente.
Me encanta.
No hay desvíos en la autopista, es una línea recta por un par de kilómetros más. ¿Cómo demonios lo perdí?
Estaciono cerca de un pequeño puesto de helados ambulante. ¿Quién se detendría a comprar helado en medio de una autopista?
Supongo que yo.
—Vainilla por favor— le digo al hombre que atiende. Lleva una bonita texana negra y sonríe con una dentadura sin un diente mientras sirve el helado.
Que adorable.
Los autos siguen pasando a mi lado. No hay señal de él. Hay algunos plantíos a nuestro alrededor pero no hay manera de que se hubiese metido ahí sin hacer un escándalo, ademas su BMW no es un auto que pase fácilmente inadvertido.
¿Estoy perdiendo mis habilidades como detective?
Es un golpe duro a mi ego.
Vuelvo a mi auto sintiéndome derrotada pero con un helado de vainilla. No fue de todo una pérdida. Debo regresar. ¿Podré dar un giro en u en medio de esta autopista? Suena a un reto.
Enciendo mi auto y lo apago dos segundos después cuando una pistola se aprieta contra mi cuello desde atrás.
—Me estabas siguiendo— su voz profunda vibra desde el asiento de atrás del auto.
—Hola a ti también.— aprieta más el arma contra mi piel.
—¿Por qué estás siguiéndome?
—Vine por un helado— mis voz sale más débil de lo que esperaba mientras levanto el vasito en mi mano a la altura de sus ojos.
Él me suelta y yo respiro nuevamente.
—Eres una mujer extraña.— suena derrotado.
Pobre.
—Bueno, yo compré un helado, tu me apuntaste con una pistola con el seguro puesto. Las personas toman decisiones extrañas en la vida.
Gritó cuando él presiona la palanca de mi asiento desde atrás dejando a mi asiento recostado de forma completamente horizontal recargado en los asientos de atrás. Ahora él me mira desde arriba con ese gesto altivo que no se borrará de su rostro con los años.
—Se suponía que no volvería a verte.— me regaña.
¿Por qué siempre me regaña?
—Bueno, en mi defensa tú entraste en mi auto.— me defiendo como adolescente enjaulada.
Me congelo cuando su mano agarra mi cabello.
Bueno, no mi cabello.
—Traes peluca.
—Si, es un cambio de look. ¿Te gusta?
—Jessica…— se pasa la mano por el cabello y el rostro como si buscara armarse de paciencia.
Exagerado.
—¿Por qué estabas siguiéndome?— pregunta de nuevo.
—No estaba siguiéndote, compré un helado— respondo— que por cierto me hiciste tirar cuando jalaste el asiento.
Hago un gesto de levantarme pero él me empuja por el hombro impidiéndomelo, manteniéndome en la posición acostada.
—Quieta— me ordena.
Me sorprendo cuando se sube sobre mi atrapándome bajo su peso. Me sorprendo aún más cuando sus manos empiezan a recorrer mi cuerpo.
—¿Qué haces?
—Te desarmo— me dice al mismo tiempo que saca un par de pistolas pequeñas de mi cinturón y se las guarda dentro del saco. Todo lo que hace es tan sexi.
Y tan molesto al mismo tiempo.
—Esto ya no es un cateo— digo cuando sus manos parecen dejar de buscar y empiezan a tocar.
—¿Vas a decirme porque me estabas siguiendo?
Sus manos cálidas suben por mi abdomen debajo de la blusa y se detienen justo bajo mi bonito sostén de encaje.
—Yo.. quería verte de nuevo— respondo cuando su mano cubre mi pecho por encima de mi sostén.
Carajo su mano es tan cálida.
Aprieta y es un poco rudo al hacerlo. Con su mano libre va a mi rostro y me quita los lentes sin cristal. Los quita tan lentamente que creo que olvido como respirar.
—No eres un caballero— me quejo pero mi voz suena más como un quejido débil cuando vuelve a apretar mi pecho y dos de sus dedos encuentran mi pezon por encima de la tela de encaje delgada.
—Jamas dije que lo fuera.—me responde y aprieta mi pezon entre sus dedos de forma tal que…
—Probablemente eres una buena mentirosa Jessica, pero no soy alguien fácil de engañar.
Olvido como hablar, respirar y parpadear cuando su mano se cuela en un movimiento por debajo del sostén. Su calor es aún más fuerte, puedo sentir los callos en sus manos grandes que cubren mi pecho casi por completo.
—Me molestas, Jessica. Me molestas mucho. Todo tú es muy molesto.— me dice mientras empieza a amasar mi pecho de forma asombrosa.— realmente no me agradas.
—Tienes una forma extraña de expresarlo— digo sin aliento, su otra mano se une a la primera atrapando mi otro pecho, su toque casi me hace daño pero no llega a hacerlo. Como si quisiera castigarme.
—¿Por qué estabas siguiéndome?— pregunta por tercera vez.
Dios, que hombre tan insistente.
—Franco, no puedo pensar si estas tocándome así…
De pronto saca sus manos de mi blusa y me levanta tirando me mis hombros hasta tenerme frente a él.
—¿Haces esto a menudo?— me responde agitándome. Creo que ya lo enloquecí.
—¿Qué cosa? ¿Seguir a alguien?
Me acerca más a su rostro al responder:
—Dejar que un extraño te toque cuando se le antoja. Espera… ¿acabas de admitir que me seguías?
Ya que afloja su agarre yo aprovecho para buscar la navaja en mi ropa interior que él no encontró y la deslizo por mi manga para ocultarla.
—Ningún extraño había entrado en mi auto a manosearme mientras me interroga.
—Realmente no me agradas— me susurra antes de tirar de mi cabello falso para acercarme a él y besarme.
Amo a mi hombre bipolar.
Envuelvo los brazos alrededor de su cuello acercándolo más a mi. Entonces dejo que la navaja se deslice por mi manga y aprieto el filo contra su carótida. Para mi sorpresa él no deja de besarme.
—Si vas a matarme hazlo ahora— dice subiendo las manos por mis muslos mientras me siento a ahorcadas sobre él. Brinco cuando arranca los tirantes de mi jumper.
—¡Lo rompiste!— me quejo sin quitar el arma de su cuello.
—Era horrible.— me responde sin parecer arrepentido.
¿Le dijo horrible a mi jumper?
—¿Sabes? Lo divertido de ponerle un cuchillo en el cuello a alguien es la parte en dónde se orina en sus pantalones de terror. Tu tranquilidad es desalentadora.
Él me besa haciendo que haga un corte superficial en su piel con el movimiento.
—Eres un suicida— le digo contra sus labios.
—Lo soy— me responde entre besos— me estoy involucrando con una detective privada.
¿Qué?
—¿Cómo lo sab…— intento preguntar pero su boca me interrumpe.
Gimo vergonzosamente cuando me agarra de la cintura y me presiona hacía abajo para frotarme contra la enorme casa de campaña entre sus piernas.
—¿Por qué me seguías Jessica? ¡Responde!
Vuelve a frotarme y creo que moriré.
—No…
—¿No qué Jessica?— me dice molesto mientras una de sus manos vuelve a mis pechos.
—No puedo…
Su boca encuentra el lóbulo de mi oreja al mismo tiempo que se frota contra mi y aprieta mi pecho con demasiada fuerza.
—Vas a responder Jessica. No estoy jugando.
No se en que momento me arrebató la navaja solo se que ya no esta en mi mano. Una de sus manos se cuela dentro de mi jumper, la otra amasa mi pecho y la otra esta mordiendo una parte de mi cuello que me hace ver estrellas. Cuando sus hábiles dedos encuentran mi clítoris y lo pellizcan de forma sorpresiva me pierdo por completo. La acumulación es demasiada y él órganos me alcanza. Me derrumbo contra él.
Pero no se detiene…
—Es ahora cuando empieza la verdadera tortura— me susurra al oído y al segundo siguiente empieza a frotar mi clítoris con fuerza.
Estoy tan sensible que duele.
Intento alejarme pero él me gira hábilmente en el asiento y se pone sobre mi sin sacar la mano de entre mis piernas.
—¿Vas a hablar ahora, o cuando ya no puedas soportarlo?
Frota más fuerte entre mis piernas y lagrimas de desesperación salen de mis ojos.
—Es demasiado, Franco…
—Lo se— me dice y parece satisfecho de si mismo sin detenerse.
Nunca había experimentado lo que era seguir siendo estimulada después del orgasmo.
¡Es horrible! ¡Es doloroso!
Pero al mismo tiempo.
No puedo creerlo posible, pero un orgasmo nuevo está acumulándose.
—Franco detente.— agarro la muñeca de su mano entre mis piernas pero en medio de esta tortura post-orgasmo apenas podría abrir un refresco, menos detener a este gigante sobre mi.
—Responde mi pregunta y me detendré.
No quiero tener otro orgasmo, dolerá.
Me limito a negar con la cabeza, no puedo formular una palabra en este momento.
Me muerdo el labio hasta sangrarlo cuando otro orgasmo me alcanza, es tan doloroso, largo y placentero como esperaba.
Finalmente su mano sale de entre mis piernas. Me sorprende sentirlo limpiando las lagrimas que no recuerdo haber derramado.
—Esta bien, respeto tu determinación.
Lo siento acomodar mi ropa mientras yo apenas recuerdo mi nombre. ¿Me llamaré Maria? No, casi parece irrespetuoso que yo me llame de esa manera, pero no logro recordar porque.
—Pero te lo dije antes. No quieres involucrarte conmigo.
Digo algo pero parece el tipo de balbuceo que diría un bebe que esta aprendiendo a hablar.
¿Estoy aprendiendo a hablar? No logro recordarlo.
—¿Vas a decirme por qué me seguías, Jessica?— me pregunta.
—¿Jessica? Es un lindo nombre. ¿Quién es Jessica? Seguro me llevaré bien con ella.
—Supongo que no— suena menos molesto de lo que esperaba.
Se inclina sobre mi y hay un beso sorprendentemente dulce entre nosotros eso me hace abrir los ojos.
—Hasta pronto, Jessica.
Sonrió.
Hasta pronto, Franco.
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
—Aron me invitó a cenar.
Lo intento, lo juro. Pero una sonrisa llena mi rostro al saber que todo esto no fue en vano.
—¿En verdad? ¿Entonces su relación esta mejorando? Me alegra que estes acercándote a tu hijo.
Bebo el vino tan discretamente como puedo ocultando mi sonrisa.
—¿Tienes algo que decir?— me pregunta de pronto bebiendo su propio vino.
El bar a las ocho de la noche no suele estar tan lleno así que puedo escucharla sin gritar sobre la música, pero ella no tiene que saberlo.
—Lo siento cariño no te escucho bien con la música— respondo haciendo gestos exagerados a mis oídos y acabándome la copa de una.— tengo irme cariño pero te veré luego.
Hago un gesto para levantarme pero su mano agarra la mía antes de que pueda levantarme.
—Cariño, tienes que invitarme a cenar antes.— me quejo intentando soltarme.
Ella mea prieta con tanta fuerza que me truena algo.
—Jessica…— me dice Ada con un tono que me recuerda a mamá cuando llegué ebria a casa por primera vez y me pareció divertido mentirle diciéndole que estaba embarazada de trillizos.
—¿Qué esta pasando? ¿Vas a pedirme que haga un trío contigo y Mason? porque no es lo mio.
No se impresiona por mi comentario y me mira en silencio. Carajo no creí volverme a sentir tan juzgada desde la adolescencia.
—Hablaste con Aron ¿no es así? ¿O el te buscó? ¿Qué es lo que no me esas diciendo? Me prometiste que no te meterías en problemas.
Oh vaya.
—Un mago jamas revela sus secretos.— respondo intentando soltarme pero Ada esta agarrada a mi peor que unas esposas de policía y vaya que he tenido varias de esas alrededor de las muñecas.
Y de los tobillos en ocasiones.
Y no precisamente porque me hubieran arrestado.
—Jessica...— se queja Ada y juro que me aprieta con más fuerza— te dije que no te pusieras en riesgo.
Pongo mi mano libre sobre la de ella.
—Tu hijo y tu van a cenar. Tienen una linda cita. ¿No es suficiente con ello? ¿Por qué necesitas respuestas para todo?
—¿En verdad?— ella empuja mi cabello a un lado de mi hombro dejando al descubierto mi cuello. —¿Y los moretones?— me señala— parecen de una mano, una mano grande. Y no creas que no noté que te quejaban al sentarte como si tuvieras una herida en el abdomen.
—Tengo novio— miento.— y tiene fetiches extraños eso es todo.
Le sonrió a Tony cuando me trae una nuevo copa llena.
—Eres la mujer con más fetiches que he conocido en mi vida, nunca te referirías a un hombre que disfruta apretarte el cuello mientras tienen sexo como “extraño”— toma una pausa y el estomago se me encoge mientras su gran mente analítica comienza a trabajar— a menos que él lo haya hecho para lastimarte de verdad.
Debí conseguirme una mejor amiga más ingenua, de esas que no se dan cuenta de nada.
Ademas ¿me acaba de llamar fetichista?
—Ada…
—Ada nada, me prometiste que me dirías si se volvía demasiado, si te ponías demasiado en riesgo y ahora estas aquí, con heridas por todo el cuerpo y un trato misterioso con mi hijo.
Vuelvo a acabarme la copa de una antes de responder.
—Bien, tu me dijiste que querías mantener a salvo a Aron y eso es lo que hago. Voy a cuidar de él.
—¿Cómo?— me responde ella.
Necesito otra copa.
—Investigo a alguien, solo necesita saber algo sobre él, algo con lo que pueda protegerse en caso de que quiera lastimarlo.
—¿Quién?— sus repuestas cortantes me ponen nerviosa.
—Franco— su nombre se desliza de mis labios como mantequilla.
—¿Franco? ¿Su nombre es Franco?
Asiento con la cabeza.
Ada juega con su copa un momento antes de mirarme con una expresión cargada de preocupación.
—Dime algo. ¿Por qué su nombre suena así en tu boca?
—¿Suena como?
Ella entrecierra los ojos antes de decir:
—Con anhelo y familiaridad.
—Imaginas cosas— murmuro
—Realmente espero estar imaginándolo— susurra ella más para si misma que para mi mientras vuelve a beber.
Yo también.
─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
La luz se enciende iluminando mi presencia.
—¡Jodida mierda, me asustaste!— me grita Aron Walk al notar mi presencia dentro de su departamento.— ¿cómo lograste entrar?
Me encojo de hombros.
—El parkour debería ser ilegal. Te sorprendería los actos ilegales que puedes cometer sabiéndolo.
El deja caer la bolsa de compras en su mano y se sienta en el sillón junto a la puerta relajándose al no considerarme una amenaza.
Que ofensa.
—¿Y que te traer por aquí?
Con la luz iluminando me doy cuenta que es un departamento realmente pequeño, no esta descuidado ni sucio pero no es un lugar acogedor para vivir, hay una estufa eléctrica muy pequeña, un sillón para una persona, una televisión analógica y un colchón en el suelo. Solo lo elemental para sobrevivir por corto tiempo.
Aron no planea quedarse.
—No puedo hacerlo, lo siento— le digo sentándome en el borde de la mesa del mini televisor— no seguiré investigando a tu sujeto.
Notó la tensión en su cuerpo al instante.
Contrario a la reacción que esperaba él se… ¿ríe?
—Me contacté con mi madre, le prometí que cenaríamos juntos un día a la semana, me disculpé con ella por golpear a mi padre y me ofrecí a pagar la curación en el hospital.— él se levanta y recuerdo lo alto que es— ¿y me dices que vas a echarte para atrás después de todo lo que me hiciste hacer?
Doy un paso atrás y casi tropiezo con el cable en el suelo como esas chicas ridículas en las películas de terror cuando están siendo perseguidas por el asesino.
Por suerte tengo más coordinación que las chicas de esas películas.
—¿Me hiciste hacer todo esto pero no tenías intención de continuar con tu parte del trato.?— me pregunta y casi puedo ver fuego encendiendo sus ojos negros y humo saliendo por sus orejas.
Tal vez venir sola a verlo no fue mi mejor decisión.
—Él me vió y sospecha, será peligroso si sigo…
Me tiro al suelo cuando Aron dispara un arma que sacó de Dios sabe dónde. El arma me roza la mejilla pero nada más.
Siento la sangre descender por mi piel.
—Me parece que tienes que entender algo aquí Jessica.— Se arrodilla junto a mi y juro que me orino encima cuando usa la manga de su camisa para limpiar la sangre que desciende hasta mi barbilla. Su gesto parece amable pero la expresión en su rostro lo hace completamente aterrador.— tú cumplirás tu parte del trato o de lo contrario no solo no cumpliré con la mía si no que— él vuelve a apuntarme con el arma en su mano libre hasta que está presionada contra mi frente.— pagaras con tu maldita vida si me fallas. ¿Quedó claro?
En verdad desearía no haber encontrado a este chico.