Estaba muy nerviosa y sentía un susto en el estómago de tan solo imaginarme que iba a ver a Luis José, esta vez de una forma distinta, porque estaba dispuesta a luchar por nuestro amor y especialmente pensando en que mi hijo tenia derecho a crecer al lado de su verdadero padre. Caminé hacia la puerta del consultorio y me di cuenta que se encontraba un poco abierta, así que llena de mucha ilusión decidí abrirla y entrar sin avisar, creía que si me detenía a pensarlo por un instante, no me iba a atrever a hacerlo, por lo que no quise anunciarme si no plantarme ante él de una buena vez y decirle todo lo que sentía y que estaba dispuesta a que hiciéramos una vida juntos al lado de nuestro hijo. Cuando abrí la puerta, me encontré con una escena tan impactante, que hubiera preferido no haber