Narra Helen
—Te voy a extrañar—dijo Ana mientras entrábamos en el complejo turístico donde vivía y era dueño mi ahora jefe. Ya no tenía muletas, pero mi pierna aún en proceso de curación estaba enyesada con aire. Me dejó caminar por mi cuenta, pero aún era algo torpe.
Caminamos hasta el escritorio del conserje, donde una mujer joven de nuestra edad estaba escribiendo en su computadora.
—Disculpe— le dije amablemente. Ella levantó la vista y sonrió—.Hola. Estoy buscando a Jason White. Mi nombre es Helen Bermudes.
—Lo llamaré y le haré saber que estás aquí—dijo, señalando un área para sentarse cerca. Ana y yo fuimos a esperarlo, quien casi no tardó en encontrarnos.
El sonido de los niños anunció su llegada. El menor estaba llorando por algo, mientras que las dos mayores tenían algún tipo de discusión que resultó en que el mayor de los dos golpeara al menor, el único niño, cuyo rostro se puso rojo brillante cuando se volteó hacia su hermana. El señor White que estaba hablando por teléfono mientras intentaba separar a sus hijos a medias, parecía exhausto y frustrado. Era más joven que Kevin, el novio de mi amiga Ana, pero parecía que el estrés de ser dueño del complejo mientras criaba a tres niños solo lo había agotado.
Se acercó y le ofreció una sonrisa de alivio a Ana, quien se puso de pie y le dio un amistoso apretón de manos.
—Ana —dijo—. No puedo agradecerte lo suficiente—volteó hacia mí—¿Supongo que eres Helen?—asentí y él suspiró—.Bien. Aparentemente tengo una emergencia con la que tengo que lidiar, así que este es el momento perfecto—extendí el brazo para estrecharle la mano también, pero estaba tan agotado que no pareció darse cuenta. En cambio, puso una llave y una carpeta en mi mano, junto con un conjunto de instrucciones—.Aquí está la llave y las instrucciones para llegar a la suite y las instrucciones para vigilarlos. Lamento no tener tiempo para orientarte adecuadamente sobre el trabajo y las responsabilidades, pero siempre podemos repasarlo más tarde si tienes alguna pregunta—asentí, tomando las cosas y sintiéndome ligeramente indecisa ante la interacción. Los niños parecían ser un verdadero puñado, lo cual no era ajeno, pero ir a ciegas fue duro.
Sin embargo, en el momento en que él se alejó, una de las niñas miró hacia arriba y vio a Ana.
—¡Ana!— gritó y se precipitó a sus brazos.
Ana se rio y le devolvió el abrazo.
—Hola, Katherine –dijo—.Ella es mi amiga Helen. Ella será tu nueva niñera. La niña mayor se burló y puso los ojos en blanco, y Ana le lanzó una mirada–.Lisa, esa no es una buena forma de presentarte.
—Lo siento—dijo sin una pizca de remordimiento.
—Y él es Ben—me presentó al varón.Ana tomó a Katherine de la mano y dijo: —¿Por qué no le mostramos a Helen dónde viven ustedes para que podamos desempacar?—Katherine me miró tímidamente con un pequeño saludo, luego todos comenzamos a caminar hacia la suite donde viviría de ahora en adelante. Era hermoso por dentro. El complejo tenía un ambiente más moderno que el de Kevin, y esta suite no era diferente. Todo era de colores nítidos y líneas limpias, incluso el área de juegos. Por supuesto, esa era la forma en que obviamente se pretendía que fuera. A decir verdad, había juguetes por todo el suelo y el sofá, y un caballete con las pinturas de los dedos abierto e inclinado hacia un lado en la bandeja.
Lo único que no parecía encajar con la decoración era la pared detrás del caballete, que estaba cubierta de pintura seca con los dedos. Me pregunté si eso estaba permitido o si la elección de la decoración artística era de los niños o de su padre—¿Por qué no juegan con sus juguetes mientras ayudo a Helen a desempacar?
Lisa no necesitaba que la convencieran. Se sentó y agarró un el control remoto del televisor antes de que Ana terminara de hablar. Ben y Katherine comenzaron a hurgar entre los juguetes cuando me di la vuelta y entré con Ana en la habitación de invitados. Era de buen tamaño, completa con su propio baño. Solo nos llevó unos minutos a Ana y a mí desempacar por completo, y una vez que terminamos, la miré.
—Bueno—dije. Supongo que será mejor que me ponga a trabajar. Tengo la sensación de que va a ser difícil.
—No es broma—dijo Ana—.No los recuerdo siendo tan... revoltosos.
—Esa es una forma de decirlo—dije con una risa.
Me dio un gran abrazo y dijo: —Tienes esto. Lo vas a hacer genial.
—Gracias— respondí, abrazándola de vuelta.
Volvimos a la sala de estar e inmediatamente Ben corrió hacia mí.
—¿Señorita Bermudes?— dijo con una voz que parecía demasiado dulce.
—¿Sí, Ben?—dije, agachándome para ponerme a su nivel.
—Quería mostrarte algo—dijo, indicándome que me acercara aún más. En contra de mi buen juicio, lo hice, y él levantó un pequeño recipiente. Le di una mirada inquisitiva, pero la tomé de todos modos. Tiré de la tapa hacia atrás y..
—¡Ay Dios mío!—grité cuando un montón de serpientes cargadas con resortes salieron disparadas hacia mi cara, para el deleite del niño, que procedió a reírse de alegría.
—Me gusta este—anunció a los otros dos antes de mirarme—.Creo que nos vamos a divertir.
No hay nada como un niño pequeño que te gasta una broma y decide enamorarse de ella, lo que hace que le gustes y te haga sentir nerviosa por lo que te has metido. Ana observó todo con vacilación.
—¿Estás segura de que no quieres que me quede?—ella preguntó.
—Ya lo dije.Puedo manejarlo. Creo que nos llevaremos bien una vez que sepa exactamente qué se supone que debo hacer con ellos.
—Lo sé, eres una nega niñera— dijo Ana, dándome un abrazo más. Estaba a punto de darse la vuelta para irse cuando Katherine corrió hacia ella y le dio otro abrazo.
—¿Por qué no puedes ser mi niñera?—preguntó ella, con un leve gemido en su voz.
—Porque—dijo Ana con dulzura;
Estoy muy ocupada en este momento, y la señorita Bermudes es una buena amiga mía que cuidará muy bien de ti.
Lisa emitió otro sonido de disidencia, mientras Katherine me miraba desde un lado, mirándome con recelo.
—Si tú lo dices— dijo, soltando a Ana y caminando hacia sus pinturas de dedos, mirándome mientras se alejaba como si fuera a derribarla al suelo si me quitaba los ojos de encima por mucho tiempo. Ana finalmente se fue.
Lisa todavía estaba sentada frente al televisor y Ben se había acercado para unirse a ella, agarrando un segundo control remoto.
—¡No, Ben! —Lisa gritó—¡Estoy viendo la tele ahora!
—Yo también quiero ver televisión —argumentó.
—Puedes esperar tu turno— respondió ella.
—Niños—dije, parándome entre ellos y la TV—.Si no pueden compartir, no habrá televisor.
Si las miradas pudieran matar, me habría caído muerta con la forma en que Lisa me miraba. Ben, por otro lado, parecía presumido y le sacó la lengua a su hermana.
—Oye—dije—.Nada de eso. Ahora, ¿van a compartir o no?—Lisa continuó echándome el mal de ojo mientras cambiaba el canal y se movía a un lado para que Ben pudiera sentarse con ella—.Buena elección—dije, moviéndome para sentarme en la mesa cercana para poder abrir la carpeta que mi jefe me había dado con la información que necesitaba para cuidar a los niños. Lisa tenía nueve años y estaba en cuarto grado. Le gustaba el arte y jugar en la nieve. Ben tenía siete años y estaba en segundo grado y era un bromista total. Aparentemente, amaba la magia, pero el periódico me advirtió que tuviera cuidado con sus trucos, ya que a veces terminaban en las bromas antes mencionadas. Katherine tenía cinco años y estaba en el jardín de infantes. Muy tranquila, tarda en calentarse pero confía rápidamente una vez que lo hace. Le encanta pintar con los dedos y, por lo general, se porta bastante bien, a menos que tenga problemas con uno de los otros dos.Había un horario de días escolares y actividades extraescolares. No tenían mucho. De hecho, lo único que pude ver en sus horarios de la tarde fue una lista de trabajo escolar adicional que se suponía que debían completar para un programa de tutoría en el que estaban inscritos para darles una ventaja en su educación. Las instrucciones decían claramente que no había tiempo para jugar hasta que terminaran con su trabajo.
Miré el horario de hoy, y mostró que deberían haber estado trabajando en lecciones de matemáticas hasta las cinco, y solo eran las tres y media—¿Eh, chicos?—dije, girándome hacia ellos. Ninguno de ellos respondió al principio, así que entré en la habitación y me paré frente al televisor de nuevo.
—Oh, vamos— se quejó Ben.
—Se supone que ustedes deben estar haciendo su trabajo de matemáticas, y creo que lo saben.
Katherine se sonrojó y miró hacia otro lado, pero Lisa estaba tan fría como un pepino.
—Ya lo terminamos—dijo, sin siquiera romper el contacto visual—.Fuimos rápidos hoy porque papá dijo que teníamos que estar listos para la nueva niñera.
Dudé por un momento. Desafortunadamente, este era mi primer día y no tenía forma de saber si ella estaba diciendo la verdad o no, ya que no había estado allí antes. Y dado que el trabajo estaba, según la hoja, en línea, ni siquiera pude verificar adecuadamente si Lisa tenia algún problema.
—Está bien—dije, resignándome a cualquier destino que vendría como resultado de esto—.Ustedes, niños, diviértanse y compórtense. Voy a estar allí leyendo el resto de los papeles que me dejó su padre—había estado en suficientes familias como niñera para saber cuándo valía la pena pelear una batalla y cuándo no. Si no tenía pruebas de que mentían, poco podía hacer y nada debía hacer. Sabía que no debía castigar o regañar a un niño que era inocente, y prefería dejar libre al niño travieso que causar daño emocional a uno que estaba siendo bueno.
Hice lo que dije y volví a los papeles, hojeándolos en busca de la información médica de los niños en caso de que hubiera algo que necesitara saber para preparar su comida, como alergias. No había nada, y todo fue bastante sencillo, especialmente la parte en la que yo era la última de una larga lista de niñeras que habían renunciado.Saqué mi teléfono mientras los niños estaban distraídos y le escribí un mensaje de a mi novio Maximiliano:—
Dios mío, ¿en qué me he metido?