Una noche en el bar

1684 Words
Después de un fuerte dolor y un gran susto, por fin Luis José, me habia suturado la herida. —Bien, ya terminamos.¿Cómo te sientes? —Creo que ya me pasó un poco el susto. De verdad muchas gracias, no se que hubiera hecho si no hubieras estado allí. ¿Te debo algo? Es que me gustaría pagarte lo que hiciste. —Por favor, ¿Cómo creés? Hasta me ofendes con la pregunta. —Es que te has tomado tantas molestias, que me da mucha pena contigo. —Bueno, pensándolo bien, creo que puedes pagarme de una forma. Cuando me dijo eso, de pronto me invadió un miedo por todo el cuerpo, me había imaginado lo peor, mi expresión de miedo debió notarse demasiado en mi rostro, que él inmediatamente me dijo: —No es lo que estás imaginando. —me sentí tan avergonzada que traté de disimular diciendo: —Yo no me estoy imaginando nada, solo me quedé pensando en qué podía ser eso con lo que te puedo pagar el gran favor que me has hecho. —Bueno no es otra cosa que aceptandome un trago en el bar del hotel. ¿Qué te parece? De pronto respiré aliviada, me gustó darme cuenta de que me había equivocado pensando mal. Además me sentía muy atraída por él, tenía tiempo que no sentía algo así por alguien. —¡Claro que acepto! La verdad es que me vendría muy bien tomarme un trago después de este susto. —Pues no se diga más, entonces vamos yo te ayudo a caminar. Me tomó por la cintura con sus manos grandes y fuertes, mientras yo colgaba mi brazo de su cuello, el sentir tan de cerca a aquel hombre, me hacía sentir demasiado bien. Era deliciosa la sensación de sentirme protegida, al punto de que hubiera querido que el camino al bar, fuera mucho mas largo para continuar cerquita de él. Mientras yo estaba tomando unos cuantos tragos con mi salvador desconocido, mis padres se encontraban haciendo todos los preparativos para mi fiesta sorpresa de cumpleaños, en donde además también iba a estar mi hermana con su marido, el cual por fin íbamos todos a conocer. Sin mencionar que también iba a estar mi prometido Nelson, el socio de mi padre. —Todo está quedando maravilloso, estoy segura que tu hermana se llevará una gran sorpresa cuando vea la fiesta que le estamos preparando, pero lo que le va a dar más gusto es saber que has regresado a casa. —Madre, yo no he regresado a casa, solo vine con mi marido a México porque está haciendo un congreso de medicina en Cancún. Pero apenas termine nos regresamos a Nueva York. Mi madre tenía la esperanza de que Abril se quedaría de nuevo en casa, tanto mi padre como ella, no estaban de acuerdo con su matrimonio, más aún cuando se enteraron de que vivían en un pequeño apartamento rentado; cuando en realidad mi hermana había sido criada en medio de lujos y confort. —Pensé que después de haberte casado a escondidas y sin nuestro consentimiento, al menos te ibas a quedar un tiempo con tu verdadera familia. —Mamá por favor no vayas a comenzar con lo mismo, Luis José ahora también es mi familia, además cuando lo conozcas estoy segura que vas a cambiar de opinión. —Te educamos en los mejores colegios y te dimos todos los lujos y tú vienes a casarte con un médico de quinta que ni siquiera puede darte un techo propio. Mi madre siempre tenía ese tipo de problemas con la gente que no tenía el mismo nivel social y económico de nuestra familia, y nunca le perdonaron a mi hermana lo que hizo, es por esa razón que me forzaron a comprometerme con Nelson, él era uno de los socios de mi padre en el bufete y además era uno de los abogados más influyentes del país, por supuesto después de mi padre. A diferencia de Abril, yo tuve que someterme a lo que mis padres me impusieron, estudiando abogacía y comprometiéndome con un hombre que en el fondo no quería. Pero volviendo a mi encuentro con mi salvador desconocido, estuvimos por horas bebiendo tragos en el bar del hotel. —Bueno, ya sé que te llamas Ana Paula, pero ¿Y a qué te dedicas? —En realidad no hay mucho que decir, soy abogado y trabajo en el bufete de mi padre. En ese momento Luis José recibió una llamada a su celular que por unos segundos dudó en atender, sin embargo me dijo haciendo una señal con sus dedos: —Dame un minuto, es que debo responder esta llamada. Yo no tuve ningún inconveniente, me quedé sentada en la barra tomando mi trago, además con la herida en mi pie, no podía ir a ningún lado sin ayuda, él se alejó lo más que pudo para atender su llamada sin que yo pudiera escuchar. Solo me quedé observándolo en la distancia y preguntándome quien era la persona que lo había llamado. —Hola cariño, ¡Que sorpresa que me hayas llamado! ¿Cómo te está yendo con tus padres? —Hola amor, bueno para serte sincera, ya quiero irme, mi madre quiere que me quede con ellos en casa, todavía no entienden que soy una mujer casada. ¿Y qué haces cariño? ¿Cómo te ha ido en el congreso? Luis José se veía algo nervioso, me miraba y sonreía, pero con esa sonrisa llena de nerviosismo, como si algo le preocupara, sin embargo esperé muy paciente a que terminara de hablar, total, acababa de conocerlo y no sabía nada de su vida, como por ejemplo si era casado, si tenía novia o por el contrario era soltero. —¿El congreso? —Si amor, el congreso, ¿Pero qué te pasa? Estás como nervioso, ¿Acaso llamé en mal momento? —No amor, por favor. ¿Cómo dices eso? Disculpa, es que estaba reunido con unos colegas en el bar del hotel y tuve que salir para atenderte. Y respondiendo a tu pregunta, el congreso ha sido una maravilla. —¡Qué bueno cariño! Me alegro mucho por ti, sabía que ese congreso te iba a servir de mucho. Estoy ansiosa porque termines rápido para que vengas a conocer a mi familia. —Si claro cariño, apenas termine el congreso nos vemos en casa de tus padres, solo espero que ellos me acepten. —¡Claro que si te van a aceptar! Además, quiero que conozcas a mi hermana, le estamos preparando una fiesta sorpresa por su cumpleaños. ´ —Muy bien amor, me parece estupendo, pero… ¿Sabes qué? Debo colgar, es que tengo que regresar con el grupo, me da pena que los dejé en la barra para atender la llamada. —Tranquilo cariño, solo quería darte las buenas noches, y decirte que te amo. —Yo también te amo, nos vemos y saluda a tus padres de mi parte. Colgó la llamada y se fue acercando a la barra, venía con una sonrisa como si nada estuviera pasando, se sentó y me dijo: —Disculpa que te haya dejado sola, pero era importante responder esa llamada. —Pero te noto algo nervioso, ¿Todo está bien? —Sí, todo bien, solo era una amiga que quería saber como va el congreso. —¡Jum! ¿Una amiga? ¿Estás seguro de que en realidad era una amiga? —le dije bromeando. —Jajaja ¡Claro que si! ¿Por qué te mentiría? —No, solo peguntaba. —Mejor brindemos por este encuentro casual y porque superaste el miedo a las agujas. —¡Salud! —levantamos las copas y brindamos, realmente ese hombre me tenía muy impresionada. Mis amigas me habían llamado varias veces al celular ya que estaban preocupadas porque no había regresado a la habitación, pero les expliqué el encuentro maravilloso que había tenido con mi salvador desconocido, y se alegraron por mi. Esa noche bebí más de la cuenta, tenía tiempo que no me sentía tan a gusto con alguien, tenía varias llamadas perdidas de mi prometido, pero no quería que nada ni nadie dañaran este encuentro maravilloso. Luis José y yo nos tomamos varios tragos, se nos habían pasado las horas sin darnos cuenta. —Ya es tarde, es la una de la mañana, mis amigas deben estár dormidas, mejor me voy a mi habitación. —Sí tienes razón, se nos pasó el tiempo sin darnos cuenta, pero la verdad disfruté mucho de tu compañía. Bueno voy a acompañarte a tu habitación, recuerda que no puedes afincar mucho el pie. Me agarré de él y poco a poco me ayudó a llegar a mi suite, pero justo en ese momento me di cuenta de que había perdido la llave. —No tengo la llave de la habitación, debo haberla perdido en la playa cuando pisé el vidrio y mis amigas deben estar durmiendo. —Tranquila, intenta tocar la puerta. Por unos minutos toqué varias veces la puerta, pero nadie me abrió, la otra alternativa era pedir una llave en recepción, sin embargo antes de llegar a esa solución, él me dijo: —Vamos a hacer algo, mi habitación es la que está al final del pasillo, por qué mejor no entras y descansas mientras le encontramos solución al problema. Yo estaba un poco pasada de copas, no podía permanecer mucho tiempo de pie ya que la herida me molestaba, y para ser muy sincera, ese hombre me tenía extasiada, no quería separarme de él, me sentía tan bien en su compañía, además solo faltaba un día para regresar a casa y encontrarme con mi cruel realidad, continuar con el compromiso de matrimonio del que no estaba de acuerdo y ejercer una profesión que solo la había estudiado para darle gusto a mis padres. Además, pensé que tal vez después de ese fin de semana, no iba a tener otra oportunidad para volver a ver a Luis José. Por lo que elegí vivir el momento y ser feliz aunque sea por una vez.
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