Julio – 3,390 a. C. Tierra: Villa de Assur NINSIANNA Ninsianna se acurrucó aún más en su "manta" emplumada, disfrutando el cálido latido de la sangre que recorría el firme bíceps que había estado utilizando como almohada. El sonido de unas voces en el primer piso interrumpió su agradable sueño. Reprimiendo un bostezo, se estiró y se volvió hacia Mikhail. Los ojos azules de su hombre se clavaron en los suyos, ya despiertos. —Buenos días —se acercó a su calor. —¿Dormiste bien? —preguntó él. —Sin pesadillas —dijo ella. —Bien —respondió él, con sus ojos azules serios—. Anoche tuve un sueño. —¿La batalla? —adivinó ella. —No —dijo Mikhail—. Creo que podría haber sido un recuerdo. Creo—¿Qué tipo de recuerdo? —Sobre un amigo. —¿Rafael? —preguntó ella. —No —dijo él—. No era Angelica