Capítulo 3 “El Maldito” I Parte

1634 Words
—¡Maldición! —Jadeó Sarah en el momento en que poco a poco la conciencia la despertó por completo, si era un sueño era el más vivido de todos, sin embargo ¿Cómo explicaba el hecho de que su camisón estaba hecho girones y de que sus bragas estaban casi que al borde de la cama? Y aun asi ese no era su problema, el problema era que siempre en esa ocasión él la habia dejado caliente y a pesar de conseguir esta vez la tan esperada liberación seguia sin ser suficiente Negando se paso la mano por la cabeza en un claro gesto de frustración, los músculos entre sus piernas estaban tenso y adoloridos, eso le llamó la atención y recordó vagamente una parte de su sueño en la que él se habia deleitado con sus pliegues de la mejor manera posible Sarah sintio su cara caliente cuando los recuerdos llegaron a su mente ¿Cómo podía sentir todo eso si solo era un sueño? Él era pasión pura, la sensualidad y la lujuria hecha carne, no sabia su nombre pero ya le habia puesto uno aunque algo improvisado Lo llamaría “Sr Lujuria” Suspirando se levanto de la cama ignorando la protesta de sus muslos y se dirigió hacia el baño arrastrando sus pies por el suelo de madera,  su piel estaba algo enrojecida y parecía que hubiese estado sudando toda la noche “No puedo imaginarme porque” pensó con sarcasmo al mismo tiempo que hacia una mueca a su reflejo en el espejo, tomó una baño rápido para quitar lo rastros de su alocado sueño de su mente y salió envuelta en un albornoz, desnuda debajo de la bata de baño marcho hacia la cocina, después de la alocada sesión de sexo en su cabeza durante toda la noche se encontraba hambrienta Bajo las escaleras y camino hacia la prístina cocina, abrió su refrigerador y frunció el ceño, solo quedaba una rebana de queso y frijoles, hizó una mueca mientras tomaba lo que quedaba del queso y encontró un pedazo de pan, habia olvidado comprar provisiones y realmente estaba cansada de no tener una comida decente en su plato, no recordaba las veces que se habia descuidado por estar tan inmersa en su trabajo, por llegar a tiempo a la fecha limite Pero ahora eso significaba que debía volver al pueblo La idea no era demasiado alentadora, no es como si estuviera haciendo algunos amigos de repente en el lugar, casi todas las veces sentia que todo el mundo la miraba como si fuera un bicho raro Subio de nuevo hacia su habitación y se paralizó cuando vio sobre la cama un vestido n***o beige con estampado de flores, no recordaba haberlo dejado ahí pero se acerco sospechosamente hacia la cama y también vio que habia un conjunto de su lencería favorita a un lado ¿Lo habia hecho ella? Las dudas invadían su cabeza pero admitió que realmente le quedaría perfecto para esa ocasión, salvo la lencería, no es como si tuviera a quien mostrársela o algo por el estilo,  la habia comprado como toda amante de la lencería y solo cuando se sentí atrevida se habia vestido con ella, eso era algo que ocurría en muy rara ocasión, deseaba estar cómoda en su camino al pueblo, sin embargo ese día escogió algo no tan atrevido pero que no dejaba de ser delicado y femenino, tomo su chaqueteros de encaje blanco que eran lo suficiente cómodos, se puso el vestido y con un par de botines te corte bajo color mostaza, dejo su cabello caer sobre su hombros dándole forma con sus dedos y ya estaba lista para conquistar el mundo Tomó las llaves de su Pickup, aun tenía hambre y necesitaba un café con urgencia “¿habra cafeterías en Castle Combie?” se pregunto y cruzo los dedos, un poco de cafeína era lo que necesitaba para hacerle frente a todo lo que tenía por hacer Sin una mirada atrás salió de la mansión Winchester, marcho hacia su camioneta y colocó las llaves en el contacto, estaba a punto de dar reversa y salir cuando una breve mirada a la ventana de su habitación la paralizó. Su pulso se aceleró, un sonoro jadeo escapo de sus labios y un dolor sordo empezó a latir entre sus piernas, no podía apartar la vista, la cordura pareció que habia huido de su cabeza “Es él” pensó consternada no solo por  lo que sus ojos veian sino por la reacción de su propio cuerpo “Él” se encontraba desde la ventana de su habitación observándola descaradamente, incluso alzo una ceja en su dirección, Sarah apenas podía verlo bien, la oscuridad en la habitación hacia que fuera más fácil distinguir su rostro o eso creía, su mano rozo la manija de la puerta, algo dentro de ella la hacía querer volver hacia la casa pero la puerta se trabó, desvió la mirada solo un momento para ver el problema, parte de su vestido se habia quedado atascado, cuando solucionó el problema y miro de nuevo hacia la ventana  él ya no estaba, pese al deseo que surgió  repentinamente dentro de ella y  también la curiosidad,  el razonamiento se interpuso en su camino “No le hagas caso a tu locura Sarah, solo fue tu imaginación” se dijo asi misma en un intento por relajarse, extrañamente no sentia miedo, solo una profunda excitación e hizo lo que su mente en ese momento le pedía… Retrocedió en el camino de tierra y se fue hacia la carretera directo al pueblo *** Castle Combe es un pequeño pueblo de ensueño, con ambiente a cuento de hadas, uno de los más tranquilo y hermosos de Inglaterra, Sarah condujo hacia una autentica plaza del siglo XIV, cada vez que venia no podía dejar de observar las estructuras de los edificios, eran impresionantes y terminaban de confirmar que el pueblo parecía sacado de un cuento Sarah estaciono su auto en una de las aceras de asalto del lugar, llevaba un pequeño bolsito donde guardaba su cartera y algo de efectivo, metió las llaves también y salió del vehículo A pesar de ser un pequeño pueblo contaba con tiendas muy atractivas e interesante, no es como si Sarah se hubiese dado un recorrido pero  las que habia visitado le habían encantado, vio la tienda donde siempre compraba sus alimentos y entro en el establecimientos, era un edificio algo grande, como un Market techado, la fachada asi como todo a su alrededor le daban esa apariencia medieval que tanto le encantaba pero el interior era muy moderno —Buenos días —Saludo a la vendedora y dueña del lugar —Sarita, buenos días —Amelia, una señora mayor de sesenta años le devolvió el saludo mientras que Sarah se acercaba al mostrador —Venia justo para acá hacer unas comprar pero antes necesitó de un buen café ¿No sabes habrá una cafetería cerca? —Pregunto ella —A una cuadra de aquí se encuentra el café de Mary’s, hacen el mejor café querida, los trabajadores son los hijos de Mary, unos chicos muy apuestos —Dijo Amelia guiñándole un ojo pícaro Sarah  se rio, la señora tenía unas ocurrencias, le recordaba a su abuela, divertida y jovial —Entonces iré a probar su café —Dijo Sarah devolviéndole el guiño con una sonrisa —Cuando termine volveré —Aquí estaré querida —Amelia sonrió Sarah salió de la tiendas y miro hacia los lados, siguió las instrucciones de Amelia y tal como ella habia dicho a una cuadra de su tienda se encontró con una pequeña cafetería, habían ventana de madera que estaban abiertas y permitían que delicioso aroma a café recién hecho saliera por ella, una gran puerta de madera estaba también abierta, había un camino de grama y alrededor estaba lleno de flores, lilas y astilbes, un pequeño letrero estaba al lado de la puerta donde estaban escritas la palabras “ABIERTO” en mayúsculas Sarah se adentro al interior de la cafetería, no era como las de Londres, de eso no cabia duda, algunas mesas de madera estaban esparcidas por el lugar, las paredes eran de ladrillos grises pero el suelo era de madera, algunas personas estaban sentadas disfrutando de su café, la radio  se escuchaba de fondo, era un ambiente tranquilo que al instante le agradó Se acercó a la barra de ladrillo y tocó la pequeña campana de mostrador y espero, frunció el ceño volviendo a sonar la campana —Ya voy, ya voy —Dijo un hombre saliendo de aun lado de la barra Él se detuvo en cuanto sus ojos se posaron en la recién llegada —Disculpe la demora señorita —Dijo el hombre al tiempo que tomaba un delantal de unos de los ganchos a un costado de la barra —¿En qué puedo servirle? Sara sonrió mirando las especialidades en la pared detrás de él, escritas con tiza sobre una pizarra —Tomaré un café con leche, por favor —Dijo ella al tiempo que tomaba asiendo en uno de los taburetes en la barra El barista asintió sin  apartar sus ojos de ella y empezó a preparar su café con manos expertas, Sarah observó fascinada sus movimientos y en menos de cinco minutos una taza de café con un delicioso aroma estaba en frente de ella —Dios esto huele muy bien —Dijo ella al tiempo que  se llevaba la taza a los labios y le daba un pequeño sorbo —Pff —Suspiró cuando el delicioso sabor inundo su paladar y su cuerpo se relajo, eso era lo que necesitaba para poder empezar el día y olvidar lo que sea que habia visto esa mañana en su ventana
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