El mismo día
Chicago
Luciano
Para muchos el peligro cambia dependiendo de la situación, puedes sentir esa sensación cuando estás en el borde de un precipicio, cuando corres a altas velocidades, o tan simple como cruzar una palabra. ¡No! No es una exageración, sino una realidad, puedes sentirte en peligro con solo hablar con una persona, pues para muchos una charla con los padres o la familia de tu chica significa una alarma que despierta tus temores, esa señal que dice silenciosamente “cuidado estás en peligro”.
En mi caso, sin saberlo me eche la soga al cuello, porque sentía la necesidad de saber más de mi chica, y que mejor que conocer a sus padres, bueno en este caso a su padrino. Lo que no previne es que estaría en la boca del lobo por imbécil, por andar jugando al novio ideal y ahora estoy en un aprieto sin buscarlo, porque estoy metido en la casa de un policía. No sería un problema para cualquier hombre común, pero no puedo repetir que lo soy, más bien es todo lo contrario, mi destino es convertirme en el próximo capo de la mafia italiana, ósea un enemigo para la justicia.
La realidad es que estoy aturdido sin lograr articular una maldita palabra por el interrogatorio de Bob, tengo la mente en blanco, y no sé qué diablos repetirle para justificar mi cara pálida, al punto de que comienzo a transpirar, mis latidos se aceleran a un ritmo descomunal, la boca se me seca y quiero es salir de aquí a cualquier precio, pero siento como si el mundo se hubiera detenido en este instante aumentando más mis nervios. Aunque una parte de mí me grita “reacciona imbécil ¡Vamos! Tú puedes”. Y como un reflejo cierro la llamada, aparto la mirada un segundo y aclaro la garganta tensando mi rostro.
–¡Eh…! Sí me sucede algo, aunque primero quisiera disculparme por irrumpir en su ¿despacho? Pero estaba buscando la puerta del baño y cuando observe sus fotos con el uniforme de policía, me consumió la curiosidad– comento mientras sigo nervioso y continua su mirada inquisidora sobre mi figura.
–Salvatore no son necesarias las disculpas, las puertas son iguales y es normal que te confundas, aunque aún no me contestas mi pregunta, ¿Por qué estás pálido? –Bob vuelve a presionar y trago saliva mientras mi cabeza no para de buscar una maldita respuesta.
–Lo siento es que estoy aturdido porque acabo de hablar con mi tío– improviso y me quedo en silencio un momento, todavía intentando buscar una respuesta coherente. –Me dio una noticia mala, mi perro se escapó cuando lo paseaba y un auto lo atropello, murió casi en el acto el pobre– digo con mi voz afligida y frunce el ceño.
–Qué pena por tu perro, porque uno siempre se encariña con las mascotas y llegan a ocupar un lugar importante en nuestras vidas– replica con su rostro serio y hace una pausa. –Creo que te vendría bien un vaso con whisky para asimilar la noticia, porque todavía te observo pálido– indica mientras se dirige a una esquina donde tiene las botellas con alcohol.
¡Diablos! Parece que sortee el interrogatorio, pero aún falta lo más difícil, salir de aquí sin levantar sospechas, además lo más importante, ¿Qué debo de hacer sobre mi chica? Ella me gusta mucho y no quisiera olvidarla por culpa de su padrino. Lo sé es una lucha interna entre mi cabeza y lo que me grita mi corazón, aunque ahora vayamos un paso a la vez como responderle a este hombre.
–Aceptaré ese trago Bob porque todavía me parece mentira lo que me comunico mi tío sobre mi perro, me parece injusto que le sucediera semejante cosa, era un animal sano, joven y muy cariñoso. Pero era travieso, mordía todo lo que encontraba a su paso, me arruino unos cuantos zapatos, igual yo lo quería mucho– miento con descaro con mi voz fingida y se gira con el trago en la mano con su rostro impasible.
Aparto la mirada para posarla sobre las fotos colgadas en la pared y Bob anula la distancia mientras me entrega el trago de whisky y con mi rostro todavía afligido vuelvo a romper el silencio.
–Por cierto, puedo darme cuenta que no ha sido sólo un aficionado a la pesca sino un gran policía. Un héroe local tanto que tiene una foto con el alcalde, encima los reportajes cuentan sobre sus arrestos y hazañas, aunque espero que no use su cargo para intimidarme por tener una relación con Emily o ¿Me equivoco? –exclamo con mi voz inquieta y emerge una sonrisa burlona en su rostro.
–Lamentablemente me jubilé como policía hace como unos cinco años, porque Amelia me puso contra la pared y no era justo que llevé esa vida de agonía constante. Así que no puedo arrestarme por mi propia mano para tu suerte, pero puedo usar mis influencias si te comportas como un imbécil con mi ahijada y tenlo por seguro que no dudaré en arruinarte la vida, ¿Fui claro? –sentencia con un tono sarcástico y le doy una sonrisa forzada, para después beber un sorbo del trago.
–Sí Bob, dejo muy claro el mensaje, pero se lo vuelvo a repetir, me interesa mucho Emily y nunca la lastimaría– digo con sinceridad y me mira incrédulo, hago una pausa dejando el vaso sobre el escritorio y añado. –Creo que es hora de retirarme, debo ocuparme de enterrar a mi perro– menciono dando unos pasos a la puerta. –Lo olvidaba, gracias por el trago– añado antes de retirarme y me da una mirada penetrante.
Un momento más tarde
Creí que nunca saldría vivo de esa casa, incluso que había llegado mi fin, pero fue solo un susto y un mal rato, además después de todo la excusa de la “muerte de mi perro” fue bastante creíble, no cambia que Bob fue bastante intimidante con sus advertencias, con su forma de actuar y ahora tiene más lógica su proceder. El desgraciado era un maldito policía y en la sangre tiene ese instinto de indagar y meter sus narices en todo.
No cambia que mi cabeza es un caos poniendo en una balanza los pros y los contras de continuar vinculado a Emily. Aunque no sirvo para ser sensato, menos para olvidar lo que me grita mi corazón, no quiero alejarme de ella, pero estoy en medio de una encrucijada sin saber que camino seguir. Al punto de estar absorto de un silencio sepulcral mientras estamos en el taxi y reconozco que estoy metiendo la pata con mi actitud, pero estoy lleno de preguntas: ¿Qué se hace en mi caso? ¿Luchar contra la corriente? ¿Tirarme al abismo? ¿Qué puedo ofrecerle? ¿Qué vida tendría a mi lado? Soy un criminal, un sujeto que vive al margen de la ley, entonces son comprensibles mis dudas. Sin embargo, ahora mismo no tengo la respuesta y lo mejor es pensar para aclarar mis ideas. No obstante, puedo notar cierta inquietud el lenguaje corporal de mi chica, hasta que escucho su voz hacerse presente.
–Salvatore no es necesario que me acompañes hasta mi departamento, no tienes que ser siempre un caballero. Incluso debes querer despedirte de tu perro, ¿Por qué no vamos a tu departamento y te ayudo con ese tema? –pronuncia Emily buscando mis ojos y me arrincona.
–Mi traviesa no hace falta que me acompañes, porque mi tío dijo que iba a enterrar a mi perro en el patio de su casa y no quiero que presencies esa escena triste. Además, ya estamos llegando a la dirección de tu departamento, mejor descansa y después te llamo, ¿Sí? –explico y miro reflejada sus dudas en sus ojos.
–¿Qué te dijo Bob para que te comportes de esta manera? ¿Te amenazo? –cuestiona con su voz irritada y niego con la cabeza.
Sí supiera que es más grave la situación no dudaría en apartarse de mí, no soy un hombre para ella, pero ahora mismo sigo confundido, no tengo una respuesta en mis labios.
–¡No! Tu padrino nunca me amenazo, solo estoy triste por la muerte de mi perro y necesito mi espacio, por favor entiéndeme– miento y su silencio me confunde.
Al día siguiente
Olivia
A veces los arrebatos son parte de tu vida, pero nunca puedes encasillarlos como buenos o malos, más bien debes dejarte arrastrar por la corriente para ver las consecuencias, pero existe una realidad, a todos nos desestabilizan, porque nos gusta correr riesgos, nos encanta desafiar al destino y sobre todo es una sensación liberadora dejar de pensar. En lo personal el hecho de dejarme guiar por mis emociones no es bueno, es como estar sin chaleco antibalas dejándome expuesta al peligro, o como recibir una bala por propia voluntad, pero Salvatore con su manera de ser me condenó a dejar de pensar y acepté que me acompañé al almuerzo, con Bobby y Amelia contra toda lógica.
Fue interesante contemplar la dinámica que surgía en el ambiente, fue como imaginar que estuviera con mi verdadera familia compartiendo más que un almuerzo, fue lindo mirar ese interés de Salvatore por descubrir más de mí. Obvio que Bobby siempre cauteloso y prudente cuidaba cada detalle para no hablar más de lo necesario, ante todo nosotros somos policías encubiertos, no podemos arriesgarnos ni bajar la guardia nunca, al contrario, siempre es importante protegernos para no poner en riesgo la vida de los que queremos.
Supongo que es parte del trabajo y de la vida que escogimos, entonces nos toca adaptarnos, pero en mi caso intentaba separar las cosas, un poco imposible y complicado, porque continuaba esa sensación de indecisión sobre mi relación con Salvatore mientras lo observaba a la distancia mientras charlaba con Amelia. Lógico que tuve una pequeña charla de mujeres sobre mi amigo, incluso escuché algunos cuestionamientos por “mi noviazgo”.
–Olivia creí que seguías sufriendo por Scott, pero veo que te repusiste muy rápido a su ruptura, bien por ti, porque nunca me cayó bien, algo en su mirada gritaba su falsedad– mencionó Amelia mientras miraba a la distancia a Salvatore y emergió mi sonrisa tímida.
–Siendo honesta Amelia, la relación con Scott estaba mal hace mucho tiempo, discutíamos por cualquier estupidez y la cereza del pastel fue cuando descubrí que me engañaba. Así que fue liberador cuando rompimos el compromiso y no me arrepiento de nada– respondí con sinceridad.
–Ahora cuéntame sobre ese galán, porque te conozco y puedo mirar como brillan tus ojos con repetir su nombre, no solo te gusta, diría que hay algo más profundo entre ustedes, o ¿No? –replicó Amelia con curiosidad y mordí mis labios un poco nerviosa.
–¡Quizás! Salvatore es diferente y me hace cometer locuras, como ahora que deje que me acompañe– confesé con una sonrisa en mis labios y añadí. –Pero sabes que no debería involucrarme con él, porque pongo su vida en riesgo y también me expone como diría Bobby– pronuncié con un pesar en mis palabras y deslizo su mano sobre la mía.
–Olivia es cierto lo que dices, pero tienes derecho a tener una vida, no todo se resume al trabajo como piensa Bobby, además a la larga ¿Qué obtendrías? ¿Un maldito reconocimiento? ¿Una placa? Te aseguro que no vale ningún sacrificio, yo perdí un hijo por dejar que siga los pasos de su padre, y no quiero perder a nadie más– argumentó con su voz irritada y me arrinconó.
–Acabas de sugerirme que renuncié a mi puesto con mucha sutileza, pero vine a Chicago a patear traseros y no me iré sin meter a la cárcel a los criminales. Igual te agradezco el consejo– afirmé con mi voz firme y miré la frustración en sus ojos.
–Eres igual que tu padre, pero todavía estás a tiempo de salirte de ese mundo, además tienes un gran incentivo. Salvatore debe estar muy interesado en ti para soportar a tu familia y yo de ti no lo perdería semejante galán– indicó y me dejo sumida en mis pensamientos.
Amelia había dicho una verdad ineludible: ningún hombre se interesa por conocer a tu familia a menos que tenga un interés genuino y sienta amor verdadero. Pero había más en ello, algo que no compartí en ese momento. Además, no podía dejar de notar que Bobby estaba actuando de manera casi paternal, o incluso más allá, investigando a mi amigo como si fuera mi propio padre.
A todo esto, decidimos dejar la casa de mi padrino, porque Salvatore mencionó una situación con su mascota, pero había algo más detrás de su comportamiento extraño en el taxi. Tenía la corazonada de que Bobby estaba involucrado en esto de alguna manera. Al final mi chico no me llamó como prometió y estoy como tonta mirando mi celular con una mezcla de frustración y confusión mientras camino por los pasillos de la oficina, hasta que me detengo a saludar a los chicos, quienes están revisando algo en la computadora.
–Buenos días, no sabía que había una reunión, o ¿Será que dijo algo más el soplón? ¿Será que nos dio el nombre del nuevo capo de la mafia italiana? –pregunto con mi rostro serio.
–Se llama trabajar lo que hacemos, porque no todos tenemos privilegios como tú. Sobre todo, deberías estar agradecida conmigo después de haber pasado toda la noche buscando comprobar lo que dijo el cabrón de Renato– responde Colorado con un tono sarcástico y lo fulmino con mis ojos.
–Colorado no tengo privilegios como aseguras, más bien se llama tener rango y te equivocas si debo agradecerte por hacer tu trabajo, esa es tu responsabilidad. Aclarado el tema ¿Qué revisan allí? ¿Qué tienen en esa bolsa transparente? –pronuncio con mi voz impasible e interviene Denver.
–Creí que seguirían en su pequeña discusión toda la mañana. Mejor que terminaron, porque quiero mostrarles algo, estoy revisando las cámaras de seguridad del edificio donde vive el soplón para ver si encontramos una pista de su contacto, se que no es mucho, pero es mejor que nada. Encima Bobby me encargo cotejar esta huella dactilar de un sujeto con nuestros registros, pero no puedo estar todo el día pendiente del monitor– explica Denver y observo el monitor con curiosidad.
–Chicos, la fiscalía todavía no cerro el acuerdo con el soplón, entonces aprovechemos para presionarlo. Colorado colócale un chip rastreador para conocer sus movimientos y convéncelo para que siga colaborando con nosotros, también necesito contactarme con Texas para saber si tiene alguna pista del maldito capo italiano. ¿Alguna duda? –explico mirando sus rostros y vuelve a intervenir Denver.
–Sí Chicago, ayúdame con esta huella, porque Bobby me dijo que es importante, se supone que es de un sujeto peligroso llamado Salvatore Contti, ¿Te suena el nombre? –informa Denver mostrándome la bolsa transparente y me deja aturdida.
–¡¿Qué?! ¿Dijiste Salvatore Contti? –cuestiono todavía incrédula y asienta con su cabeza, desatando mi furia.
–Dame eso, voy a hablar con Bobby sobre su pequeño favor– le arranco la muestra de las manos a Denver y avanzo con pasos firmes, mientras la rabia me recorre por todo el cuerpo por semejante canallada.
No puedo soportar semejante intromisión en mi vida privada, más que todo Bobby no tiene ningún derecho de investigar a Salvatore, no hay razón que justifique su proceder. En un segundo me detengo delante de su puerta, golpeo y sin esperar su respuesta ingreso abruptamente con mi rostro tenso.
–¿Quién mierda te crees para intervenir en mi vida? –cuestiono con mi voz colérica y puedo mirar en sus ojos el asombro.
–¡Chicago! ¿Por qué me hablas de esa manera? –dice con su rostro serio y su cinismo me hace estallar.
–Por esto, mandaste a investigar a Salvatore, ¿Por qué carajos? –sentencio colocando la muestra encima del escritorio y sus ojos me confunden.