—¿Empiezas a ir al gimnasio hoy?—me preguntó Gabriel, yendo a la cocina para desayunar, pero era muy obvio. Yo llevaba puesto el pantalón que me quedaba sobre la rodilla y la camiseta de tirantes, mi cabello recogido en una coleta alta y las zapatillas deportivas.
—Si, a las nueve de la mañana empiezo. Después de llevar a los niños.—sería mi primer día, esperaba que en ese horario no hubieran muchas personas, al menos no al principio, hasta que me adaptara. Luego si tenía pensado intentar conocer a alguien, alguna pareja, alguna chica o algún chico. Nuevos amigos no me vendrían mal para esta nueva etapa.
Lo primero era adaptarme.
—Te veo muy preparada, ¿te inscribiste al que está aquí al lado?—tomó asiento y comenzó a poner cosas en su tostada mientras con su mano libre jugaba con Aura.
—Oh, claro que no.—ni loca, con todas las vecinas en el mismo lugar, criticándose una con la otra.— Me inscribí al que queda por la segunda salida.
—Ese está muy lejos. ¿Me pasas el jugo, por favor?
—Tengo coche. ¿Naranja o manzana?—¿qué tenía que ver la distancia? Nada.
—Manzana.—abrí la nevera, sacando el jugo de manzana, le serví en el vaso que ya estaba en la mesa—¿Te gustó? El gimnasio.
—Ofrece muchas cosas, hasta tiene un área para masajes.
—Que bien. ¿Te vas a dar masajes luego de hacer ejercicio?
—No tengo ni idea si se dan los masajes antes o después, supongo que hoy veré como van las cosas allí. Niños, despídanse de su padre.
Aunque estábamos durmiendo en la misma cama, Gabriel no me tocaba ni para darme un beso de buenas noches y eso me resultaba agradable, estaba respetando mi decisión de que no me tocara.
Cuando los niños se despidieron, nos encontramos fuera con Patty y su pequeña.
—¿Te has inscrito al gimnasio?—preguntó al ver mi atuendo. Lucía muy asombrada y era como para estarlo, yo no salía de la cueva de mi casa.
—Si, empiezo hoy. ¿Qué tal voy?—me di media vuelta para que ella viera mi atuendo completo.
—Está bien, si vas al gimnasio de la esquina. ¿En cuál estás? Escuché que algunas personas importantes del medio van al gimnasio que está por la segunda salida.—siempre bien informada.
—Allí fue donde me inscribí, creo que es el mejor.—o por ahora el más caro.— Necesito tonificar mi cuerpo cuanto antes, quiero parecer modelo. ¿Crees que para ir a ese no voy del todo bien?—Patty conocía a mucha gente aquí, era mas vieja que yo en el vecindario, sabía cada nombre de cada vecino y sus historias. Para mi ella era la chismosa del lugar, pero no tenía idea como reunía tanta información si ella se marchaba en la mañana al trabajo y regresaba mas tarde que Gabriel. Eso era un misterio.
—Vas bien, se nota que eres novata. Pero ¿Por qué? ¿Y ese repentino interés? Pensé que te sentías bien con tu cuerpo. Nunca has sido de ejercitarte. Me asombra tu decisión.
—Tengo algunos planes y parece que dependen de si me vea bien o no, ¿puedes creerlo? No se trata de que me sienta mal con mi cuerpo. Mi cuerpo para mí está muy bien, pero un cambio nunca viene mal, sobre todo si es para bien.
—Bueno, si ves a alguien importante allí, tómale una foto discretamente para que me la muestres.
—Patty, ni siquiera sé cuales son las personas del medio hoy en día. No los reconocería ni aunque estuvieran usando la caminadora al lado mío o me dieran los buenos días al entrar.
—Si ves a alguien que tenga aspecto importante, es del medio. Así te será mas fácil.
—Nos marchamos, vamos con retraso.—subí al coche y los niños y yo nos marchamos.
A la vuelta, me aparqué frente al gimnasio y me quedé unos minutos dentro del coche mirando hacia allí. Esperando no hacer el ridículo.
Era importante no hacer el ridículo en mi primer día.
Tomé mi toalla y mi botella de agua, se supone que estaba lista.
—Buenos días.—saludé al entrar, yendo hacia la recepción. Realmente el lugar era impresionante. ¿Cómo es que tanto espacio se ocupaba solo para un gimnasio? Ocupaban toda la plaza, esto era enorme, con demasiadas áreas, con razón Patty decía que aquí venían algunas personas del medio.
—Buenos días, ¿puedo ayudarla en algo?
—Es mi primer día y me gustaría que me dieran algunas instrucciones, una rutina o algo por el estilo.
—Deme un momento y le llamo algún monitor.—pocos minutos después llegó un hombre con unos enormes brazos, sería quien me diera introducción al gimnasio.
—Sígame, por favor.—me guió para que me pesara y otras cosas mas, que si masa y no sé qué, de ahí partió para hacerme una rutina, también después de preguntarme en qué quería concentrarme. Le indiqué mi abdomen, mis piernas, mi trasero y mis brazos. En definitiva, todo mi cuerpo, esas eran las áreas a trabajar.
Me dio instrucciones sobre cómo utilizar cada una de las máquinas que iban en mi rutina y le mostré como yo hacía el primer uso de ellas, luego el fue corrigiendo mis fallos varias veces hasta que me quedó claro cómo debían de usarse de manera correcta.
Básicamente la hora y media que estuve en el gimnasio se trató sobre eso, aprender a usar las máquinas, a tomar buenas posturas, hacer repeticiones y no usar mal cada una de ellas o podría lesionarme. Me aconsejó que siempre era mejor preguntar cómo usarla si no tenía la menor idea. De igual modo llegué cansada a casa. No estaba acostumbrada a hacer ejercicio.
Lo que me dejó algo sorprendido fue ver a Gabriel esperándome en la puerta cuando aparqué el coche. Solo iban a ser las doce del medio día, no tendría que estar en casa.
Me iba a recibir con un beso, pero luego vio mi expresión y se detuvo.
—Lo siento, aún no pierdo la costumbre. ¿Cómo te fue?
—Bien. Me estaban enseñando a usar las máquinas, supongo que mañana ya empiezo de verdad. ¿Qué haces en casa?
—Quería saber cómo te fue en tu primer día, hace mucho que no haces algo fuera de casa sola y me sentía preocupado.—pudo haberme hecho una llamada y no esperarme aquí solo para saber cómo me fue.
—Ah, pues me fue bien. Gracias por querer saber.—entré a casa, seguida por él. Me fui a la habitación y vi unas ropas deportivas de hombre sobre la cama.—¿Y esto?
Se cruzó de brazos junto a la puerta con una enorme sonrisa en el rostro.
—Iré contigo al gimnasio. Me he inscrito de manera online. Mañana empiezo.
—¿Qué?—me daba igual que fuera o dejara de ir, pero me dejaba sorprendida el hecho de que tuviera tiempo de hacerlo.—¿En qué horario? No cambiaré mi horario. A la hora en la que voy tú estás trabajando. De verdad, no hace falta que me acompañes.—pensé que podría hacer esto, para así conocer gente, soltarme un poco.
—No pasa nada, iré en tu horario, después venimos a casa y me preparo para ir al trabajo.
—No sabía que tenías tantas libertades con tus horarios, creí que era algo estricto en invariable. O al menos así ha sido durante unos años.—dije, ahora visiblemente incómoda, porque empezaba a sentirme un poco perseguida por él, aunque quizás no era así como debía sentirme y solo tenía que estar alegre porque él quería hacer cosas conmigo, porque ponía de su parte, porque sacaba tiempo.
—¿No te alegra, Meg? Pareces molesta. He ajustado mi tiempo solo para hacerte compañía, pensé que sería agradable.
—No es que no me alegre. Pero…repentinamente ya tienes tiempo para algunas cosas que hace días no tenías.
—Meg, soy jefe de mi departamento. Si quiero fabrico el tiempo y he decidido que quiero acompañar a mi esposa en su nueva aventura de un gimnasio. Además de que tienes un motivo mas real para hacer eso, quieres ser digna para uno de esos puestos y yo solo quiero apoyarte, estar a tu lado cuando lo logres.
Después de que dijo aquello, me relajé un poco, se supone que muchas cosas iban a cambiar para bien y esto era una de ellas. ¿No debía de estar feliz?
Él dijo que sus cambios se iban a notar. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo para estar conmigo en el gym.
A lo mejor era un buen comienzo.
—Gracias.—le dije al fin.—Sí me alegra que tengas tiempo para ir conmigo al gimnasio, solo me tomó por sorpresa que pudieras cambiar tus horarios a tu antojo. Ahora…—miré hacia la puerta.—voy a tomar baño.
—Si, claro.—salió de la habitación para darme privacidad.—Ya me voy al trabajo. Ahora entraré sobre esta hora. Hasta luego, Meg.
—Adiós, Gabriel.
Supongo que no estaba mal.
Pasar mas tiempo con él quizás me hiciera sanar mas rápido y esta tensión que había cuando estábamos a solas quizás fuera desapareciendo, al menos esperaba que pasara porque yo no iba a forzar nada.
Quizás una parte de mi solo quería que todo fuera como antes, pero no me atrevía a intentarlo. Algunas veces podía sentir sus manos separar mis piernas con fuerza y otras veces soñaba viendo a Gabriel con otra mujer, con su amante.
Yo aún no sanaba, me iba a tomar tiempo.
Pero un nuevo ambiente podría ayudar bastante.