XI La misma tarde de la salida de la cárcel de Francesco, mi amigo le pidió telefónicamente una cita con el objetivo de ponerlo en guardia frente al peligro de que el autor de los tres primeros delitos quisiera ponerlo también en su punto de mira, al ser el último m*****o restante del grupo familiar, por si su plan era aniquilar a la familia entera. Para evitar que Francesco se preocupara inútilmente pensando quién sabe qué insidia comisarial planeada por Vittorio, no le citó en su despacho, sino que le pidió verse en público para tomar un aperitivo; en el café le daría información para su seguridad personal. —No se alarme demasiado, doctor —le dijo por teléfono—, solo quiero hablar por prudencia, por ahora no hay ninguna amenaza contra usted procedente de nadie, pero, después de todo lo