Infancia Podrida.

2003 Words
Matt: Lo estaba arruinando todo. Leila se acababa de ir por las estupideces que había dicho― ¿En qué estaba pensando? Cece ya me había dicho que si no me calmaba mi cabeza explotaría y que dejara de pensar tanto en el futuro, pero j***r ¡era inevitable! Emma estaba dormida a mi lado, aun estábamos en el hospital  esperando a que se hiciera de noche y nos pudiéramos ir. Todo en mi cabeza se arremolinaba, necesitaba buscar un trabajo que pagara bien para poder mantener a Emma y darle la mejor vida que pudiera. La vida que se merecía. Una mejor que la mía al crecer. Pronto cumpliría los 4 años y luego tendría que ir a la escuela, ella crecerá, y con ello los gastos. En cuanto a Cece y las palabras que me había dicho fuera del hospital aun seguían resonando en mi cabeza. Repasemos: ―Vamos a ver, ¿qué te ocurre hoy?― me preguntó una voz desde atrás. Cece. ―Nada, solo necesito aire fresco― menti. Aunque en verdad si lo necesitaba. ―Uhmm… ― fingió pensar y luego alzó una ceja― Aire fresco… bueno eso está bien, pero no me explica tu cara, ¿que pasa? Tanta preguntadera me enloquecia así que conteste con lo primero que me atravieso la mente. ―Pasa que no tengo nada de dinero para comprar medicinas y Leila las tiene, bueno no tiene, va a comprarlas. ―¿Tu ego masculino se ha roto? ¿Por eso es que estas así?― se echó a reír y yo me sentí hervir. ― No es solo eso― Admití frustrado― es que no le puedo dar nada a nadie, ¿sabes, Cece? Leila realmente me gusta, me gusta desde hace tres malditos años y no le puedo ofrecer nada... Pero igual no quiero simplemente perderla, se que merece algo mejor que yo pero no la apartare, si la dejo ir toda mi vida será una mierda nuevamente, desde que la vi nuevamente no me he sentido solo― respire y me calme un poco― Solo quiero lo mejor para Emma, para ti y para Leila pero no se los puedo dar , no tiene nada que ver con el ego masculino― senti que los ojos me escocían pero no me permití llorar. Recorde mi padrastro decíendome “Si lloras eres un marica, y a los maricas los matan” aquella frase se tatuó muy dentro de mi, y cada vez que me sentia debil venia a mi cabeza con sabor amargo. El solía repetirla mientras me golpeaba repetidamente y si lloraba me golpeaba más fuerte. Ahora sentía la mano de Cece en mi espalda. ―Sabes que siempre estaré contigo aquí y en cualquier parte, no estás solo. Tienes que dejar de pensar tanto en el futuro y vivir el presente. La  chica que no quieres que se vaya aun la tienes y esta arriba con tu hermosa hermana. Puede que Leila y yo no nos conozcamos muy bien pero se ve que no le importa el dinero de la gente. Y lo mejor es que le digas lo que sientes a ella. déjale claro que lo único que tienes para darle es amor; si se queda bien y si se va es porque no era la correcta… Y cálmate ¿quieres? Respira hondo y sube; yo, en cambio, tengo que ir a trabajar― nos abrazamos y se montó en un taxi. Hice lo que me dijo y subi. En cuanto entre en la habitación vi a Leila dándole de comer a Emma y me dolió el corazón, luego Leila dijo que nos llevaría al parque y el enojo volvió, le dije cosas feas y termine de arruinarlo. La volvería a llamar, pero no ahora, sabía que no me aceptaria mis disculpas si la llamaba aun estando molesta. Ahora me pondría a esperar los resultados de los exámenes de sangre. Leila: Me monte en el coche y conduje a mi departamento. Cuando llegué me quité los zapatos y revisé el teléfono de la casa. ―Dos mensajes.― dijo la voz computarizada de la contestadora. ―Primer mensaje― luego un pitido y después la voz de Kate― Lei, ya llegue y todo fue GRAN―DI―O―SO! Te tengo que contar todo!! desde el hotel hasta el hombre que conocí durante el viaje. Avísame cuando llegues a tu casa para contártelo todo. Besitos.― sonreí y conteste a mi amiga por mensaje diciéndole que ya estaba disponible y que viniera lo más rápido posible. Kate o Katherine era una de mis mejores amigas, la conocí en la universidad. Ella llegó siendo el patito feo y yo en cierta manera la ayude a superar su timidez y al final me superó, de las dos yo era tímida. Luego todo fue risas y coqueto cuando andábamos juntas. Vivimos un tiempo en la misma casa, luego empezamos a trabajar y ella se mudó con su novio, el cual ahora era su ex y luego de la ruptura se fue un tiempo a Francia y luego a Los ángeles para disfrutar de su “Juventud”. Ahora regresa después de casi tres años y con un nuevo novio. Luego de media hora sonó la puerta y ella gritó― Leiii!!  ―Kate!, ¿como estas, como te ha ido?― La emoción de ella era contagiosa. ―¡Genial! ¡Creo que fueron los mejores tres años de mi vida! Estás demasiado guapa, me encanta tu pelo rizado― se sentó conmigo en el sofá y me pregunto: ―¿Y qué has hecho? Siento mucho por no estar aquí cuando lo de tu madre pero es que si regresaba no podría volver y no quería despedirme.― Dijo seria. ―Tranquila, ya estoy mejor.― le sonreí pero era una sonrisa lasciva.  ―¿Y qué has hecho? ¿Tienes novio? ―Bueno...― respondí evasiva― no, solo estoy saliendo con un chico. ―¿Y como se llama? Si se puede saber… ―dijo picarona. ―Matt...― le respondí. En seguida me di cuenta que no quería hablar de él. Estos últimos minutos con él habían sido raros. ―¿Matt? Um… No, no me suena. ―Que importa― dije cambiando el tema― ¿cómo te fue? ―Ah – Gritò― fue lo mejor, cuando llegue todos me miraban raro por mi acento londinense pero luego fue cómo atraer abejas a la miel, en una media hora tenía 20 hombres a mi alrededor babeando por mí― hizo una mueca y ambas reímos, ella prosiguió― el hotel espectacular, luego te mando las fotos. Conocí a este tipo encantador: Roberto, Todo un amor, muy caballeroso y tranquilo, me invitó a cenar en varias ocasiones y luego me dijo que era precipitado pero que pensara si quería ser su novia. ―¿Qué?― dije boca abierta. ―Luego tuvimos el mejor sexo que he tenido en años― prosigio ignorando mi cara. ―¿Y cómo van hacer, el allá y tú aquí? ―No, en realidad él es de aquí, bueno de allá, pero vive aquí desde hace mucho tiempo.― Yo asentí. ―¿Y? ―preguntó con ojos enormes. ―¿Y, qué? Pregunte en respuesta. ―¿Ya dejaste? ― Siguió con esa cara que me asustaba. ―¿Ya deje que? ― Oh, mi dios. No entendía de qué hablaba. ―¡DE SER VIRGEN! –Grito y yo me ruborice más que un tomate y sentí como si fuese a vomitar. ―Kate, baja la voz― la regañe― ¡qué indiscreta eres! ―Pero si no hay nadie aquí, además no contestas a mi pregunta, ¿si o no?― yo solo me quedé en silencio y prosiguió.― tu silencio me dice que si. Por dios Leila vas a cumplir muy pronto los 25 años y ¡aun eres VIRGEN! Y claro como es, hizo énfasis en esa palabra. ―Lo se, pero sabes por qué no puedo, no es que no lo haya intentado solo no he podido y sabes perfectamente la razón por la cual no puedo― me sentí ofendida. ―Lo siento― se disculpó― Se me olvida que tu loco hermanastro casi te viola.. ―dijo sin una pizca de tacto,  yo le eché una mirada que podría matarla. ―Lo siento― volvió a decir pero esta vez se calló. ―Yo trato de superarlo, en serio. hasta tuve un novio por unos meses pero no resultó… El quería tener sexo y yo no podía dárselo. ―Oye― me interrumpió― ¿qué novio fue ese que no supe nada?― puso cara de enojada y dolida. ―Aun seguias en Francia y volviste por una semana, justo antes de irte a  Los Ángeles, no lo conociste. ―Oh, que mal.―Miró su reloj y echó un brinco― Me tengo que ir― tomo sus cosas y se paro― tenemos que hacer una cita doble: tu, Matt yo y Roberto, será grandioso. Lo arreglo todo y  te aviso donde y cuando― comento mientras se paraba. Cuando se trataba de citas ella se ponía como loca así que era mejor que lo hiciera todo ella. Nos despedimos, quedó en llamarme y yo me fui a mi cama a descansar para luego ir de nuevo al hospital. Todo estaba oscuro y sentía un peso arriba de mí, abrí los ojos y luego vi a Ryan encima de mí con una mano en mi boca y la otra entre mi entrepierna. Sus palabras duras y llenas de odio: ―Vas a ver que te va a gustar puta, ya estas bien preparada para esto ya vas a ver que te va a encantar. Trato de alejarlo pero pesa mucho y cada vez que me resisto él se excita más. Estoy en el piso de lo que parece su cuarto, no sé cómo llegué ahí, muevo la cabeza pero esta me duele, me la toco y consigo ver sangre en mi mano que sale de ella. Trato de gritar pero no puedo. El aire me falta y las lágrimas me gotean por mis mejillas, él sigue tocándome y me doy cuenta que no llevo nada en la parte de abajo. solo tenía la camisa que llevaba hace unas horas antes, pero ya no recordaba nada más. Quita su mano de mi boca y trata de besarme pero yo le escupo, él me golpea en la cara y nuevas lágrimas caen entonces me pregunto: ¿Dónde estás mamá? ¿Por qué carajos no estás aquí para mi?. El sigue encima de mi ahora desabrochándose el pantalón― te va a gustar pequeña zorra, te va a gustar.― su mano en mi cuello y el oxígeno le falta a mis pulmones. En mi intento de escape le golpeo la cara pero pareciera no dolerle, de repente escucho voces en el piso de abajo, me llaman. El voltea y yo le pego en ambas orejas aprovecho ese tiempo y me zafo de el.  Voy corriendo a la puerta y salgo al pasillo hacia mi cuarto, el me toma por el pelo y luego me golpea contra la puerta. Allí todo se vuelve n***o otra vez y finalmente desperte. Me encontraba en mi cama con mi ropa puesta. Todo había sido un sueño, me dije calmándome, pero estaba sudando y todo lo que podía ver y oler era a Ryan encima de mí en aquel asqueroso cuarto. Estaba tan sudada que la ropa se me pegaba a la espalda, el celular sonó y vi: 2 llamadas perdidas de Matt y un mensaje. ―Lo siento, cielo. Soy un completo idiota, discúlpame. ―Sonreí y mis nervios se desvanecieron un tanto, pero no completamente. ya no estaba molesta con Matt más bien lo necesitaba cerca. También entendi la razón de su comportamiento, si una persona nueva en mi vida quisiera llegar y meter su mano en todo también lo empujaría. Yo tenía que dar un paso atrás y no dejar que mi mala costumbre de dominarlo todo me ganara. Me llegó otro mensaje y lo abrí. Este solo decía: ―Tenemos que hablar. Y los nervios volvieron. Me fui quitando la ropa empapada en sudor y respondí:― Lo sé, en un rato voy al hospital, me baño y llego. “Tenemos que hablar “ repetí en mi mente. Me habían dicho eso un par de veces. La primera fue mi madre diciéndome que se casaría de nuevo. La segunda vez Rob me terminó y luego en el hospital, el doctor Henry, cuando mi madre había muerto. La frase “Tenemos que hablar” no traía nada bueno al igual que los recuerdos.
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