El verano pasó, dándole paso al refrescante otoño. Abril siguió escapándose durante las noches, encontraba divertido el caminar por los jardines durante la noche, sobre todo por qué cuando llegara el invierno no podría volver hacerlo, sus ropas eran ligeras y no tenía un abrigo, cuando llegará el invierno tendría que quedarse en su habitación refugiándose del frío, deseando que llegará nuevamente la primavera.
Abril siempre había odiado el invierno, esos meses ella siempre sufría por el frío, deseo que ese fuera diferente, pero lo dudaba, las sirvientas la ignoraban y cuando se quejaba solo recibía un trato peor, las sirvientas dejaban de llevarle comida, esos días Abril se comía la fruta que escondía hasta que ellas decidían volver.
Eso había pasado las veces que Abril se había quejado por el calor sofocante de su habitación y nuevamente cuando protestó por qué no le llevaban su comida, después de eso ella dejó de quejarse por el bien de su estómago y aún cuando necesitaba algo nunca pedía nada, ella se las apañaba con lo que tenía en su habitación.
El otoño pasó en un abrir y cerrar de ojos, cuando llegó el invierno Abril tuvo que dejar sus paseos nocturnos, pero de vez en cuando harta de su encierro salía al jardín por un momento y luego regresaba.
Una noche mientras daba un paseó por el jardín Alessandro volvió a ver, él se escondió detrás de unos arbustos e inmediatamente se preguntó por qué había hecho eso. Él no se acercó a ella, ni dejo que lo viera, él se quedó observándola desde las sombras, al ver que ella estaba descalza y que no llevaba un abrigo si no que iba envuelta en una manta pensó que la princesa era extravagante y después se marchó.
Ese invierno no fue tan malo como lo había sido en el reino Laios para Abril, aunque no tenía ropa adecuada para el invierno su habitación se mantenía calidad y agradable, también tenía mantas suficientes como para no aguantar frío.
Cuando él invierno acabó y la primavera dio inició nuevamente Abril se sintió feliz ya que podría volver a dar sus paseos nocturnos.
Abril estaba cantando una canción mientras veía a través de la ventana de su balcón el hermoso jardín lleno de flores, cuando una de las sirvientas entró y le dijo.
_ Princesa, hoy hace un buen día, por qué no da un paseó por el jardín.
_ ¿Puedo hacerlo?
_ Por supuesto, su majestad ha dado su permiso.
Abril muy emocionada salió de su habitación y se dirigió al jardín, ella había estado tan emocionada que se le olvidó ponerse los zapatos, solo tenía un par y le resultaban incómodos ya que le iban pequeños, por eso ella nunca los usaba.
Mientras paseaba por el jardín sintió la hierba fresca y suave bajo sus pies, ella caminó por primera vez bajo la luz del sol disfrutando del hermoso jardín de flores que brillaba intensamente.
De pronto escuchó una voz femenina que le habló, era una hermosa mujer de cabello castaño, ella llevaba un bello vestido rojo que hacía que resaltará entre las flores blancas que habían en el jardín.
Es una mujer muy hermosa.
Pensó Abril mientras la veía, ella se acercó y le preguntó.
_ ¿Tu eres la princesa Abril Venobich, del reino de Laios?
Abril asintió con su cabeza en respuesta; aquella mujer se rió burlonamente y dijo.
_ No puedo creer que mi compromiso con Alessandro fuera roto por alguien tan insignificante como tú.
_ ¿Quién eres?
_ Soy Victoria Vampel, era la prometida de su majestad desde que éramos jóvenes, se suponía que debíamos habernos casado hace un año atrás, pero por tu culpa eso no pasó.
_ Lo siento.
Dijo Abril sin darle mucha importancia a lo que estaba diciendo la hermosa mujer.
Victoria se molestó al ver su indiferencia, ella la empujó haciendo que Abril se cayera sobre las rosas que había detrás de ella, varias espinas se le clavaron en los brazos y espalda, otras en los pies descalzos mientras forcejeaba por salir.
Victoria la veía con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro, ella estaba disfrutando de su dolor. Abril le pidió ayuda a la sirvienta que la había estado acompañando en su paseo, sin embargo ella no movió un solo dedo por ayudarla, ella dijo con indiferencia.
_ No quiero salir lastimada, fue su error caer en los rosales, salga por su cuenta.
En ese preciso momento Abril se dió cuenta de que iba todo eso, había sido planeado con anticipación, la sirvienta estaba confabulada con Victoria y ella había caído tontamente en su trampa.
De pronto Victoria se lanzó al suelo y dio un grito de dolor, Abril pensó que se había vuelto loca, ni siquiera ella había gritado de esa manera cuando había caído en los rosales.
Alessandro que pasaba por ahí corrió en auxilió de la dama que estaba gritando, cuando vio a Victoria corrió a su lado y le preguntó qué le sucedía, ella mintió diciendo que la princesa la había lanzado al suelo y que por accidente había caído en los rosales.
Hasta ese momento Alessandro no se había percatado de que Abril estaba enredada entre los espinos, él la ayudó a salir de entre los espinos, después le preguntó.
_ ¿Qué ha pasado aquí?
Antes de que Abril dijera alguna palabra Victoria y la sirvienta inventaron una historia en la que Abril era la mala y Victoria la víctima, eran dos contra uno, Alessandro ni siquiera la dejó hablar cuando la juzgó.
_ Eres igual que tú familia, cruel y despiadada, estas tan bien en el palacio que piensas que tienes el derecho de pisotear a los demás, desaparece de mi vista en este momento.
Abril se rió con ironía, ella nunca había estado bien en ese palacio, pisotear a los demás, se reía de ese término ya que eran las sirvientas y esa mujer que eran como una serpiente venenosa la que la pisoteaban y lastimaban; pero él no le creería, no importaba que dijera él pensaría que ella era la culpable. Abril se levantó, las espinas en sus pies se clavaron aún más y le hicieron sangrar, ella se alejó lo más rápido que pudo y volvió a su habitación, al llegar se quitó todas las espinas que pudo con ayuda de una aguja, sin embargo había otras que no alcanzaba y no sabía cómo haría para sacarlas.
Alessandro llevó a Victoria al palacio, después de darle una taza de té para que se calmara, la envió devuelta a su casa, Alessandro mandó llamar al mayordomo y le dijo.
_ Jaffar, Envía un médico para que vea a la princesa.
_ Enseguida su majestad.
El mayordomo cumplió las órdenes del rey sin hacer ninguna pregunta.