Mi mente viajaba a aquel momento mientras daban los deportes, quedaba poco para terminar el programa y ella me había dicho que estaría aquí a la salida, que me esperaría en el aparcamiento. Miraba con insistencia el reloj del fondo, queriendo acelerar el tiempo y que me arrojara justo en aquel preciso momento, solo para verla. Atendiendo a mis consejos, noté que Silvia los estaba poniendo en práctica, quizás la juzgué mal y podía ser una amiga o mi día iba tan bien que incluso sabiendo que esa compañera podía ser un peligro yo decía que no, era optimista. Cuando el programa estaba por terminar y nos despedíamos, mi rostro mostró una enorme sonrisa al recordar el sábado en la noche. Bendito sábado. «Sé que tenía miedo, dudas y sabrá Dios cuantas cosas más, pero yo estaba seguro, me e